Los tardígrados sobrevivieron a un apocalipsis echándose a dormir una 'siesta'

Los especímenes permiten comprender cómo los osos de agua evolucionaron para desarrollar la criptobiosis, una parada temporal y casi completa de los procesos corporales.

Por Riley Black
Publicado 14 ago 2024, 9:58 CEST
Tardígrados moderno (Milnesium sp.)

Los tardígrados modernos (Milnesium sp.) son conocidos por su capacidad de supervivencia, pero estos animales rara vez aparecen en los registros fósiles.

Fotografía de Micrograph By Ruben Duro, SCIENCE PHOTO LIBRARY

Los tardígrados están hechos unos supervivientes natos. Durante más de 500 millones de años, estos microscópicos "osos de agua" se han extendido por todo el planeta y han soportado algunas de las condiciones más duras que ofrece la Tierra. Ahora, un nuevo análisis de antiguos tardígrados en un trozo de ámbar del Cretácico no sólo nos ha aclarado la cronología de la evolución de los tardígrados, sino que también nos ha ayudado a entender cómo estos diminutos animales han podido sobrevivir a catástrofes que llevaron a otras formas de vida a la extinción.

Estos diminutos organismos quedaron atrapados en la savia de los árboles del Canadá prehistórico hace entre 83 y 72 millones de años, compartiendo el mismo bosque de coníferas con tiranosaurios gigantes y dinosaurios con cuernos. Uno de los tardígrados es una especie que los paleontólogos ya habían visto antes. El tardígrado Beorn leggi fue la primera especie fósil descubierta por los paleontólogos. Pero Marc Mapalo, paleontólogo de la Universidad de Harvard (Estados Unidos), y sus colegas encontraron también una segunda especie nunca vista, Aerobius dactylus. Los investigadores bautizaron la nueva especie y la utilizaron, junto con el puñado de otras especies antiguas conocidas por la ciencia, para analizar la historia evolutiva de los tardígrados en la revista Communications Biology a principios de este mes.

El tardígrado Beorn leggi conservado en savia fosilizada de un árbol

Conservado en la savia fosilizada de un árbol, el antiguo tardígrado Beorn leggi fue el primero descubierto por los científicos.

Fotografía de Marc Mapalo

Fosilizados en la antigua resina arbórea que forma el ámbar actual, los dos tardígrados llevaban décadas esperando a que les echaran un buen vistazo. Los paleontólogos apenas podían distinguir el fósil de B. leggi en el espécimen canadiense cuando lo describieron por primera vez en 1964. Ahora, gracias a la tecnología de imagen mejorada, Mapalo y sus colegas han podido obtener una imagen mucho más detallada.

"Muchos expertos en tardígrados han estudiado estos fósiles durante los últimos 60 años, pero había un límite difícil de superar porque los tardígrados eran muy pequeños y estaban un poco oscurecidos por el ámbar", dice el biólogo Phil Barden, del Instituto de Tecnología de Nueva Jersey (Estados UNidos), que no participó en el nuevo estudio. Los animales son tan pequeños que las diminutas garras de sus patas tienen la décima parte de la anchura de un cabello humano.

Sólo el ámbar puede preservar a los tardígrados con tanto detalle. Sin embargo, la rareza de los fósiles de tardígrados no se debe sólo a su diminuto tamaño. Sólo unos pocos paleontólogos estudian los tardígrados fósiles, dice Mapalo, y señala que algunos colegas reaccionan con sorpresa ante el hecho de que se conozcan tardígrados fósiles. Las modernas técnicas de imagen pueden ayudar a los expertos a extraer nueva información de muestras de ámbar recogidas con anterioridad.

Mapalo y sus coautores recurrieron a una técnica llamada microscopía confocal de fluorescencia para crear imágenes de alta resolución de las diminutas criaturas. Los expertos descubrieron que las dos especies fósiles de tardígrados de la muestra de ámbar no viven en la actualidad, pero ambas pertenecen a familias de tardígrados que siguen existiendo. Al comparar los fósiles canadienses y otros dos hallados en Nueva Jersey con datos moleculares de especies vivas, Mapalo y sus colegas pudieron estimar cuándo evolucionaron los tardígrados y cuándo adquirieron una de sus capacidades más notables.

Muchos tardígrados son capaces de criptobiosis, una ralentización temporal y casi completa de los procesos de sus cuerpos. En este estado de animación suspendida, las criaturas se deshacen de todo el agua de su cuerpo y se enroscan en bolas. Además de portar una proteína que protege su ADN de los daños, la capacidad de desconectarse y esperar a que mejoren las condiciones ha ayudado a los tardígrados a sobrevivir en entornos extremos, incluso en el vacío del espacio, y podría ayudarles a resistir un futuro apocalipsis.

Mapalo y sus colegas proponen que al menos dos grandes grupos de tardígrados desarrollaron sus capacidades criptobióticas de forma independiente, uno de ellos entre 430 y 175 millones de años atrás, y otro entre 382 y 175 millones de años atrás. Si se obtuvieran más fósiles se podría precisar el momento exacto, pero los investigadores señalan que este lapso de tiempo prehistórico es significativo porque incluye varias extinciones masivas. Los tardígrados que fueron capaces de entrar en una forma de estasis hasta que las condiciones se recuperaron habrían sido más capaces de sobrevivir a las caídas de oxígeno, los cambios climáticos y otras presiones asociadas con estos desastres globales.

"Saber cuándo evolucionó la criptobiosis en los tardígrados puede ayudarnos a contextualizar cómo y por qué adquirieron este mecanismo", afirma Mapalo. Los tardígrados probablemente evolucionaron en el mar antes de extenderse a tierra firme, señala. Las capacidades criptobióticas habrían ayudado a los tardígrados a sobrevivir a los cambios en los niveles de sal cuando pasaron del reino marino a hábitats llenos de musgos y líquenes que dependen del agua dulce.

Habrá que seguir investigando para saber qué papel desempeñó exactamente la criptobiosis en la supervivencia y la historia evolutiva de los osos de agua. "Es divertido imaginar la criptobiosis como una especie de truco de magia que los tardígrados utilizaron para eludir la extinción", dice Barden, pero señala que otros grupos de invertebrados fueron capaces de sobrevivir a la catástrofe sin esa capacidad.

Más fósiles de tardígrados ayudarán a probar la hipótesis de que la criptobiosis ayudó a los tardígrados a sobrevivir a las extinciones masivas, y es casi seguro que queden nuevas especies por descubrir. "Siempre que tengo la oportunidad, le digo a la gente que trabaja con ámbar que compruebe si sus muestras contienen tardígrados", dice Mapalo. Barden está de acuerdo: "Es casi seguro que hay otros tardígrados fosilizados a la espera de ser descubiertos en colecciones de museos. Probablemente enterrados en ámbar junto a una mosca o un escarabajo comparativamente gigantescos".

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    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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