¿Por qué tenemos tan poca información sobre las orcas?

La comunidad científica ha clasificado en las listas de conservación a las orcas como especie con "datos insuficientes". Estas son las preguntas que le quitan el sueño a los expertos.

Por Becky Ferreira
Publicado 16 sept 2024, 10:32 CEST
Orcas avistadas frente a la plataforma continental del noreste de Nueva Zelanda

Estas orcas avistadas frente a la plataforma continental del noreste de Nueva Zelanda pertenecen al elusivo ecotipo de orcas de alta mar. Las poblaciones de orcas se han dividido en ecotipos para tener en cuenta las diferencias en su comportamiento, dieta, etc., pero algunos científicos sostienen que en realidad son especies distintas.

Fotografía de Richard Robinson, Nature Picture Library

Las orcas, también conocidas como ballenas asesinas, han cautivado a los humanos durante miles de años. Su aspecto llamativo y su inteligencia juguetona han inspirado mitos, películas taquilleras, memes y numerosas investigaciones de biólogos marinos.

Sin embargo, a pesar de la fascinación generalizada por las orcas, siguen siendo uno de los animales menos conocidos del océano. La comunidad científica calcula que unas 50 000 orcas vagan por los mares de todo el mundo, pero no está nada claro dónde viven todas, qué poblaciones están amenazadas por las actividades humanas o qué impulsa sus complicados comportamientos, incluidos sus ataques ocasionales a embarcaciones. Ni siquiera estamos seguros de que exista realmente una sola especie de orca.

“Son probablemente el mamífero más ampliamente distribuido del planeta, aparte de los humanos”, afirma Phillip Morin, investigador de genética y genómica de poblaciones del Programa de Genética de Mamíferos Marinos del Centro de Ciencias Pesqueras del Suroeste de la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA, por sus siglas en inglés). “Eso significa que no tenemos información sobre la distribución, abundancia o conectividad entre tipos de orcas, especialmente en lugares alejados de EE. UU. o el norte de Europa”, añade.

Como resultado de estas lagunas de conocimiento, las orcas se encuentran entre las más de 20 000 especies etiquetadas con “datos insuficientes” en la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN, por sus siglas en inglés), lo que significa que no hay suficiente información para evaluar su estado o necesidades de conservación.

Los científicos llevan décadas enfrentándose a los retos que plantea el estudio de la misteriosa orca, el mayor miembro de la familia de los delfines. Estos esfuerzos son más importantes que nunca ahora que sufren nuevas presiones provocadas por la actividad humana, como el calentamiento de los océanos, la sobrepesca, la pérdida de hábitat y el aumento del tráfico de embarcaciones.

Éstas son las preguntas que quitan el sueño a los científicos y la hoja de ruta para responderlas.

(Relacionado: ¿Venganza o recreo? Por qué las orcas coordinan ataques contra veleros)

¿Cuántas especies de orcas existen?

Las orcas se siguen clasificando globalmente como una sola especie, conocida como Orcinus orca, pero muchos científicos están convencidos de que en realidad son varias especies distintas.

“Hay, por decirlo suavemente, mucho desacuerdo sobre cuántas especies y subespecies hay en el grupo”, dice Barbara Taylor, experta en mamíferos marinos y coordinadora de la Lista Roja del Grupo de Especialistas en Cetáceos de la IUCN. “Creo que hay muchas probabilidades de que haya varias especies bajo Orcinus orca”, opina.

Las orcas se han dividido en una serie de diferentes “ecotipos”, un término más laxo definido por los comportamientos idiosincrásicos, dietas, patrones de migración e incluso personalidades que surgen en diferentes poblaciones de orcas.

“Hay orcas que comen pingüinos; están especializadas en comunicarse entre ellas para cazarlos y son súper eficientes”, dice Raúl Octavio Martínez Rincón, biólogo e investigador del Centro de Investigaciones Biológicas del Noroeste, en México. “Eso es parte de la definición de ecotipo. Puede ser físico, como el tamaño, o puede significar comportamiento, como la alimentación, la comunicación, etcétera”, explica.

Los ecotipos de orca a menudo tienen áreas de distribución que se solapan, lo que hace que sus características distintivas sean aún más sorprendentes. Por ejemplo, las llamadas orcas residentes, típicas del noroeste del Pacífico, dependen en gran medida del salmón, mientras que otras, como las orcas de Bigg (también conocidas como orcas transeúntes) tienen dietas más variadas que consisten en otros mamíferos marinos y calamares.

Además, estas poblaciones superpuestas no parecen interactuar ni reproducirse entre sí. De hecho, pueden evitar a los forasteros o mostrarse activamente agresivas con ellos. La fuerte organización social y cohesión familiar de las orcas ayuda a explicar las claras divisiones que han surgido entre los ecotipos.

“Diferentes poblaciones de residentes se reúnen y celebran una fiesta. Juegan y se alimentan juntos. Hay mucha interacción social, y es probablemente cuando se produce la mayor parte de la reproducción. En cambio, cuando las residentes entran en contacto con las transeúntes, se evitan”, dice Morin.

En un estudio publicado en marzo de 2024, Morin y sus coautores, incluido Taylor, presentaron una gran cantidad de datos ecológicos, morfológicos y genéticos para sugerir que las orcas de Bigg y las orcas residentes no son sólo ecotipos diferentes, sino especies separadas.

El Comité de Taxonomía de la Sociedad de Mamíferos Marinos decidió finalmente en julio establecer estos ecotipos como subespecies y no como dos especies separadas. Sin embargo, estas distinciones podrían inspirar esfuerzos de conservación específicos en países que confían en la Lista Roja de la IUCN para informar sobre los mejores enfoques de conservación. El establecimiento de especies separadas podría aumentar la concienciación sobre poblaciones específicas de orcas, como las orcas residentes en el sur, que están en peligro crítico de extinción, pero que aún están incluidas en la categoría de “datos insuficientes” de la Lista Roja.

Por este motivo, Taylor y sus colegas están trabajando en un modelo que reconozca las subpoblaciones de orcas (y otros mamíferos marinos) más amenazadas como prioridades de conservación, independientemente del estatus de la especie.

“En lo que hemos estado trabajando es en encontrar una forma de priorizar las subpoblaciones que evaluamos y dejar muy claro que estamos eligiendo las más necesitadas”, afirma Taylor.

(Relacionado: ¿Por qué estas orcas matan tiburones y les extirpan el hígado?)

¿Qué grado de amenaza suponen los humanos para las orcas?

Está claro que los humanos ya han tenido un impacto negativo en algunas poblaciones de orcas, especialmente en las orcas residentes del sur. Esta población, formada por unas 75 orcas en el Pacífico Norte, ha disminuido precipitadamente debido a la pérdida de hábitat y de presas relacionada con la actividad humana, así como a las colisiones con embarcaciones. Los científicos han acuñado el término “extinción luminosa” para describir la crisis, lo que significa que se trata de un desastre que se está desarrollando a plena vista y con abundantes datos.

Pero, en general, los científicos no saben lo suficiente sobre cómo afectan los humanos a las orcas ni cuáles de las amenazas que planteamos son más dañinas. Para hacerse una idea de este panorama general, tendrán que seguir estudiando las poblaciones más conocidas, al tiempo que buscan información sobre los ecotipos más esquivos, como los llamados “offshores” [de alta mar] que han sido vistos un puñado de veces en zonas remotas del Océano Pacífico.

“Creo que se hará poco a poco. Tenemos que salir, obtener más muestras y hacer más trabajo de campo para comprender cuáles son sus distribuciones, junto con sus dietas, movimientos, historia vital, características y, con suerte, abundancia y tendencias, para determinar cuáles son los impactos humanos”, dice Morin.

El cambio climático es otro comodín en esta baraja. Martínez Rincón, que se especializa en modelizar la distribución de diversas especies a lo largo de sus áreas de distribución, ha sido coautor recientemente de un estudio con el investigador Millat Blanc que sugiere que las orcas pueden ser especialmente vulnerables al cambio climático porque los ecotipos están muy especializados en determinados hábitats y dietas. Por ejemplo, el cambio climático ya está alterando importantes fuentes de presas de las orcas, como el salmón Chinook.

“A los animales grandes, como las orcas o las ballenas, no les importa mucho la temperatura del agua”, explica Martínez Rincón: “Pero si las presas no están ahí debido al cambio climático, ése podría ser el problema más duro para este tipo de especies”.

(Relacionado: Las orcas rebeldes prosperan en alta mar y se alimentan de grandes ballenas)

¿Qué hay detrás de algunos de los comportamientos más sorprendentes de las orcas?

Algunos científicos han especulado con que el aparente aumento de los ataques a embarcaciones por parte de las orcas, especialmente frente a la costa ibérica, es una expresión de las crecientes tensiones entre humanos y orcas. Esta hipótesis ha sido acogida en Internet con memes sobre un “levantamiento de las orcas” bajo las olas del océano.

Pero, como ocurre con tantos otros misterios sobre estos animales, aún se desconoce el motivo de los ataques. Muchos científicos creen que los ataques podrían estar motivados por la mera curiosidad o como táctica de entrenamiento para cazar atún.

En definitiva, las orcas siguen siendo un manojo de contradicciones. Pero son estas paradojas las que distinguen a las orcas como un embajador tan improbable pero eficaz para las especies de las que se carece de datos suficientes, un grupo que incluye al adorable ciervo ratón de Vietnam, un pez gobio que vive dentro de esponjas o el ciprés llorón chino.

“Estamos en medio de la sexta gran extinción, una crisis masiva de biodiversidad, y sin embargo no sabemos cuántas especies de ballenas hay”, afirma Taylor. “Es algo increíble. Creo que la mayoría de la gente piensa que estamos mucho más avanzados en el conocimiento de cómo funciona la vida en el planeta Tierra de lo que realmente estamos”, concluye.

Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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