¿Qué pasa con las mascotas exóticas que sobreviven a sus dueños?
Cuando Bruce Robb conoció a Flash, una tortuga de espolones africana, hace unos 24 años, cabía en la palma de su mano. Ahora es un monstruo de 90 kilos (arriba, Flash come una sandía en Sebastopol, California, en 2023). Como muchos nuevos propietarios de tortugas, Robb no tenía ni idea de dónde se metía. "Mi ex mujer se la compró a mi hijo Cody en una tienda de animales. Estaba enganchado a la moda de las Tortugas Ninja". Cody dejó atrás a Flash cuando se mudó. "Nunca imaginamos que la tendríamos tanto tiempo. Mi hijo tiene ahora 35 años, y no paro de decirle: 'Sabes, al final acabarás teniendo a Flash'".
Louisa Jaskulski murió en 2023 a la edad de 77 años, mientras dormía, pocos días después de someterse a lo que, en principio, pareció una operación de corazón exitosa. Cuando insistió en volver a casa para estar con sus animales en lugar de trasladarse a un centro de rehabilitación, su familia y amigos se preocuparon.
"El día antes de que falleciera, llegué por la mañana y estaba en la jaula con Travis, un lori. Le dije: '¿Qué haces fuera de la cama? Mírate los pies, los tienes hinchados", cuenta su amigo Shaun Dyson. "Se preocupaba más por ellos que por sí misma. Creo que esa fue su perdición", recuerda.
A Jaskulski, de Sedona (Arizona, Estados Unidos), le sobrevivieron cuatro palomas colipavas, tres loros amazónicos, tres loris, un par de pinzones, dos tortugas del desierto, un dragón barbudo y un escinco de lengua azul, todos rescatados.
"Para mí, la conexión con las aves y los reptiles es muy profunda", afirmó en una entrevista en 2020. "Cuando miro a los ojos de un loro, un pinzón o una paloma, o de un lagarto, una serpiente o una tortuga, siento que estoy mirando a los ojos de Dios", aseguraba.
Pero, ¿adónde van a parar las mascotas exóticas cuando mueren sus dueños? Es un problema común, aunque a menudo atroz, sobre todo para los nueve millones de estadounidenses que tienen mascotas exóticas. Mantener a los animales en la familia es lo ideal, pero no existe ninguna garantía de que los descendientes estén dispuestos a asumir la responsabilidad de convertirse en, esencialmente, cuidadores de zoo aficionados.
Una docena de aves, entre ellas tres loros amazonas, llegan a su destino de San Mateo, California, tras un largo viaje desde Sedona, Arizona, en octubre de 2023. La propietaria de los pájaros, Louisa Jasksulski, murió sin tener previsto quién heredaría sus animales, lo que llevó a Sarah Lemarié, directora ejecutiva de Mickaboo, un centro de rescate de loros de San José (California) (arriba a la izquierda), a hacerse cargo de ellos. Shaun Dyson (derecha), amigo de Jasksulski, ayudó a Lemarié con las aves. La travesía incluyó conducir 10 horas en medio de una tormenta de polvo hasta un motel del norte de Palm Springs. "Era un motel que admitía mascotas, pero no creo que hasta este punto", bromea Lemarié. Los pájaros serán acogidos y luego adoptados a través de Mickaboo.
Un problema de loros
Jaskulski dejó pocos planes concretos sobre quién heredaría sus animales, quizá porque sabía que podía contar con sus amigos rescatadores de animales para resolver el problema. Los más difíciles de colocar eran los loros y las tortugas, animales longevos que pueden ser mascotas exigentes.
Los loros, que viven 70 años o más, suelen empezar siendo bastante simpáticos, pero a menudo se vuelven intratables y difíciles cuando alcanzan la madurez sexual, que se da entre el año y los seis años, según la especie, dice Sarah Lemarié, directora ejecutiva de Mickaboo, una organización de rescate de loros con sede en San José (California; EE. UU.). "Por cada loro amistoso con la gente, hay un montón que muerde y grita" porque tiene miedo de los humanos, dice.
Como animales muy inteligentes y sociables, los loros también necesitan mucha interacción y estimulación, una jaula espaciosa con muchos juguetes y tiempo supervisado fuera de la jaula al menos dos veces al día, dice Lemarié.
Lemarié ha cedido su comedor de San Mateo (California) a aves cuyos dueños murieron o simplemente ya no podían ocuparse de ellas. Desde 2013, Lemarié ha acogido a más de 431 aves. A menudo, la gente se queja de que sus loros enjaulados son "agresivos", dice Lemarié, pero es probable que ese comportamiento se deba a que están asustados o frustrados sexualmente. "Los loros son animales de presa", dice: "No existen los loros asesinos".
La rescatadora de reptiles Kay Ross (en la foto) descubrió hace poco que su tortuga radiada de 10 kilos, Missy, es en realidad un macho. Es una buena noticia, ya que los machos no crecen tanto como las hembras. Las tortugas radiadas, en peligro crítico de extinción en su Madagascar natal, pueden vivir más de 100 años. Ross, de 68 años, aún no ha decidido quién cuidará de Mister cuando muera.
Robb alimenta y riega a Flash en la propiedad de un vecino, que tiene más espacio. A sus 70 años, Robb no sabe quién se quedará con Flash en el futuro.
Laura Barnes-Kadi tenía 19 años cuando compró a Buttons, una cacatúa sulfúrea de tres meses, en una tienda de animales por unos 1400 euros. Barnes-Kadi (en la foto de 2024) tiene ahora 45 años, Buttons 26 y es uno de los 23 pájaros de la casa de Barnes-Kadi en Concord, California. Todos los demás son rescatados. "Nunca he vuelto a comprar un solo pájaro después de Buttons, porque hay muchos sin hogar que necesitan un lugar adonde ir", dice.
A Peaches, una cacatúa goffiana macho de unos 25 años, le encantan los arañazos en la cabeza y prefiere a las personas que a otros loros. Cuando llegó a Oasis, tenía una herida en el pecho por automutilación, quizá debida a un trauma en sus primeros años de vida. Ahora lleva un collar electrónico permanente y parece haberse adaptado bien a su nueva bandada. Rayo, un loro eclecto macho, tiene unos 35 años. Llegó a Oasis tras la muerte de su segundo propietario. Debido a su avanzada edad, Rayo padece artritis que le dificulta posarse, por lo que vive en una pajarera especial con perchas bajas y suelo blando. Sunny, una cacatúa sulfúrea menor de 26 años, es una chica simpática. "Te saca las llaves del bolsillo y las tira al suelo. Es muy, muy curiosa con absolutamente todo", dice Alexis Bordeaux, cuidador de animales. Sunny llegó a Oasis cuando su dueña murió de cáncer.
Erin, un guacamayo verde hembra, tiene unos 30 años. Vivió en cuatro hogares distintos antes de aterrizar en Oasis. Su último dueño la abandonó porque había empezado a atacar a personas y otros animales domésticos. Sassy, una cacatúa paraguas macho, tiene unos 28 años. Fue abandonado por su dueño debido a su agresividad. Le gusta triturar guías telefónicas y que le rocíen con agua. Twitch, un guacamayo severo hembra, tiene aproximadamente 25 años. Sobrevivió a una enfermedad aviar muy contagiosa y ahora debe vivir en la oficina, lejos de los demás pájaros.
Janet Trumbule, directora ejecutiva de Oasis, se encuentra en el aviario de guacamayos, un recinto exterior de 370 metros cuadrados en Benson, Arizona, donde viven 33 guacamayos y seis palomas domésticas macho, muchos de ellos rescatados de propietarios ancianos. También tiene cuatro loros en casa, todos rescatados excepto un gris africano llamado Elmo, que compró hace 26 años. "Elmo es lo que llamamos el pájaro del error. Muchos de los que tenemos loros compramos en su día un pájaro bebé. Ahora sabemos que nunca debemos comprarlos", dice.
Gene Bordeaux, miembro del personal de Oasis, un centro de rescate de loros situado en una zona rural de Arizona, abraza a Sunny, una cacatúa sulfúrea. "Es un pájaro de velcro. Tienes que quitártela de encima", dice. Las cacatúas pueden vivir hasta 60 años.
Twitch, una hembra de guacamayo severo, puede ser agresiva, por lo que tuvo nueve hogares durante sus primeros 11 años de vida. Ahora, el ave (un tipo de guacamayo enano) es amable con la mayoría de la gente.
Cosmo, una cacatúa moluqueña hembra de 28 años, nació con un buche anormalmente pequeño, una bolsa extensible que retiene la comida antes de digerirla. Como no puede retener tanta comida como un polluelo normal, Sybil Erden, fundadora de Oasis, la alimentó a mano hasta que pudo comer sola. Como Cosmo se destroza las plumas y no puede volar, vive en una pajarera especial con perchas bajas. También le gusta morder las botas.
Alexis Bordeaux, miembro del personal de Oasis, prepara la comida para las 800 aves del santuario con la ayuda de Zoey Blair, de 8 años, hija de Elizabeth Blair, empleada de Oasis, en 2024. La preparación de la comida requiere un equipo de personas y de tres a cuatro horas de diligente trabajo. Los loros reciben una mezcla de verduras de temporada picadas, garbanzos, pasta orzo, quinoa y cereales enrollados. Luego, antes de servir, los voluntarios lo completan con golosinas, como melón picado y frutos secos.
Aunque muchos loros y tortugas están cada vez más amenazados en la naturaleza, abundan demasiado en cautividad, afirma Janet Trumbule, directora general de Oasis, un centro de rescate de loros de Benson (Arizona).
El problema empeoró tras la pandemia, cuando la gente empezó a desprenderse de los animales exóticos que habían comprado durante el encierro.
"Cuando la gente empezó a viajar más, cuando todos nos vacunamos y la gente volvió a salir al mundo, tuvimos una oleada de abandonos. Estábamos tan llenos, estábamos más que llenos. Y todavía estamos recuperándonos. Ahora mismo, tenemos entre 30 y 40 [periquitos] esperando a entrar y probablemente entre 80 y 90... en acogida".
Cuando los criadores se dan cuenta de lo infelices que suelen ser las aves exóticas en cautividad, renuncian y se unen a la comunidad de rescate. "Pero hasta que llega ese momento, han contribuido al problema y han animado a un montón de sus amigos a meterse en esto también", dice Lemarié.
Mister, antes Missy, vive ahora vida mimada en Pacifica (California), donde disfruta de juegos acuáticos y una sombrilla para escapar del calor, como en esta foto de 2023. Ross rescató a esta tortuga radiada de 10 años cuando cerró una tienda de animales cercana.
Problemas tortuoso con las tortugas
Las tortugas son un reto especial. A menudo vendidas en tiendas de animales cuando son pequeñas y bonitas, tanto las tortugas radiadas como las de espolones africanas se convierten rápidamente en gigantescas criaturas que requieren amplios patios vallados, temperaturas cálidas todo el año y carretillas llenas de comida.
A medida que la pandemia se ha ido disipando, los rescates de tortugas en Estados Unidos han experimentado un gran aumento de personas que intentan deshacerse de sus mal consideradas mascotas, afirma Katie Rickon, fundadora de Tortoise Acres, un refugio de 40 hectáreas en Anderson, California. "Rechazamos entre 20 y 30 tortugas a la semana por falta de espacio", dice Rickon.
El problema se agrava por la longevidad de las tortugas: pueden vivir hasta 150 años o más.
"Mi consejo para las personas que tienen tortugas es que pongan en su testamento a quién quieren que vayan y que lo hablen con la persona a la que se las dejan", dice Amanda Ebenhack, rehabilitadora de fauna salvaje en Central Florida Wildlife Center Inc, un centro de rescate de dos hectáreas en Okeechobee, Florida.
Tanto Ebenhack como Rickon alojan a sus tortugas hembra y macho por separado para evitar que se reproduzcan.
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Planificando con antelación
Si alguien está pensando en adoptar un loro rescatado u otro animal exótico longevo, Lemarié recomienda a los posibles propietarios que investiguen a fondo cómo mantener a estos animales seguros y relativamente contentos en cautividad.
Además, hay que saber de antemano qué ocurrirá con ellos cuando uno fallezca, dice Trumbule.
Lemarié trajo a Petey, una cacatúa sulfúrea, a su casa de San Mateo tras la muerte de su dueño en 2023. Como el pájaro, de unos 20 años, puede ser agresivo con las mujeres, ha sido difícil encontrarle un dueño permanente. "Quiere atención, compañía y enriquecimiento: cosas que hacer, gente con la que bailar, juguetes con los que jugar", explica. "Si paso a su lado sin saludarle, me dirá 'Hola Petey' para llamar mi atención".
"He hecho un plan de sucesión y mis pájaros vendrán al santuario el resto de su vida", dice. "Cada vez son más los dueños de mascotas que lo hacen, no sólo de aves, sino de cualquier tipo de animal. Pero es muy importante con animales que sabes que te van a sobrevivir".
Christa Chadwick, vicepresidenta de los servicios de refugio de la ASPCA, señala en un correo electrónico que la organización sin ánimo de lucro ofrece recursos de planificación para los propietarios que añaden mascotas a sus planes de sucesión.
"Una vez que las mascotas entran en nuestras vidas, se convierten en miembros vitales de nuestras familias, dando y recibiendo amor, compañía y apoyo", dice Chadwick.
"Por eso es importante garantizar un cuidado ininterrumpido en caso de que nosotros mismos seamos incapaces de cuidarlos".
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.