Cómo diferenciar una tortuga de un galápago
No todo el mundo lo sabe: para empezar, las tortugas tienen "pequeñas patas de elefante". Además, sólo las tortugas marinas tienen verdaderas aletas.
Una tortuga de tierra, Gopherus polyphemus, a un lado de la carretera en Wiggins, Mississippi (Estados Unidos). La especie se considera amenazada.
La gente es propensa a crear estereotipos, pero nos encanta cuando alguien le da la vuelta al guión.
Así que cuando Hilary Brown preguntó [en 2017 a la versión estadounidene de National Geographic] cuál era la diferencia entre tortugas y galápagos [en inglés hay más confusión por lo similar de los términos turtles y tortoises], nos alegró saber que nuestras nociones sobre las tortugas estaban todas equivocadas.
¿Tortuga o galápago?
Sheila Madrak, bióloga especializada en tortugas marinas de San Diego (Estados Unidos), tiene una respuesta sencilla.
"Todas son tortugas", dice.
Fin.
Vale, hay más cosas, pero esa parte es cierta. "Tortuga" es el término que engloba a las 200 especies del grupo de los testudines, que incluye tortugas y galápagos. Todas las tortugas tienen dos características distintivas: un caparazón al que se fusionan sus costillas y vértebras, y una cintura pélvica que se asienta dentro de su caja torácica. Esta "estructura anatómica comprimida", dice Madrak, es lo que confiere a las tortugas su característico andar torpe.
Las tortugas pueden ser acuáticas, semiacuáticas o principalmente terrestres. Las tortugas terrestres no están preparadas para el agua.
Una tortuga verde, Chelonia mydas, especie en peligro de extinción, nada sobre un arrecife del sur del Caribe.
Una forma fácil de distinguir una tortuga de un galápago es mirar sus patas, "diseñadas para desplazarse por tierra", dice Madrak.
O incluso por debajo, ya que algunas galápagos son excavadoras, como las tortugas de tierra del sureste de Estados Unidos.
"Parecen diminutas patas de elefante", mientras que las de las tortugas semiacuáticas y acuáticas son palmeadas. Sólo las tortugas marinas tienen verdaderas aletas.
La mayoría de las tortugas tienen caparazones aerodinámicos, pero hay algunas excepciones. Las tortugas caja, por ejemplo, tienen un caparazón abovedado, al igual que las tortugas del fango amarilla y todas las tortugas terrestres.
Una tortuga de fango de Sonoyta, Kinosternon sonoriense longifemorale, en el zoo de Phoenix.
Todas las tortugas tienen también un escudo gular, una prolongación de la parte inferior del caparazón que sobresale por debajo de la barbilla. Los escudos gulares son más pronunciados en los machos, que los utilizan como armas para voltear a un oponente en una pelea, dice Madrak.
Cuellos laterales y galápagos
Para mayor complicación, hay dos subórdenes de tortugas cuyas clasificaciones se basan totalmente en cómo mueven el cuello.
Las Cryptodira, entre las que se encuentra la tortuga de caja del desierto, pueden llevar la cabeza hacia atrás dentro de su caparazón, pero las Pleurodira, o tortugas de cuello lateral, como la Matamata de Sudamérica, no pueden. Giran la cabeza hacia un lado y la esconden bajo el borde del caparazón para protegerse.
Y por último están los terrapines o tortugas espalda de diamante.
Un joven ejemplar de galápago de espalda de diamante ornamentado, Malaclemys terrapin macrospilota.
En su libro Turtles of the United States and Canada [Las tortugas de Estados Unidos y Canadá], Jeffrey Lovich, ecólogo del Servicio Geológico de Estados Unidos, describe las tortuga espalda de diamante como "tortugas de caparazón duro más o menos acuáticas", y afirma que la palabra terrapin "es en sí misma "una palabra algonquina que significa tortuga". Estas especies habitan en las marismas costeras desde Nueva Inglaterra hasta Texas (EE. UU.), prefieren vivir en aguas salobres.
(Relacionado: Así es Chonkosaurus, la tortuga gigante más famosa de internet)
¿No sabes qué hacer? No la toques
¿Por qué hay que saber distinguir una tortuga de un galápago?
A veces una identificación errónea podría ser fatal para el animal. En 2015, la Comisión de Pesca y Vida Silvestre de Florida tuvo tres casos de personas que habían liberado erróneamente crías de tortuga en el océano, donde las criaturas terrestres probablemente se ahogarían.
¿El consejo de nuestros expertos sobre interferir con la vida salvaje? No lo hagas.
"Deja libres las tortugas salvajes", dice Lovich; "siempre es tentador coger tortugas silvestres como mascotas, sobre todo las pequeñas", que son adorables pero pueden crecer más de lo que la gente espera.
Una tortuga de caja, Terrapene carolina carolina, camina sobre hojas teñidas de otoño.
"Si la gente quiere una tortuga como mascota, lo mejor es adoptarla en un refugio local especializado en animales exóticos", dice Lovich.
Si encuentras una tortuga que crees que está en peligro, llama a una clínica veterinaria cercana o a otro profesional que pueda identificar la especie y sepa cómo manejar las circunstancias.
Si es que hay que hacer algo.
Estos reptiles se las arreglaron bien durante millones de años sin la gente, señala Madrak. "Habrá tortugas cuando ya no haya Homo sapiens".
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.