Así es la experiencia de las personas transgénero en las salas de urgencias

Un paciente describió la experiencia: le hizo sentir como «un monstruo de feria». Pero algunos hospitales están avanzando hacia una asistencia médica inclusiva.

Por Susmita Baral
Publicado 21 mar 2018, 13:50 CET
Pacientes transgénero
Según una encuesta reciente, aproximadamente el 70 por ciento de los pacientes transgénero y de género no conforme se han enfrentado a graves discriminaciones en el entorno de la asistencia médica.
Fotografía de Anna Schroll, Fotogloria, Luz, Redux

Visitar la sala de urgencias de un hospital en busca de atención médica puede hacerte sentir vulnerable. Pero para pacientes transgénero, la experiencia puede ser aún más angustiosa. La falta de conocimiento del personal respecto a la salud transgénero contribuyen a que el paciente se sienta inseguro respecto a recibir una atención médica sin prejuicios y competente. A su vez, esto genera estadísticas alarmantes sobre el bienestar de la comunidad transgénero.

En la actualidad, entre el 0,6 y el 0,7 de la población estadounidense se identifica como transgénero, y estas personas tienen tasas desproporcionadamente altas de enfermedad y fallecimiento, en parte debido a la reticencia extendida a buscar tratamiento de urgencia e incluso a acudir a chequeos rutinarios por las inquietudes respecto a la calidad de la atención médica.

En un estudio que apareció en la edición de febrero de Annals of Emergency Medicine, la gran mayoría de adultos transgénero que acudieron a urgencias señalaron que los profesionales de la salud carecían de competencias en cuestiones específicas de la comunidad transgénero. Por ejemplo, muchos profesionales no entendían el significado de «transgénero» ni tenían experiencia o conocimientos sobre tratamientos transespecíficos, como los efectos de la terapia hormonal o las complicaciones de la cirugía de reasignación.

Un sujeto en particular contó que en visitas anteriores a hospitales se sintió como «un monstruo de feria». Experiencias similares hicieron que muchos participantes reconocieran haber evitado buscar atención médica por miedo a tratos indebidos, discriminación y vejaciones.

«Cuando estás tan vulnerable, es el peor momento para tener que preocuparte por cómo reaccionará la gente ante ti», afirmó un participante. Normalmente, la carga que supone educar a los profesionales de salud recae sobre los propios pacientes, según una encuesta realizada por la National LGBTQ Task Force de Estados Unidos. Pero a medida que aumenta la sensibilización transgénero, también lo hace el interés por educar formalmente a los profesionales de la medicina.

«Es una población con necesidades específicas y es absolutamente necesario tener un nivel determinado de competencias para proporcionar un tratamiento óptimo», afirma Acey Mercer, consultor del Training Institute for Gender, Relationships, Identity & Sexuality (TIGRIS) y psicoterapeuta en Choices Counseling & Consulting. «Espero que, con el tiempo, la salud transgénero se incluya en la formación obligatoria».

Formación para atención médica transgénero

En una reciente encuesta a lesbianas, gays, bisexuales, trans y queers (LGBTQ) estadounidenses, el 20 por ciento de los participantes afirmaron haberse sentido personalmente discriminados en visitas al médico o a centros de salud. Otra encuesta realizada por la organización sin ánimo de lucro Lambda Legal descubrió que el 70 por ciento de los individuos transgénero o de género no conforme han sido objeto de graves discriminaciones en el entorno de la asistencia médica.

Y en la U.S. Transgender Survey de 2015, el 33 por ciento de los participantes que habían visitado a un profesional de salud en el último año informaron haber tenido al menos una experiencia negativa, incluyendo el denegarles el tratamiento, haber sufrido agresiones físicas o sexuales, o haber tenido que enseñar a los profesionales cómo proporcionar una atención apropiada. Los porcentajes de experiencias como estas son aún más altos en personas transgénero de color o que tienen algún tipo de discapacidad.

En los últimos años, se han implantado varias iniciativas de formación transgénero en instalaciones sanitarias de todo el país, y están allanando el camino hacia la mejora de la atención médica.

En 2015, la Facultad de Medicina de la Universidad de Louisville en Kentucky puso en marcha un programa piloto llamado el eQuality Project, que introduce un nuevo plan de estudios que incluye competencias LGBTQ publicadas por la Association of American Medical Colleges (AAMC). El programa forma a estudiantes de primer y segundo año sobre las inquietudes respecto a la atención sanitaria común de personas con identidad transgénero o de género no conforme, o que han nacido con un desarrollo sexual diferente.

Los materiales de aprendizaje transgénero se incorporan en varias partes del plan de estudios y, hasta ahora, las opiniones de los estudiantes, el profesorado y los miembros de la comunidad han sido muy positivas, según Amy Holthouser, decana adjunta de educación médica en la facultad de medicina.

En la Universidad Case de la Reserva Occidental, en Ohio, los estudiantes reciben cuatro horas de formación obligatoria sobre atención a pacientes LGTBQ, que incluye terminología transgénero, las trabas para los tratamientos y aclarar cualquier prejuicio personal.

La Universidad de California, San Francisco, que alberga el Centro de Excelencia para la Salud Transgénero, tiene directrices a las que los proveedores de atención primaria pueden acceder sin restricciones, mientras que el Hospital Mount Sinai en Nueva York cuenta con un nuevo Centro de Medicina y Cirugía Transgénero, donde ofrecen las primeras becas del país en cirugía y psiquiatría en atención médica a personas transgénero.

En el Centro Médico Langone de la Universidad de Nueva York se entrena a actores transgénero para que interpreten a los denominados pacientes estándar, personas que interpretan situaciones sanitarias comunes para preparar mejor a los futuros profesionales para atender a pacientes con identidades de género no binario. Richard Greene, director de educación de género y salud en el centro médico, dice que es fundamental que sean individuos transgénero quienes actúen como pacientes para que la formación sea auténtica.

El trabajo de Greene llamó la atención de Kate Terrell, activista transgénero de 54 años que reside en el norte de Nueva York. Terrell hizo la transición social a finales de los ochenta y, según cuenta, la situación de la atención médica «es mucho mejor ahora» de lo que era hace una o dos décadas. Pero según ella todavía se puede mejorar. Tras haber sido víctima de discriminación verbal, que le denegaran atención médica y que incluso la manosearan en un hospital, se ha dedicado a mejorar el proceso educativo para que otras personas no tengan este tipo de experiencia.

«Si me duele el pecho, me quedo aquí sentada y pienso en cuánto me duele», explica. «¿Quiero soportar toda la mierda que tendré que soportar en un hospital?». Actualmente, Terrell ha usado los materiales de la NYU para cocrear un programa formativo para el Columbia-Bassett Medical School Degree Program.

Tratando a seres humanos

Los individuos transgénero también están tomando cartas en el asunto para ayudar a la comunidad a encontrar profesionales médicos competentes. Servicios como MyTransHealth y Rad Remedy ofrecen bases de datos simplificadas de redes de profesionales de la medicina tolerantes, inclusivos y formados .

Samuel Horton-Martin, que hizo la transición en el año 2000, ha tenido su propia ración de experiencias desagradables en entornos sanitarios, pero describe a su actual profesional médico como «fenomenal».

«Es consciente, respetuosa —respeta mi identidad de género y mis pronombres— y entiende las complejidades del tratamiento de pacientes trans», afirma Horton-Martin.

Aunque la formación de sensibilización mejorada para interactuar con personas transgénero es «definitivamente irregular», añade. Además de educar a los médicos actuales y futuros, Horton-Martin quiere que se proporcione formación a médicos veteranos que no hayan dispuesto de los recursos que existen ahora.

«Aunque la educación sobre salud transgénero ha mejorado mucho, todavía hay circunstancias en las que un profesional médico es respetuoso pero te sigue viendo como una rareza», afirma Horton-Martin.

Según Mercer, el consultor de TIGRIS, el debate también debe ir más allá del sistema educativo para profesionales médicos.

«Si tú no tienes experiencia como trans, entenderla no es necesariamente una posibilidad. No es el objetivo final», afirma Mercer. «El objetivo final tiene más que ver con cómo haces sitio a aquello que no podrás entender nunca».

Y para crear una verdadera experiencia de atención médica inclusiva y competente para pacientes transgénero, todos los profesionales sanitarios —no solo los médicos— necesitan educación y formación básica, según Elizabeth Samuels, autora principal del estudio sobre la atención de urgencia y posdoctorada del Yale National Clinician Scholars Program.

«Todo el mundo necesita saber cómo dirigirse a las personas trans, como hacerles preguntas, como preguntarles sus pronombres, los aspectos fundamentales de una buena atención centrada en el paciente para crear un entorno acogedor y de reafirmación de género», afirma Samuels.

Lo mínimo, según Terrell, es que los profesionales actúen de forma normal con sus pacientes transgénero. Lo más importante que los médicos pueden aprender o recordarse a sí mismos, según ella, es «tratar a los humanos como seres humanos».

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