Estos sensores podrían mejorar las primeras semanas de vida de los bebés prematuros
Los sensores inalámbricos podrían eliminar la necesidad de determinados cables, permitiendo que los padres puedan abrazarlos con menos obstáculos de por medio.
Es una reacción instintiva: los padres quieren coger en brazos a sus bebés en cuanto nacen. Tras tantos meses de espera, es un gran placer poder acunar ese cuerpecito y acariciar esa carita.
Pero esta intimidad puede hacerse añicos si un bebé nace demasiado pronto. Los bebés prematuros suelen ser ingresados justo tras nacer en la UCI neonatal (UCIN) más cercana, donde los conectan a una serie de máquinas que supervisan sus constantes vitales, entre otras cosas. Aunque este protocolo salva vidas, también crea distancia —tanto física como emocional— entre los padres y sus bebés e impide los cruciales vínculos piel con piel.
Sin cables
Ahora, un par de sensores inalámbricos revolucionarios podrían reducir drásticamente esta barrera. Esta investigación, publicada en la revista Science, es obra de un equipo interdisciplinario de científicos de materiales, dermatólogos, pediatras y estudiantes de la Universidad Northwestern. De aprobarse, los sensores avanzarían significativamente la tecnología de la UCIN, que «no ha cambiado mucho desde los años 60», según el dermatólogo e ingeniero médico Shuai (Steve) Xu, coautor del estudio.
La OMS estima que «cada año nacen unos 15 millones de niños prematuros», cifra que va en aumento. Según la Asociación de Padres de Niños Prematuros (APREM), en España nacen entre 33.000 y 35.000 bebés prematuros al año. Estos suelen sufrir complicaciones que los mantienen en la UCIN durante meses. Según el tiempo que se adelanten a la salida de cuentas de la madre, los problemas pueden incluir un peso alarmantemente bajo, pulmones infradesarrollados y la capacidad de mamar puede verse afectada.
Los bebés de la UCIN suelen estar unidos a cables que supervisan de forma continua constantes vitales como la temperatura corporal, el ritmo cardíaco y el nivel de oxígeno en sangre, entre otras. Pero si los nuevos sensores empezaran a formar parte de los cuidados habituales, «los cables básicamente desaparecerían», afirma John Rogers, el líder del estudio e ingeniero de la tecnología del dispositivo.
Un delicado equilibrio
Los sensores flexibles, ultrafinos y blandos no llevan pilas y están alimentados por una antena colocada bajo el colchón del bebé. Los sensores se adhieren delicadamente al pecho y el pie del bebé para poder recopilar y enviar las constantes vitales del bebé a una tableta, donde los enfermeros y otros miembros del equipo de cuidados pueden leerlos.
Además, los sensores son delicados con la frágil piel del recién nacido. Un bebé que nace prematuro es «básicamente una herida gigante», afirma Xu. La capa externa de la piel no se ha desarrollado del todo, por lo que hasta el más leve tirón o arañazo puede provocar dolor y posibles infecciones. «Esta tecnología tiene una fuerza miles de veces inferior» que los adhesivos tradicionales usados en la UCIN, según Xu.
Más abrazos, menos ansiedad
Para el estudio, que se llevó a cabo en el Hospital Prentice de la Mujer y en el Hospital Infantil Ann y Robert H. Lurie de Chicago, se supervisó a 21 bebés mediante cables tradicionales mientras los monitorizaban simultáneamente con los nuevos sensores. Los nuevos sensores fueron capaces de captar toda la información pertinente y también estimaciones de tensión arterial. Esto es fundamental, según Rogers, porque tradicionalmente la UCIN, las lecturas de tensión requieren el uso de un manguito que puede provocar moratones o incluso un procedimiento más doloroso e invasivo denominado línea arterial.
«Esto nos permite ir más allá del estándar clínico, e ir más allá es el futuro de la UCIN», afirma Rogers.
Gina Tesi pudo probar los sensores mientras su hija Riley se encontraba en la UCIN en el hospital Lurie. Riley y su hermana gemela Regan nacieron con siete semanas de antelación y, como Riley sufrió complicaciones graves, tuvo que permanecer dos meses en la UCIN. Cuesta desplazarse en torno a los cables, que además, según Tesi, refuerzan la triste realidad de que el bebé es un paciente de hospital.
«Sin todos estos cables piensas: “Esta es mi pequeña humana, a la que puedo coger y mimar”».
Los sensores no pueden eliminar algunos cables. Muchos bebés ingresados en la UCIN necesitan tubos de alimentación y otras líneas, como sistemas de administración de oxígeno llamados CPAP (por sus siglas en inglés) que ayudan con la respiración. Para Andreas Fiebig, dentista de Ginebra, Suiza, el CPAP supuso el mayor impedimento para el contacto con su hijo Yanis, que nació prematuro.
«Creo que el nuevo sensor supondría la mayor diferencia con los bebés que no necesitan asistencia respiratoria o alimentación por tubos», escribe por email.
Según Manuela Filippa, investigadora de cuidados para el desarrollo en las universidades de Valle d’Aosta y Ginebra que no participó en el estudio, los sensores también crean un entorno más pacífico si vibran en lugar de emitir fuertes pitidos, como hacen los dispositivos tradicionales de supervisión.
«Las potentes alarmas suelen aumentar la ansiedad de los padres y abrumar a los bebés prematuros», escribe por email. «Muchos padres dicen que todavía tienen grabado en la cabeza el sonido de las alarmas, aunque ya les hayan dado el alta».
En el futuro próximo
La FDA estadounidense todavía no ha aprobado los sensores, aunque Xu y Rogers creen que, si se superan todos los obstáculos normativos, podrán implantarlos en algunos hospitales en solo dos años. Y eso, según Bobbi Pineda, teraupeuta neonatal y profesor adjunto de la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington que no participó en el estudio, sería una bendición para los padres que se encuentran en esta difícil situación.
«Si estos nuevos sensores son seguros y fiables, podría transformar la experiencia de tener un bebé de alto riesgo en la UCIN», afirma Pineda por email.
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.