La pandemia pone de manifiesto por qué las mujeres necesitan mejores médicos
Muchas mujeres recurren a especialistas en lugar de a profesionales de atención primaria y ahora la pandemia obstaculiza el acceso a dichos especialistas. Un nuevo informe expone cómo corregir el sistema en Estados Unidos.
Las trabajadoras de un hospital ayudan a Zully, paciente de COVID-19 y solicitante de asilo, a dar sus primeros pasos tras retirarla del ventilador en la UCI del Hospital de Stamford el 24 de abril de 2020 en Stamford, Connecticut.
«No procede». Así responde Devon Anderson en los formularios que le piden que escriba el nombre de su médico de atención primaria. Anderson, de 38 años, dejó a su médica de atención primaria hace cuatro años cuando tuvo problemas para que la diagnosticara adecuadamente y la relación se deterioró.
«Cada vez que la visitaba, su respuesta era recetarme medicinas para el dolor o medicinas para una infección, pero yo sabía que me pasaba algo», explica Anderson, que vive en Canton, Ohio. Al final, su ginecólogo la derivó a uroginecología, donde le diagnosticaron cistitis intersticial, una enfermedad crónica que provoca dolor en la vejiga. Ahora acude a su ginecólogo para la mayoría de las derivaciones.
Anderson representa una tendencia creciente de adultos de menos de 60 años sin prestador de atención primaria, según un estudio de 2019 publicado en JAMA International Medicine. Al igual que Anderson, muchas mujeres consideran a sus ginecólogos sus prestadores de atención primaria. Muchas mujeres solo entran en el sistema de salud tras tener un bebé, por lo que muchas más caen en el olvido de un sistema fragmentado en el que la atención sanitaria materna, la salud de las mujeres y la atención primaria suelen estar desconectadas.
La pandemia de COVID-19 ha sacado a relucir aún más los fallos del sistema. Antes de la pandemia, un 54 por ciento de todas las visitas de pacientes eran a especialistas, como cardiólogos, oncólogos y ginecólogos. Ahora, el acceso a los especialistas podría demorarse o ser limitado debido a las restricciones de la pandemia, un motivo de especial preocupación para las mujeres, que recurren más a los especialistas para sus necesidades sanitarias generales.
Un nuevo informe del Commonwealth Fund, que se dedica a mejorar el acceso a la sanidad especialmente para las personas más vulnerables de la sociedad, detalla cómo afecta el modelo sanitario fragmentado de Estados Unidos a la salud de las mujeres. El informe también describe cómo debería ser un sistema adecuado e integral que responda a las necesidades de las mujeres.
Según el informe, un defecto fundamental es que el sistema sanitario estadounidense prioriza intervención sobre prevención. Un prestador de atención primaria puede seguir varias enfermedades y desarrollar una relación de atención médica con las mujeres con el paso del tiempo, mientras que los especialistas suelen abordar necesidades específicas. Por consiguiente, casi la mitad de las mujeres estadounidenses no recibe la atención de medicina preventiva que necesita, como señala Laurie Zephyrin, vicepresidenta de reforma del sistema de prestaciones del Commonwealth Fund y coautora del informe.
«Se supone que debería ser la puerta principal al sistema sanitario. El equipo de atención primaria debería ser el que aborde las necesidades de asistencia sanitaria, sociales y de salud mental de las personas», apunta. «Por desgracia, en Estados Unidos, comparados con otros países de riqueza similar, somos los que menos invertimos en atención primaria y nuestros prestadores de atención primaria no reciben reembolsos al mismo nivel que los especialistas».
Trabas a la atención sanitaria
El informe del Commonwealth Fund describe algunas de las mayores barreras a la hora de mejorar la atención sanitaria de las mujeres, empezando por el acceso básico. Según la Academia Estadounidense de Médicos de Familia, se estima que cada año podrían evitarse 130 000 muertes en Estados Unidos si se mejorara el acceso a la atención primaria de salud.
«Cuando analizamos la atención primaria de salud —sobre todo los prestadores de atención primaria que trabajan en comunidades de color— hay déficits en muchas áreas, ya sean comunidades urbanas o rurales», afirma Zephyrin.
“El cribado adecuado del cáncer de mama y la clamidia podría salvar las vidas de 3700 mujeres y prevenir 30 000 casos de enfermedad pélvica inflamatoria, una afección grave que puede provocar infertilidad o dolor crónico.”
Las zonas con menos prestadores de atención primaria registraban mayores índices de mortalidad por cáncer, cardiopatías y hospitalizaciones en todos los géneros y el acceso de las mujeres a la atención sanitaria puede sufrir más reveses. Se estima que el cribado adecuado del cáncer de mama y la clamidia podría salvar las vidas de 3700 mujeres y prevenir 30 000 casos de enfermedad pélvica inflamatoria, una afección grave que puede provocar infertilidad o dolor crónico.
Con todo, los profesionales de atención primaria de salud no suelen sentirse cómodos tratando las necesidades especializadas de las mujeres, específicamente las relacionadas con el bienestar sexual, la salud sexual o la salud menstrual, según indica Sirina Keesara, directora de salud de la mujer en el centro médico West Oakland Health en Oakland, California. «Las mujeres son derivadas a especialistas en salud reproductiva para la atención primaria específica de sexo, como las citologías vaginales y las mamografías», afirma Keesara.
El informe del Commonwealth Fund indica que, en general, la educación médica no se centra en necesidades específicas de género y «hay poca sensibilización sobre las diferencias de sexo en cuanto a la evolución y el tratamiento de una enfermedad y una falta de conocimiento sobre las experiencias sanitarias cruciales que viven las mujeres».
El papel social
La formación médica tampoco prepara a los proveedores para abordar las necesidades sociales de sus pacientes, aunque casi un 80 por ciento de los médicos las consideran importantes. «Los factores sociales representan grandes obstáculos para la atención médica. El transporte y el cuidado de los hijos son dos grandes barreras que impiden que las personas acudan en busca de la atención que necesitan», explica Keesara.
En general, las mujeres son las encargadas de realizar trabajos de cuidados no remunerados y de las labores del hogar. Las mujeres negras también son más propensas que las madres blancas e hispanas a ser la fuente de ingresos principal de su familia, según el análisis del Center for American Progress. Estas obligaciones combinadas suelen demorar que las mujeres busquen asistencia sanitaria.
Incluso cuando se dispone y se puede acceder a atención sanitaria regular y preventiva, podría ser menos probable que las mujeres de color recurran a ella por motivos culturales. Las barreras lingüísticas, las experiencias discriminatorias y la desconfianza general hacia el sistema sanitario entre las mujeres hispanas, negras y nativas americanas también se asocian al menor uso de los servicios sanitarios preventivos entre estos grupos.
Como consecuencia de estas trabas para las mujeres de color, unidas al racismo institucional en la asistencia sanitaria, es menos probable que se detecte el cáncer de mama en su fase inicial en mujeres negras, quienes también son más propensas a morir de esta enfermedad; las mujeres hispanas son menos propensas a que les practiquen citologías vaginales y mamografías y son más propensas a morir de cáncer cervical que las mujeres blancas no hispanas; y las mujeres negras y nativas americanas son de dos a tres veces más propensas a morir por causas relacionadas con el embarazo o el parto.
«Ha habido muchas conversaciones respecto a la atención materna y, frente a otros países, nuestros resultados de salud y bienestar maternos son peores», afirma Zephyrin.
“Hay que establecer relaciones y confianza e invertir en las vidas de las mujeres más allá de la consulta del médico.”
Una nueva perspectiva de la atención primaria
Un sistema integral de atención primaria de salud es uno que «proporcione servicios accesibles y de alta calidad centrados en la prevención, integrados con la salud mental y los servicios sociales, [y que sean] equitativos y eficaces», escriben Zephyrin y sus colegas en el informe del Commonwealth Fund. Eso quiere decir que el acceso a los seguros médicos o la asequibilidad no deberían determinar la calidad de la atención médica y la medicina preventiva debería coordinarse entre proveedores de salud física y mental, así como de servicios sociales, que sean culturalmente competentes.
Para ser realmente integral y mejorar la salud de las mujeres, Barbara Jones afirma que hay que establecer relaciones y confianza e invertir en las vidas de las mujeres más allá de la consulta del médico. Jones, médica de familia en el centro de atención primaria Northside Peachtree Corners en Peachtree Corners, Georgia, señala que la dinámica del hogar es uno de los indicadores más importantes de si un paciente puede mejorar su salud. Por ejemplo, los pacientes tienen dificultades para invertir la hipertensión y la diabetes cuando sufren estrés crónico por sus condiciones de vida. El informe del Commonwealth Fund también aboga por visitas personalizadas al médico, que se centren tanto en los antecedentes médicos individuales del paciente como en sus necesidades socioeconómicas, como el acceso a la vivienda, la comida y la seguridad frente a la violencia.
Una forma de conseguirlo sería integrar a los trabajadores sociales y a los trabajadores sanitarios de la comunidad para crear un equipo de proveedores que pueda realizar un seguimiento de las necesidades de los pacientes. En la clínica de Keesara en Oakland, California, utilizan unos administradores que revisan la información de los pacientes y hacen llamadas de seguimiento a pacientes que han tenido lagunas en la atención médica para conectarlos con los recursos sociales que necesiten, como centros de desintoxicación e información sobre acceso a la vivienda.
El informe apunta que la atención primaria de salud también debería centrarse en la prevención de las enfermedades, no solo en su tratamiento. Para Zephyrin, la atención sanitaria de las mujeres es una relación continua con traspasos agradables durante las transiciones a los especialistas según sea necesario, un modelo de sanidad donde la salud no ignore la comunidad, sino que esté integrado y codiseñado por las mujeres que viven en ella.
Incluso con este tipo de cambios sistémicos, Devon Anderson explica que la cultura de la medicina necesita valorar las voces de las mujeres y hacer que no se sientan solas antes de volver con un profesional de atención primaria. Por ahora, Anderson dice que seguirá yendo a su ginecólogo como médico de atención primaria.
«Eso no va a cambiar si no encuentro un proveedor de atención primaria que no me haga sentir como si fuera un estorbo».
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.