Las mujeres están en la primera línea de la respuesta a la COVID-19

Las mujeres son mayoría entre el personal sanitario global, pero apenas tienen representación en los puestos de liderazgo. ¿Puede cambiar esta situación?

Por Rachel Jones
Publicado 29 jul 2020, 12:02 CEST
Fotografía de Elizabeth Wanjiru

Elizabeth Wanjiru, una enfermera de la Cruz Roja, es presentada durante una celebración de los enfermeros y enfermeras en el estadio de Kenyatta en Machakos, Kenia, donde se ha establecido un hospital de campaña para tratar a pacientes con COVID-19.

Fotografía de Yasuyoshi Chiba, AFP/Getty Images

A mediados de mayo, Emma Robbins se subió a un avión privado en Van Nuys, California, que solo llevaba a tres pasajeros: ella, el actor oscarizado Sean Penn y el célebre director Sam Bayer. Penn y Bayer se disponían a reunirse con el presidente de la Nación Navajo, Jonathan Nez, para hablar de cómo la organización de ayuda humanitaria de Penn, Community Organized Relief Effort (CORE), podía ofrecer ayuda —como pruebas de COVID-19— a la reserva durante la pandemia. Invitaron a Robbins a acompañarlos.

Emma Robbins

Emma Robbins, directora del Navajo Water Project de DigDeep, trabaja para expandir el acceso al agua corriente en la Nación Navajo. Ella y su equipo (Robbins es la segunda por la izquierda) posan con los tanques de agua que instalarán para las familias navajo.

Fotografía de Shanna Yazzie

La artista y activista comunitaria de 33 años estuvo a punto de rechazar la invitación de última hora, ya que tenía mucho trabajo en su oficina de Los Ángeles. Pero no pudo desaprovechar la oportunidad de viajar al lugar donde había crecido y donde dirige el Navajo Water Project para DigDeep, una organización sin ánimo de lucro que pretende expandir el acceso al agua potable en Estados Unidos.

Un tercio de los habitantes de la Nación Navajo carece de acceso al agua potable corriente, una situación de salud pública peligrosa que se ha convertido en una catástrofe debido a la pandemia. La semana del vuelo de Robbins, las tasas de infección de COVID-19 en la reserva habían superado las de Nueva York y Nueva Jersey, convirtiéndose en las más elevadas del país. El gobierno federal ha destinado 600 millones de dólares a la Nación Navajo según la Ley de Ayuda, Alivio y Seguridad Económica por Coronavirus (CARES Act en inglés).

«Todo el mundo tiene una opinión respecto a qué hacer con el dinero», señala Robbins. «Pero ¿por qué tenemos esta tasa de infección? Es porque la gente carece de acceso al agua potable. Tienen que viajar, necesitan lavarse las manos, no hay alcantarillado. Supone un desgaste mental para mucha gente. Sabía que si participaba en la conversación podría cambiar las cosas».

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    Foto de una persona lavándose las manos

    Un tercio de los residentes de la Nación Navajo carece de agua potable y corriente, lo que dificulta lavarse las manos durante la pandemia.

    Fotografía de Mark Ralston, AFP/Getty Images
    Punto de distribución de agua y suministros

    En un punto de distribución de agua y suministros, la hilera de coches se extiende por toda la carretera.

    Fotografía de Mark Ralston, AFP/Getty Images

    El enfoque práctico de Robbins para combatir la COVID-19 refleja el de muchas mujeres del mundo que participan de forma directa en la respuesta ante la pandemia. Ya sea como trabajadoras sanitarias en primera línea, cuidadoras en las residencias de ancianos o activistas comunitarias, las mujeres trabajan largas jornadas gestionando las repercusiones de la COVID-19 al mismo tiempo que hacen malabarismos con sus propias responsabilidades familiares y de cuidado de los niños durante la pandemia. (Conoce a las mujeres que trabajan como voluntarias en la primera línea contra la COVID en la India.)

    Sin embargo, en lo referente a la toma de decisiones y los puestos de liderazgo durante esta emergencia, se observa una disparidad flagrante para las mujeres. Los datos de la Organización Mundial de la Salud estiman que, aunque las mujeres representan el 70 por ciento del personal sanitario global, solo ocupan un 25 por ciento de los puestos de liderazgo. Una fotografía del grupo de trabajo del coronavirus de Estados Unidos dirigido por el vicepresidente Mike Pence causó controversia porque solo aparecían hombres.

    Fotografía de Winnie Byanyima

    «Te haces oír porque crees que tienes una respuesta. Te organizas y buscas una solución», dice Winnie Byanyima, directora ejecutiva del Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/sida.

    Fotografía de Fabrice Coffrini, AFP/Getty Images

    Las mujeres de todo tipo de ramas sanitarias han identificado la crisis de la COVID-19 como una situación que les otorga influencia para ocupar más puestos de liderazgo. Según Winnie Byanyima, directora ejecutiva del Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/sida (ONUSIDA), que más mujeres están asuman el liderazgo en políticas sanitarias internacionales y en la respuesta de emergencia se traducirá inevitablemente en cambios positivos.

    «Las personas que históricamente han estado excluidas transforman una situación porque aportan nuevas perspectivas, nuevos temas, nuevas necesidades», explica Byanyima, una ugandesa que ha pasado toda la vida rompiendo barreras. Tras graduarse en ingeniería aeroespacial, trabajó para Uganda Airlines antes de unirse al Ejército Nacional de Resistencia en su lucha para derrocar al presidente ugandés Milton Obote. Más adelante, fue la directora ejecutiva de Oxfam International.

    Décadas de activismo político han impulsado el ascenso de Byanyima al nivel más alto del liderazgo sanitario global. «Mi historia es como la de muchas otras mujeres de países pobres que se enfrentan a una crisis tras otra y demandan soluciones», afirma. «Te haces oír porque crees que tienes una respuesta. Te organizas y buscas una solución. Así desarrollé mi liderazgo, pero siempre he querido participar en la búsqueda de una solución al mayor problema que afrontamos».

    Fotografía de Sasha Winslow

    En abril, la enfermera Sasha Winslow participó con otros trabajadores sanitarios en las protestas por las condiciones de trabajo peligrosas en los hospitales de Nueva York.

    Fotografía de Nina Berman, Noor, Redux

    En lo que respecta a la COVID-19, Byanyima dice que el mundo solo tiene que observar el éxito de países con lideresas. Alemania, Noruega y Nueva Zelanda han sido alabadas por su progreso con las pruebas de COVID, el rastreo de contactos y la contención de la propagación del coronavirus. De hecho, un análisis de las respuestas a la COVID-19 llevado a cabo por el grupo Open Democracy desveló que los países con mujeres en puestos de liderazgo han sufrido seis veces menos muertes confirmadas por COVID-19 que gobiernos con líderes masculinos. Y los gobiernos dirigidos por mujeres han logrado aplanar la curva del coronavirus y avanzar hacia una reapertura antes que otros países.

    «Un ejemplo de ello es Jacinda Ardern [la primera ministra neozelandesa]», señala Byanyima. «Durante su primera legislatura, ha tenido que enfrentarse a los mayores retos. Ha tenido un terremoto, un ataque terrorista y ahora la COVID-19. Pero la admiran porque su enfoque en cada caso se sale de lo establecido. Es un enfoque empático, transformador y multitarea».

    Aunque varias investigaciones demuestran que los hombres son más propensos a sufrir complicaciones graves por la COVID-19, las trabajadoras sanitarias de primera línea corren más riesgo de contraer la enfermedad que los hombres, según indica Michelle McIsaac. McIsaac, economista y especialista en trabajo sanitario de la OMS, dirige el programa de la organización sobre género e igualdad en el personal sanitario global.

    «Hemos oído que las mujeres son más propensas a verse afectadas por la escasez de equipo de protección individual o la falta de formación sobre el uso de EPI», explica McIsaac. Y lo que es peor, gran parte del EPI disponible, como los trajes de cuerpo completo, ha sido diseñado por hombres y a menudo no se adapta a los cuerpos de las mujeres ni tiene en cuenta sus necesidades menstruales.

    Trabajadoras sanitarias

    Las trabajadoras sanitarias llegan para su primer turno en el Grady Memorial Hospital en Atlanta, Georgia, donde están aumentando los casos de COVID-19.

    Fotografía de Audra ​Melton, T​he New York Times, Redux

    Con salarios más bajos, contratos precarios y la violencia y la agresión contra los sanitarios en general, es indiscutible que las sanitarias en primera línea son más vulnerables. «Esta pandemia ha demostrado que las mujeres son las “amortiguadoras” de la sociedad», dice Roopa Dhatt, que aún estaba en la facultad de medicina cuando fundó Women in Global Health para abordar la igualdad de género en los puestos de liderazgo en sanidad.

    Recientemente, Women in Global Health se asoció con Pathfinder International para establecer filiales en Burkina Faso, Etiopía, Níger, Nigeria y Pakistán. «Quién lidera —ya sea a nivel nacional o dentro del sistema sanitario de un hospital— importa no solo desde una perspectiva de género, sino también desde una perspectiva general de diversidad», afirma Dhatt. «Las mujeres deben moldear los sistemas sanitarios a todos los niveles».

    Uno de los mayores problemas que aborda la organización es la brecha de género en lo que respecta a la remuneración de las mujeres en el sector sanitario. «Tras la imagen del heroísmo de las mujeres en primera línea se esconde el hecho de que la mitad de lo que hacen las mujeres en el sector sanitario es trabajo no remunerado, que equivale a 1,3 billones de dólares anuales», afirma Dhatt. «Y si incluimos los cuidados sociales no remunerados, las estimaciones ascienden a 10 billones de dólares».

    Fotografía de Shaandiin Parrish

    Shaandiin Parrish, la actual Miss Nación Navajo, se prepara para distribuir comida, agua y otros suministros en Huerfano en la Nación Navajo.

    Fotografía de Sharon Chischilly/Getty Images

    Shirin Heidari, presidenta fundadora de GENDRO, una ONG con sede en Ginebra que apoya la igualdad de género mediante la investigación académica, propone que, para fomentar la igualdad de género en los puestos de liderazgo de forma eficaz, quizá se necesite un método más matizado para la recopilación de datos.

    Como ejemplo, dice que «los países no producen suficientes datos relativos al género sobre las tasas de infección ni la mortalidad entre trabajadores sanitarios. Un estudio de los primeros días de la pandemia en China desveló que las sanitarias en primera línea corren más riesgo de sufrir problemas graves de salud mental, depresión, insomnio y ansiedad, pero tenemos que comprender mejor esta dinámica». (Lee la historia de esta enfermera de Baltimore, que cuenta cómo es trabajar bajo la presión del virus.)

    Las lideresas como Byanyima dicen que su presencia en la escena mundial es crucial a medida que esta crisis se prolonga, para garantizar que haya igualdad a todos los niveles y conforme se desarrollan tratamientos y herramientas de prevención.

    Fotografía de una sanitaria en Río de Janeiro

    Una trabajadora sanitaria que se toma un descanso iluminada por los faros de un taxi que trae a un paciente a una clínica de la favela de Rocinha, en Río de Janeiro, Brasil.

    Fotografía de Leonardo Carrato, Vii, Redux

    «Aún estoy luchando para llegar a un acuerdo para que, si se fabrica una vacuna, se administre primero a los trabajadores sanitarios en primera línea», afirma Byanyima. «No puede ser que, si se descubre una vacuna, se la pongan un niño en un país rico como el Reino Unido mientras que una trabajadora de primera línea de Burkina Faso esté la última en la cola porque su país es pobre. Es una injusticia demasiado grande».

    A veces, para luchar contra las injusticias hay que aprovechar las oportunidades de mejorar, como volar en aviones privados con estrellas de cine. Cuando Emma Robbins visitó la Nación Navajo y se reunió con su presidente, Jonathan Nez, se metió en la conversación de inmediato e insistió en la necesidad del acceso al agua corriente en la reserva. Más adelante, presentó una propuesta para reforzar la infraestructura a través de los fondos de la Ley CARES.

    Desde abril, DigDeep ha distribuido más de 990 000 litros de agua embotellada y ayudado a 300 familias navajas a obtener agua corriente caliente y fría. Para finales de julio, habrán construido unos 300 tanques de almacenamiento de agua.

    Robbins señala que tener voz y voto supone una gran diferencia.

    «Es importante que las personas con poder no se olviden de lo que represento para estos proyectos y para mi equipo como mujer navaja», afirma. «Esa es la lección que he aprendido de las mujeres de mi familia: cuida de tu comunidad, porque es mucho más que cuidar de las personas a nivel individual, es cuidar de tu cultura y asegurarte de que levantas a todos».

    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.
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