Por qué Moderna podría tener ventaja en la carrera por la vacuna anti-COVID-19: la refrigeración
La empresa de biotecnología sostiene que su candidata puede proteger contra la enfermedad mortal y almacenarse en una nevera normal durante 30 días.
Los archivos de protocolo de la empresa de biotecnología Moderna para las vacunaciones anti-COVID-19 se almacenan en los Research Centers of America en Hollywood, Florida, el 13 de agosto de 2020.
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Aunque aún están en sus inicios, las noticias que llegan acerca de las vacunas anti-COVID-19 siguen aportando una esperanza muy necesaria a un mundo asediado por el virus.
El lunes, Moderna Therapeutics anunció la primera tanda de resultados intermedios de su esperado ensayo clínico en fase tres. La empresa sostiene que su candidata a vacuna tiene una eficacia de un 94,5 por ciento, una secuela asombrosa tras la revelación de las farmacéuticas Pfizer y BioNTech la semana pasada de que su versión tenía un índice de éxito similar. Como ambas son vacunas de ARNm, la noticia aporta una prueba más de que esta tecnología de vanguardia podría estar preparada para la primera aprobación en sus décadas de historia.
Lo más importante que nos enseñan las últimas novedades sobre las vacunas, entre ellas una tercera en Rusia, es que la ciencia funciona, señala Maria Elena Bottazzi, codirectora del Centro para el Desarrollo de Vacunas del Hospital Infantil de Texas en Houston. «Sabemos que estas vacunas inducen algunas buenas respuestas inmunitarias».
Aunque Moderna solo ha aportado una pequeña muestra de los datos, ha ofrecido más detalles que sus competidores. Específicamente, la empresa compartió los datos sociodemográficos de los voluntarios en el análisis intermedio, que concierne a un subconjunto de pacientes con casos confirmados de COVID-19 entre los 30 000 participantes del ensayo en fase tres.
Los datos incluían la cantidad de personas que pertenecían a grupos de alto riesgo, como adultos de más de 65 años y participantes con diversidad étnica. Al igual que Pfizer, Moderna sostiene que el análisis cumplió su fin principal, prevenir la infección, ya que ocurrieron cinco casos en el grupo vacunado mientras que 90 personas contrajeron el coronavirus en el grupo no vacunado, o grupo tratado con placebo. En cambio, la revelación de Moderna también incluía información sobre la gravedad de la enfermedad: se documentaron 11 casos graves entre los participantes tratados con placebo, pero ninguno entre los vacunados.
El mayor «notición» fue posiblemente otro comunicado que indica que la vacuna de Moderna puede almacenarse a entre 2 y 8 grados Celsius durante 30 días. Esa es la temperatura de cualquier nevera normal o de una nevera portátil llena de hielo. Esta característica podría dar ventaja a Moderna, ya que facilitaría la distribución masiva en zonas rurales y en países de bajos ingresos.
En cambio, la vacuna de Pfizer tiene que almacenarse a -70 grados Celsius, por eso las autoridades de salud pública temean que sea accesible solo en países ricos y en comunidades que puedan permitirse congeladores ultrafríos diseñados especialmente para este fin. La semana pasada, el consejero delegado de BioNTech, Ugur Sahin, contó a Reuters que su vacuna duraba hasta cinco días con refrigeración.
«Facilita las cosas, porque no se necesita un equipo nuevo», afirma Bruce Y. Lee, profesor de política y gestión sanitarias en la Universidad de la Ciudad de Nueva York que estudia las cadenas de suministro de vacunas. «Muchos niveles de la cadena de suministro ya tienen las neveras necesarias para otros tipos de vacunas».
Adaptarse a las cadenas de suministro
En la última década, conforme se disponía de más vacunas —como la del rotovirus y el PVH—, muchos países han adquirido una experiencia valiosa en la logística masiva: el transporte de las vacunas desde los fabricantes, su almacenamiento en ubicaciones céntricas y su distribución en motos o camiones refrigerados por ciudades y países.
El motivo por el que la vacuna de Moderna es más duradera con refrigeración normal es que sus científicos han averiguado una forma de mantenerla más estable. Lo han conseguido con una fórmula estratégica de nanopartículas lipídicas, la base estructural de la vacuna que también sirve como medio para transportar el medicamento a las células humanas, señala Aliasger K. Salem, director de ciencias farmacéuticas de la Universidad de Iowa. Aunque los detalles de la ciencia de Moderna están patentados, Salem dice que la vacuna anti-COVID-19 de la empresa probablemente se base en trabajos anteriores con nanopartículas lipídicas en vacunas para otras enfermedades infecciosas, como el virus respiratorio sincicial.
Otras técnicas para reforzar la estabilidad de una vacuna incluyen añadir más conservantes inertes al líquido empleado para almacenar el brebaje o modificar la estructura de las nanopartículas para proteger la cadena de ARN del desgaste con el paso del tiempo o del deterioro en temperaturas más cálidas.
Pese a la ventaja de poder transportar y almacenar la vacuna de Moderna con refrigeración ordinaria, todavía es demasiado pronto para declarar cuál es la ganadora. Eso se debe a que estas candidatas favoritas podrían funcionar de forma diferente según las características sociodemográficas de la población. En otras palabras, podrían necesitarse ambas vacunas.
“Es muy importante ajustar el tipo de vacuna a la cadena de suministro disponible y a las personas que recibirán la vacuna.”
«Es muy importante ajustar el tipo de vacuna a la cadena de suministro disponible y a las personas que recibirán la vacuna», explica Lee. Por ejemplo, a las personas que sean más difíciles de alcanzar (o que sean menos propensas a recibir una segunda dosis en una pauta de dos vacunas), sería aconsejable administrarles una vacuna de dosis única cuya protección sea más duradera.
Utilizar la infraestructura de refrigeración que ya existe tampoco sería coser y cantar. A principios de este año, la empresa de logística alemana DHL estimaba que 3000 millones de personas carecen de acceso a los recursos de refrigeración necesarios para suministrar la vacuna, incluso cuando se tiene en cuenta la refrigeración normal. Lee señala que los obstáculos en las cadenas de suministro son inevitables, ya que ningún gobierno ni agencia de salud pública ha tenido que actuar con tanta rapidez y a una escala tan gigantesca. «Podría darse una situación en la que una vacuna de Pfizer se ajuste mejor a algunos lugares y la de Moderna, a otros, y pronto saldrán al mercado otras vacunas», apunta.
Esas decisiones dependerán del acceso a más datos. En medio de las crecientes críticas a estos resultados intermedios y a su falta de transparencia, los expertos dicen que se ven obligados a compensar su entusiasmo inicial con posibles inconvenientes. Por ejemplo, Peter Doshi, profesor adjunto de investigación de servicios de salud farmacéutica de la Facultad de Farmacia de la Universidad de Maryland, afirma que el comunicado de Moderna no ofrece mucho contexto sobre 11 de los 90 casos considerados «graves».
En general, le preocupa que todos los ensayos de vacunas anti-COVID-19 empleen una definición demasiado libre de la palabra «grave» que «permita clasificar una enfermedad leve sin complicaciones como grave». «Quiero saber mucho más sobre estos casos», dice, y añade que dicha información sería fundamental para los consumidores que sopesan los pros y contras de vacunarse.
Otro factor a tener en cuenta es que una de cada 10 personas del análisis de Moderna habían tenido efectos secundarios como fatiga y todalgia (dolor en el cuerpo), que se definían como considerables o impedían las actividades cotidianas. «Para quienes eran de bajo riesgo desde un principio, los efectos secundarios podrían ser relevantes incluso con una vacuna muy eficaz», explica Doshi.
Los expertos sanitarios están ansiosos por conocer el desempeño de esta primera tanda de vacunas a largo plazo y si serán eficaces en niños y personas embarazadas, dos grupos infrarrepresentados en los ensayos de vacunas anti-COVID-19. Hasta que se hayan abordado estas cuestiones, habrá que considerar los resultados intermedios como un pequeño adelanto de lo que está por venir. «Esperemos hasta que salgan los datos finales», dice Bottazzi. «Esperemos también a ver la publicación revisada por científicos externos que detalle la ciencia tras los comunicados de prensa».
Mientras los científicos trabajan a destajo en estos ensayos clínicos, es posible que publiquen versiones mejoradas de vacunas anti-COVID-19 y quizá creen una que necesite menos refrigeración o ninguna. Los bioquímicos de Pfizer están trabajando en la fórmula química de su candidata a vacuna, que podría reducir la temperatura necesaria para almacenarla, señala Salem: «Están trabajando en una versión en polvo que necesitaría aún menos frío, pero es un trabajo en curso».
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.