La vacuna anti-COVID-19 y el embarazo: esto dicen los expertos

Puede que las personas embarazadas duden si ponerse o no la vacuna, ya que no hay datos sobre cómo funciona en ellas. Los expertos médicos explican qué se sabe por ahora y cómo puede sopesar cada persona sus propios riesgos y beneficios.

Por Amy McKeever
Publicado 9 feb 2021, 10:49 CET
Fotografía de una embarazada poniéndose la vacuna

Las personas embarazadas, que históricamente han sido excluidas de los ensayos clínicos, deben decidir si ponerse vacunas y recibir medicamentos sin contar con datos de seguridad. Pero los científicos han recopilado pruebas fehacientes sobre la seguridad de las vacunas pasadas, lo que podría ayudarlas a decidir a medida que se distribuyen las vacunas anti-COVID-19.

Fotografía de GETTY IMAGES

Para las personas embarazadas, la distribución de las vacunas anti-COVID-19 está planteando dudas inquietantes sobre si es más seguro vacunarse o arriesgarse a la infección. A pesar de las pruebas emergentes de que, en general, las vacunas son seguras y eficaces, apenas hay datos sobre si eso se aplica a las personas gestantes, aunque corren un mayor riesgo de sufrir complicaciones por la enfermedad.

En ocasiones, las autoridades sanitarias han publicado consejos contradictorios sobre el embarazo y las vacunas anticoronavíricas. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades estadounidenses (CDC, por sus siglas en inglés) han declarado que las vacunas deberían estar a disposición de las personas embarazadas, pero en definitiva dejan la decisión en manos de los futuros padres y madres y de sus médicos. La Organización Mundial de la Salud (OMS) no las recomienda a no ser que la persona embarazada sea de alto riesgo.

Entonces ¿cómo puede alguien tomar una decisión fundamentada sobre si es seguro vacunarse en ausencia de datos de seguridad? «Todo se centra en los aspectos de tu vida», afirma Ruth Faden, fundadora del Instituto Berman de Bioética de la Universidad Johns Hopkins en Maryland. Cada persona debe sopesar lo que se sabe sobre la vacuna y lo que sabe sobre su propio riesgo de contagiarse.

Aunque los expertos sugieren hablar de estas decisiones con un profesional sanitario, estos son los datos disponibles, los que todavía están analizándose y por qué hay motivos para ser optimistas.

Qué sabemos sobre las vacunas anteriores

En general, los científicos saben mucho sobre vacunas y embarazo, aunque históricamente han tardado más en obtener esas evidencias que los datos generales de seguridad. Debido a las complejidades éticas del embarazo —en el que progenitores y fetos afrontan riesgos interconectados— y el miedo a la responsabilidad legal, normalmente se excluye a las personas embarazadas de los ensayos clínicos aleatorizados necesarios para obtener la aprobación de un medicamento o vacuna.

“De esto se han derivado décadas de injusticia para las mujeres embarazadas.”

por RUTH FADEN, fundadora del Instituto Berman de Bioética de la Universidad Johns Hopkins en Maryland

En el pasado, solo se han conseguido datos que demuestran cómo funcionan las vacunas durante el embarazo años después de la aprobación de las mismas para su uso general. Muchos de estos estudios de continuación son observacionales e involucran a menos participantes. Por consiguiente, las mujeres embarazadas podrían dudar si vacunarse o no y los médicos podrían esperar para recomendársela.

«De esto se han derivado décadas de injusticia para las mujeres embarazadas», afirma Faden, que también dirige el Proyecto de ética de la investigación en el embarazo para vacunas, epidemias y nuevas tecnologías (PREVENT, por sus siglas en inglés). Aunque a veces puede parecer lógico no incluir a personas gestantes en los ensayos preliminares, «hemos protegido hasta la muerte a las mujeres embarazadas», dice.

Pero los científicos han recopilado pruebas irrefutables de que determinadas vacunas son seguras, eficaces y, algunos casos, muy necesarias. En la actualidad, los CDC recomiendan encarecidamente que las personas embarazadas se vacunen contra la gripe, que se sabe que causa complicaciones graves en mujeres embarazadas. Los expertos médicos también recomiendan vacunarse contra la tosferina, que puede resultar mortal para los recién nacidos. Las personas gestantes también pueden vacunarse contra otras enfermedades, como la hepatitis y la meningitis.

Las lecciones aprendidas de esas inmunizaciones han demostrado que no hay motivo para temer los tipos de vacunas que utilizan el virus muerto para suscitar una respuesta inmunitaria, ya que no pueden infectar ni a la gestante ni al bebé, afirma Geeta Swamy, profesora adjunta de obstetricia y ginecología den la Facultad de Medicina de la Universidad de Duke en Carolina del Norte y una destacada investigadora en inmunización materna.

Por otra parte, las vacunas que utilizan una pequeña cantidad del virus vivo —como la triple vírica contra el sarampión, la rubéola y la parotiditis, y la de la varicela— pueden causar infecciones leves que, según temen algunos científicos, podrían dañar al feto. Con todo, Swamy afirma que «incluso eso se basa en preocupaciones teóricas sobre el riesgo», no en pruebas de que ocurra.

¿Qué diferencias presentan las vacunas anti-COVID-19?

Las vacunas anti-COVID-19 de Moderna y Pfizer-BioNTech plantean un nuevo reto. Hasta ahora, la plataforma de ARN mensajero que utilizan no se había aprobado para su uso en humanos. Como tal, los únicos datos disponibles relacionados con el embarazo se derivan de estudios preclínicos en animales de laboratorio y unas cuantas participantes en ensayos clínicos que más adelante descubrieron que estaban embarazadas.

Pero sí sabemos bastante sobre el funcionamiento de la tecnología ARNm. En lugar de utilizar el virus vivo o muerto, estas vacunas contienen fragmentos del código genético recubiertos de lípidos que protegen el código para que no se degrade. Una vez se inyecta, el ARNm encarga a las células que produzcan la glicoproteína espicular del SARS-CoV-2, que desencadena la respuesta inmunitaria del cuerpo.

En teoría, esto es prometedor porque, como las vacunas pasadas, no incluye un virus vivo. «Todo lo que se entiende como biológicamente cierto sobre las vacunas de ARNm es increíblemente tranquilizador», dice Faden. «No debería tener ninguna repercusión en el embarazo ni en el desenlace del embarazo».

Anthony Fauci, asesor médico jefe de la Casa Blanca, también ha indicado que los datos, «hasta ahora, no muestran signos de alarma» para las personas embarazadas.

Con todo, los científicos han planteado dudas sobre cómo funcionan en realidad las vacunas de ARNm. La principal inquietud es si el ARNm puede atravesar la placenta y generar la glicoproteína espicular en el feto. No sería necesariamente perjudicial si lo hiciera —y no provocaría defectos congénitos—, pero se teme que el feto pueda sufrir efectos secundarios como dolor, hinchazón y fiebre. Swamy afirma que los estudios en animales no mostraron señales de efectos secundarios físicos, pero hay que probarlo en humanos.

Los efectos secundarios en la madre también podrían ser un problema. Christina Chambers, epidemióloga perinatal de la Universidad de California, San Diego, está realizando un estudio con mujeres embarazadas vacunadas contra la COVID-19. Señala que, cuando una mujer embarazada tiene fiebre, puede ser perjudicial para el bebé. «Si ese es un efecto secundario, querrías prestarle atención y hablar con tu médico para tomar algo que baje la fiebre», afirma.

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    “Lo urgente es obtener datos sobre las personas que están vacunándose.”

    por CHRISTINA CHAMBERS, EPIDEMIÓLOGA PERINATAL DE LA UNIVERSIDAD DE CALIFORNIA, SAN DIEGO

    Hay ensayos clínicos en fase de desarrollo que investigan los efectos de las vacunas en mujeres embarazadas. Faden desearía que dichos ensayos hubieran empezado cuando la FDA aprobó las vacunas, pero señala que el proceso está avanzando más rápido que en el pasado.

    «Antes nos sentíamos como uno o dos tambores solitarios que tocábamos en un vasto silencio», cuenta. «Ahora es una sección de percusión entera que exige más datos y la inclusión de las mujeres embarazadas en el despliegue de la vacuna. Y eso es excelente».

    Los riesgos de la infección

    Por otra parte, sabemos mucho sobre los riesgos de contraer la COVID-19 para las gestantes. «No cabe duda de que las mujeres embarazadas están en peores condiciones que las personas no embarazadas», afirma Swamy.

    Algunos estudios han demostrado que las personas embarazadas con COVID-19 corren más riesgo de hospitalización, ingreso en la UCI y ventilación mecánica. En enero, un estudio publicado en la revista JAMA Internal Medicine desveló que la COVID-19 se asociaba a mayores probabilidades de sufrir problemas de tensión arterial y parto prematuro, aunque no había mayores probabilidades de mortinatalidad. Y un estudio de octubre descubrió que una de cada cuatro personas embarazadas podrían tener síntomas persistentes de COVID-19, que pueden durar semanas o incluso meses.

    Pero el riesgo de enfermedad grave es inferior para las gestantes que para otros grupos de alto riesgo, como los ancianos o las personas con cardiopatías. Por eso es fundamental analizar los factores individuales que incrementan los riesgos individuales de una persona —como la cantidad de contactos diarios, el acceso a las pruebas y a EPI de alta calidad, y las enfermedades concomitantes como el asma o la obesidad— y si se puede hacer algo para reducirlos.

    También debe tenerse en cuenta la cronología. Swamy dice que no hay pruebas de que una vacuna pueda causar problemas congénitos o aborto espontáneo en el primer trimestre. Pero las mujeres con menor riesgo de infección podrían optar por no vacunarse durante ese periodo, que es crucial para el desarrollo de los órganos fetales y es cuando suelen ocurrir los abortos espontáneos. (La vacuna antigripal es segura en cualquier etapa del embarazo.)

    En el caso de las mujeres embarazadas con un alto riesgo de exposición y que carecen de la opción de reducir dicho riesgo, quizá tenga sentido vacunarse en cuanto sean aptas. Pero para cerciorarse, Chambers dice que «lo urgente es obtener datos sobre las personas que están vacunándose».

    ¿Qué nos queda por averiguar?

    Hay motivos para esperar que los científicos pronto comprendan mejor cómo funcionan las vacunas anti-COVID-19 durante el embarazo. A corto plazo, los expertos esperan con interés los datos sobre las trabajadoras sanitarias embarazadas que empezaron a vacunarse en diciembre. Faden afirma que los datos deberían ser sólidos, ya que a 20 de enero se habían notificado más de 15 000 embarazos entre personas vacunadas a los CDC.

    Además de las vacunas de ARNm, hay algunas opciones nuevas en el horizonte. Johnson & Johnson solicitó a la FDA estadounidense la aprobación de su vacuna el 4 de febrero, mientras que AstraZeneca y Novavax han publicado recientemente los datos sobre sus ensayos clínicos en fase III. Las tres vacunas dependen de tecnologías que ya se han estudiado en mujeres embarazadas, algo que según Swamy podría proporcionar más garantías.

    Estudios recientes han sugerido que, durante el embarazo, la vacunación podría tener beneficios añadidos. Un estudio publicado en la revista JAMA Pediatrics demostró que las mujeres infectadas de COVID-19 transferían anticuerpos protectores a sus bebés, sobre todo si se contagiaban en las primeras etapas del embarazo. El estudio no sugiere que esta transferencia ocurrirá tras la vacunación, señala la coautora Karen Puopolo, médica especialista en neonatología en el Hospital de Pensilvania. Pero Swamy afirma que es una buena noticia que los anticuerpos crucen la placenta con regularidad durante una infección natural y prevé que la vacunación tendría una respuesta similar.

    «Nos dice que vacunar a las mujeres podría ser como un “dos por el precio de uno”, que al vacunar a las mujeres también proporcionamos algunos beneficios durante la segunda infancia», afirma.

    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.
    Anticuerpos en forma de Y responden a una infección del SARS-CoV-2

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