Descubren que los planetas podrían afectar a la actividad magnética solar
Un grupo de científicos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas participa en el desarrollo de una teoría sobre cómo podrían afectar las mareas de los planetas al Sol.
Filamento de material solar expulsado al espacio durante una eyección de masa coronal, uno de los fenómenos asociados a la actividad magnética solar.
A través de explosiones, manchas y eyecciones de materia al espacio, la actividad magnética del Sol se manifiesta oscilando entre sus mínimos y máximos a lo largo de un ciclo de once años. Hasta ahora, existía una convicción generalizada sobre que los planetas apenas influyen en la actividad solar. Sin embargo, un nuevo estudio publicado en la revista Astrophysical Journal Letters ha hallado evidencias que sugieren lo contrario: el efecto marea de los planetas podrían afectar a la actividad magnética del Sol.
“El Sol tiene dos estados de actividad estables: un estado activo con gran amplitud y alta actividad solar, y un estado más tranquilo.”
El llamado mecanismo de resonancia estocástica podría ser la explicación, según propone en el estudio un grupo científico internacional que cuenta con la participación del Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA-CSIC).
La resonancia estocástica fue utilizada en el año 1981 con el objetivo de explicar la alternancia entre los periodos glaciales e interglaciares debido a la oscilación de los parámetros orbitales de la Tierra. «Bajo ciertas condiciones, este fenómeno puede amplificar señales débiles, en su mayoría periódicas, hasta el punto de que produzcan consecuencias significativas», afirman los autores en un comunicado del CSIC.
El Sol, un sistema biestable
En el año 2012 se publicó la primera hipótesis de que los planetas podrían influir en el Sol en un estudio en el que también participó el IAA-CSIC. Sin embargo, en él no explicaban cómo cuerpos tan pequeños podían afectar al Sol, cuya masa constituye el 99,86% de todo el Sistema Solar.
«Se reconstruyó la actividad magnética solar durante los últimos diez mil años analizando la concentración de berilio-10 y carbono-14 en hielos de la Antártida y Groenlandia y se comparó con el movimiento de los planetas alrededor del Sol», explican. En caso de confirmarse este nuevo modelo, permitiría predecir los fenómenos solares con mayor precisión.
«Hemos podido demostrar que el Sol tiene dos estados de actividad estables: un estado activo con gran amplitud y alta actividad solar, y un estado más tranquilo con una pequeña amplitud y menor actividad solar –indica Carlo Albert, investigador del Instituto Federal Suizo de Ciencia y Tecnología Acuáticas (EAWAG) de la Escuela Politécnica Federal de Zúrich, que participa en el trabajo–. Se trataría de un sistema biestable: suponemos que el Sol salta entre estos dos estados debido a las turbulencias en su interior. Y, dado que la turbulencia ocurre aleatoriamente, se esperaría que estos cambios ocurrieran de manera completamente irregular e impredecible».
¿Un ciclo solar superpuesto?
Sin embargo, los datos obtenidos de la medición solar sugieren que el salto de un estado a otro tiene un ciclo de unos 200 años; es decir, no ocurre de forma aleatoria.
«Los ingredientes de nuestro modelo son tres: biestabilidad, una señal modulada periódicamente, procedente de la débil fuerza de marea ejercida por los planetas, y ruido en el sistema, originado por la convección turbulenta existente en una zona del Sol que va desde la superficie hasta una profundidad de unos 200 000 kilómetros», explica Antonio Ferriz Mas, investigador del IAA-CSIC. «Hay una intensidad de ruido óptima tal que la débil señal de las fuerzas de marea de los planetas es amplificada lo suficiente como para influir en la generación del campo magnético del Sol».
Predecir la actividad solar: hacia un punto de inflexión
En los próximos pasos de esta investigación, el equipo tratará de confirmar esta teoría estudiando si las observaciones de la actividad solar a lo largo de los últimos siglos se pueden reproducir con este método.
«Tal predicción sería de gran interés, ya que parece que nos hallamos ante un punto de inflexión en la actividad solar», afirman los autores en el comunicado del CSIC. «Según la hipótesis de 2012, ahora apoyada por este trabajo, el Sol se encuentra al final de una fase activa y dirigiéndose lentamente hacia una más tranquila, y se han observado los primeros signos de que el ciclo de once años se está debilitando».
El análisis de los investigadores apunta a que, en los últimos milenios, el Sol ha experimentado varias fases tranquilas, llamadas grandes mínimos. Aunque no está demostrada la relación, el último gran mínimo, datado aproximadamente entre 1645 y 1715, coincidió con un período especialmente frío conocido como la Pequeña Edad de Hielo en Europa. «Pasarán, no obstante, algunos años más antes de que sepamos con certeza si el Sol entrará en un nuevo gran mínimo», concluyen.