El volcan hawaiano Mauna Loa entra en erupción por primera vez en 38 años
Por ahora, la erupción no amenaza ninguna zona poblada, pero los científicos siguen vigilando de cerca el mayor volcán activo del mundo.
Las fotos aéreas revelan la lava que fluye desde la Zona de Fractura Noreste de Mauna Loa en Hawái.
Tras un periodo de calma de 38 años (el más largo de su historia), el Mauna Loa de Hawái (Estados Unidos) ha vuelto a despertar.
Aproximadamente a las 23:30 hora local del domingo (10:30 del lunes hora peninsular española), el Mauna Loa, el mayor volcán activo del mundo, entró en erupción. La lava rezumó en Moku'āweoweo, la cima en forma de cuenco del volcán, tiñendo el cielo azul-negro con tonos carmesí. A lo largo de la noche, la lava emergió y fluyó en su mayor parte dentro de esta caldera, con una pequeña cantidad que se derramaba por la ladera. Pero al salir el sol, se vio cómo la roca fundida salía de nuevas grietas en los flancos nororientales del volcán, una sección de la montaña que se está desmoronando lentamente.
Por el momento, no hay centros de población importantes amenazados y no se han emitido órdenes de evacuación, pero la situación está evolucionando rápidamente, y las erupciones en el Mauna Loa han demostrado ser impredecibles en el pasado.
"Hay erupciones en el Mauna Loa que terminan en un día. También hay erupciones que se prolongan durante mucho tiempo. En realidad, ahora mismo no hay forma de saberlo", afirma Jackie Caplan-Auerbach, sismóloga de volcanes de la Universidad de Western Washington.
Por el momento, el Mauna Loa parece atenerse a un patrón conocido. "Comenzó en la cima y se desplazó rápidamente a la zona de la grieta", dice Wendy Stovall, vulcanóloga del Programa de Peligros Volcánicos del Servicio Geológico de Estados Unidos. "Lo siguiente realmente típico es que se quede en esa zona de grieta y no se mueva a ninguna otra parte del volcán".
Este es un día para el que los vulcanólogos, especialmente los del Observatorio Volcánico de Hawái del USGS, han pasado décadas preparándose ansiosamente. Ahora que la erupción ha comenzado, no parece que se esté desarrollando un escenario especialmente destructivo, lo que permite a los investigadores dar un tímido suspiro de alivio.
"Nadie se alegra de que esto haya sucedido, pero es casi como ver una película de terror después de que haya ocurrido el susto", dice Brett Carr, vulcanólogo de la Universidad de Arizona. "Ahora por lo menos sabemos lo que está pasando".
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Incendios de la Montaña Larga
Al igual que sus primos hawaianos, el Mauna Loa debe su existencia a una pluma de materia sobrecalentada que asciende desde las profundidades del manto terrestre hasta la base de la placa tectónica del Pacífico. Cuando esa pluma llega a la placa, se descomprime y el material comienza a fundirse, creando vastos depósitos de magma. Y a medida que la placa del Pacífico se ha desplazado con el tiempo, una cadena de volcanes alimentados por este soplete subterráneo se ha levantado a su paso.
El Mauna Loa, que se eleva 16 kilómetros desde su base en el fondo marino y cubre 5000 kilómetros cuadrados, es especialmente colosal. También es hiperactivo. Las erupciones se han observado durante siglos, desde que el archipiélago hawaiano fue colonizado por los polinesios marinos. Desde 1843, año en que se iniciaron los registros escritos detallados, se han documentado 33 erupciones.
La química del magma se ha mantenido constante desde entonces, dando lugar a flujos de lava extremadamente calientes (hasta 982 grados centígrados) y a una escasa actividad especialmente explosiva. En el pasado lejano, la actividad eruptiva se concentraba en la cumbre del Mauna Loa o en sus laderas. Pero las 33 más recientes comenzaron en la cumbre, y la mitad de ellas quedaron confinadas de forma segura en la caldera de Moku'āweoweo.
Sin embargo, en algunas erupciones, la lava ha salido de forma imprevisible de una de las dos zonas de fisura de los flancos del Mauna Loa. Si la lava sale de una de estas zonas, conocida como Zona de Fractura Suroeste, puede representar un escenario extremadamente peligroso, con pendientes pronunciadas capaces de canalizar la lava directamente hacia las zonas residenciales cercanas, como los distritos de Ka'ū y Kona Sur, en cuestión de horas.
Sin embargo, cuando la lava emerge de la Zona de Falla del Noreste, como es el caso de esta erupción, la situación es un poco menos precaria. La ciudad de Hilo está debajo, y ha sido amenazada repetidamente por incursiones de lava en el pasado, pero las laderas por encima de ella son suaves, y la parte más activa de la zona de la grieta se encuentra a kilómetros de distancia. Si la lava sigue fluyendo desde la Zona de Fractura del Noreste durante varias semanas, existe la posibilidad de que la roca fundida llegue a Hilo, pero los científicos sabrían si esto va a suceder con mucha antelación, dando a los residentes tiempo suficiente para evacuar.
"Afortunadamente, no estamos ante un escenario de Zona de Falla del Suroeste", dice Carr. "Ese es un escenario en el que podrían producirse pérdidas de vidas".
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La bestia despierta
A pesar de ser uno de los volcanes más vigilados de la Tierra, el Mauna Loa aún no ha revelado la mayoría de sus secretos. A pesar de algunos patrones comunes, cada erupción ha sido novedosa en algún sentido.
Una erupción de 1859 duró 300 días y produjo un flujo asombroso de 51 kilómetros de largo, destruyendo pueblos y recursos vitales. Una erupción de 91 años más tarde duró sólo 23 días, pero arrojó 375 millones de metros cúbicos de lava en la Isla Grande de Hawái y destruyó parte de la infraestructura de la isla. La erupción más reciente antes de ahora, en 1984, estuvo a punto de engullir Hilo, un escenario que, en el pasado, las autoridades han intentado evitar sin éxito utilizando explosivos para desviar los flujos de lava del Mauna Loa.
Desde 2019, Mauna Loa se ha agitado considerablemente. Ha estado cambiando de forma y temblando lo suficiente como para sugerir que el magma se agitaba en su interior. El pasado mes de septiembre, la agitación se acentuó aún más, lo que llevó a los investigadores a sospechar que el magma estaba siendo bombeado a un depósito en la cumbre. Los miembros de la defensa civil de Hawái celebraron reuniones poco después para preparar a los residentes para un posible escenario de emergencia.
Entonces, poco antes de que el magma saliera a la superficie el 27 de noviembre, el volcán comenzó a temblar furiosamente. "Hubo alrededor de una hora de sismicidad realmente elevada a medida que el magma se movía desde la región de almacenamiento de la cumbre hacia la erupción", dice Stovall. "Así que esa fue toda la advertencia que realmente tuvimos".
¿Por qué ha tardado casi cuatro décadas en volver a entrar en erupción y por qué ahora? Los investigadores tendrán que seguir estudiando la erupción y sus consecuencias para intentar averiguarlo. Está claro que algo cambió dentro del volcán, pero el desencadenante se desconoce por el momento. "Las cosas llegan a un punto en el que algo falla", dice Diana Roman, geofísica de la Institución Carnegie para la Ciencia en Washington, D.C.
La ausencia de señales de alerta en los días previos a la erupción no era inusual en el Mauna Loa. Tampoco lo fue el inicio de los fogonazos, que se produjeron de forma inofensiva en la cumbre. Pero entonces el personal del Observatorio Volcánico de Hawái que sobrevolaba el volcán divisó la lava que emergía de sus flancos septentrionales a las 6:30 de la mañana, hora local (17:30 hora peninsular española), del lunes 28 de noviembre. Ahora sólo queda observar y ver cómo se desarrolla la situación.
Hasta ahora, todo va bien
Como han demostrado los anteriores paroxismos del Mauna Loa, es difícil saber cómo puede evolucionar una determinada erupción. La actividad explosiva en la cumbre, que puede producir penachos de ceniza efímeros, es posible aunque poco probable durante esta erupción. Las principales amenazas son los flujos de lava procedentes del flanco del volcán, y el hecho de que lleguen a ser destructivos depende de lo abundantes y persistentes que resulten ser.
La lava puede cortar la carretera Saddle, que atraviesa la isla, y puede poner en peligro partes del cercano Observatorio de Mauna Loa. De ser así, eso sería inoportuno, pero está muy lejos de las posibilidades más devastadoras.
No hay que descartar la continua amenaza para la vida y la propiedad, dice Stovall, pero "hay alivio" entre los vulcanólogos, "especialmente porque el peor escenario no es el que tenemos".
Por ahora, el Servicio Geológico de EE.UU. y sus socios seguirán vigilando el volcán a todas horas y, tan pronto como sea posible, los científicos se desplegarán en el lugar, instalando equipos y tomando muestras de la lava para ver cómo cambia su composición (y su potencial de explosiones destructivas) a medida que se desarrolla la erupción.
Hasta ahora, dice Stovall, el Mauna Loa "se está comportando bien". La esperanza es que siga haciéndolo. "Sólo estamos al principio".
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.