Estamos rodeados de sustancias químicas que contribuyen al crecimiento de los miomas uterinos

Los científicos están empezando a descubrir la relación entre estos tumores tan comunes en las mujeres y los ftalatos, sustancias químicas presentes en cientos de artículos domésticos y cosméticos de uso cotidiano.

Por Priyanka Runwal
Publicado 16 ene 2023, 11:13 CET
Los plásticos utilizados para fabricar estas botellas de agua contienen ftalatos

Los plásticos utilizados para fabricar estas botellas de agua contienen sustancias químicas que alteran las hormonas, como los ftalatos, que pueden filtrarse en el agua.

Fotografía de Hannah Whitaker, Nat Geo Image Collection

Las sustancias químicas comunes denominadas ftalatos, presentes en cientos de productos domésticos, se han relacionado con los miomas uterinos, tumores no cancerosos del tamaño de una semilla o un balón de fútbol que crecen dentro o alrededor del útero. Estos miomas afectan a millones de mujeres y pueden causar dolor pélvico y de espalda, hemorragias menstruales abundantes, dolor durante las relaciones sexuales o problemas reproductivos.

Se sabe que los ftalatos interfieren con las hormonas y han sido objeto de investigaciones sanitarias durante más de una década. Varios estudios han identificado mayores riesgos de miomas entre las mujeres expuestas a estas sustancias químicas. En un análisis de 2017 de cinco estudios, investigadores de China encontraron mayores riesgos de miomas en mujeres con niveles crecientes de subproductos de un ftalato llamado DEHP (una sustancia química que comúnmente se agrega a los plásticos para hacerlos flexibles) en su orina. En un estudio preliminar de 2019, Ami Zota, científica de salud ambiental que ahora trabaja en la Escuela de Salud Pública Mailman de la Universidad de Columbia (Estados Unidos), y sus colegas descubrieron que los niveles más altos de ftalatos en la orina, en particular los subproductos del DEHP, se asociaban con miomas más grandes y un útero agrandado en mujeres negras de Estados Unidos sometidas a cirugía por miomas.

Se estima que una de cada cinco mujeres sufrirá un mioma en algún momento de su vida, siendo la edad comprendida entre los 30 y los 50 años la más común. Aunque es el tumor ginecológico más frecuente, es benigno en el 99% de los casos. Actualmente no existen medicamentos que puedan reducir permanentemente el tamaño del tumor. Estos tumores pueden reducirse por sí solos, sobre todo después de la menopausia, y muchas mujeres pueden no necesitar tratamiento a menos que los síntomas se vuelvan difíciles de manejar.

Algunos medicamentos pueden aliviar los síntomas, pero la cirugía es la única opción cuando los fármacos resultan ineficaces o los miomas dificultan el embarazo. Las pacientes pueden optar por tratamientos como una miomectomía para extirpar quirúrgicamente los miomas, que puede ser mínimamente invasiva y preservar el útero, pero en determinadas situaciones se hace necesaria una histerectomía para extirpar el útero.

Aunque los miomas uterinos son muy frecuentes, Zota afirma que no se conocen bien.

Los científicos no saben qué los provoca, aunque se han relacionado con mutaciones genéticas, desequilibrios hormonales y factores de riesgo como la edad, la raza, la obesidad y sustancias químicas sintéticas. Pero un estudio reciente ha descubierto que la exposición de células de miomas a un subproducto metabólico, el DEHP, estimula el crecimiento de estas células en el laboratorio y retrasa su muerte. "No estamos diciendo que los ftalatos inicien los tumores", afirma el ginecólogo Serdar Bulun, de la Facultad de Medicina Feinberg de la Universidad Northwestern, que dirigió la investigación. "Sin embargo, los ftalatos ayudan a que estos tumores crezcan hasta alcanzar grandes tamaños". Su equipo identificó una vía molecular que favorece la supervivencia y el crecimiento de estas células tumorales, aportando sólidas pruebas mecanicistas que conectan la exposición a los ftalatos con los miomas.

Según Tracey Woodruff, científica de la Universidad de California en San Francisco que estudia el impacto de los contaminantes ambientales en la salud reproductiva y que no participó en la investigación de Bulun, este estudio refuerza la relación entre estas sustancias químicas omnipresentes y una enfermedad muy poco valorada.

Pero los ftalatos están poco regulados, dice Zota, y es casi imposible evitarlos.

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Cómo entran los ftalatos en nuestro cuerpo

Los ftalatos, denominados "sustancias químicas por doquier", son una familia de compuestos químicos fabricados por el hombre y utilizados a menudo como plastificantes para conferir suavidad, flexibilidad y durabilidad a materiales como el cloruro de polivinilo o PVC (uno de los plásticos más utilizados) y el caucho sintético. Están presentes en muchos artículos domésticos, desde envases de alimentos y equipos de procesamiento hasta cortinas de ducha, materiales de construcción e interiores de automóviles. Los ftalatos también se utilizan como disolventes en cosméticos y otros productos de cuidado personal y para recubrir o encapsular ciertas píldoras farmacéuticas y suplementos dietéticos.

Las sustancias químicas pueden filtrarse de estos productos e introducirse en los alimentos, el aire y el agua, lo que significa que las personas pueden tragar, inhalar o absorber estas partículas de ftalato a través del contacto directo con la piel. A continuación, el organismo metaboliza estas sustancias químicas, generando subproductos que varios estudios han detectado en la orina, la leche materna y la sangre humanas.

Aunque la Agencia de Protección del Medio Ambiente de EE.UU. suele recurrir a estudios con animales para determinar los niveles de exposición seguros para los seres humanos, las investigaciones sugieren que ciertos ftalatos pueden causar efectos adversos en la salud humana incluso a niveles inferiores a los umbrales definidos. Por ejemplo, la exposición a niveles bajos de ftalatos como DEHP, DBP, BBP y DIBP durante el embarazo se ha asociado con problemas neurológicos, incluido el retraso del desarrollo cognitivo y el deterioro de la memoria en los niños. Estas sustancias químicas también se han relacionado con anomalías genitales en bebés varones.

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Cómo afectan los ftalatos a los miomas uterinos

En varios experimentos de laboratorio, la comunidad científica ha descubierto que la exposición al DEHP permitía que las células de los miomas uterinos en placas de Petri vivieran más tiempo y se multiplicaran más.

También se sabe que muchas células de miomas albergan mutaciones en un gen denominado MED12, que puede desencadenar la formación de tumores. La mutación puede producirse en una sola célula madre, dice Bulun. Luego, las células siguen dividiéndose y forman todo el tumor. El DEHP puede potenciar este proceso.

En un estudio de noviembre de 2022, Bulun y sus colegas demostraron el mecanismo molecular que subyace a la forma en que un importante subproducto del DEHP denominado ftalato de mono-(2-etil-5-hidroxihexilo) afecta a las células tumorales. Los científicos suelen estudiar estos subproductos de ftalato porque el organismo descompone rápidamente el compuesto original al que puede haber estado expuesto un individuo, dando lugar a una familia de metabolitos que se eliminan por la orina. El equipo descubrió que la sustancia química ayuda a las células tumorales a absorber un aminoácido llamado triptófano que se convierte en un compuesto llamado cinurenina que activa un receptor proteico llamado AHR (receptor de aril hidrocarburos) conocido por iniciar el cáncer. Este receptor activo favorece el crecimiento de las células fibroides, lo que da lugar a tumores más grandes.

"Pensamos que si podemos atacar y detener la conversión de triptófano en cinurenina, podremos detener o bloquear la activación del AHR", dice Bulun, "lo que podría estabilizar los tumores o reducir su tamaño".

Si bien vivir con miomas uterinos sintomáticos puede ser físicamente doloroso, el costo emocional de someterse a una histerectomía para las mujeres que aún aspiran a quedarse embarazadas es desgarrador, dice Saudia Davis, de 46 años, que vive en Chicago.

En agosto de 2021, sus miomas habían crecido rápidamente. Su barriga se abultaba. "Pasé de aparentar un embarazo de cuatro meses a uno de siete", dice Davis. Pero los tumores le causaban un tremendo dolor en la nalga izquierda y, con cada estornudo o tos, sentía un poco de incontinencia. Davis se sometió a una histerectomía ese mismo año. "Tuve que reconciliarme con el hecho de no poder tener mi propio hijo", dice. "Mis miomas eran tan grandes y estaban tan encajados en el útero que tenían que desaparecer".

Ni Davis ni sus médicos saben por qué desarrolló estos tumores en primer lugar ni qué desencadenó su repentino crecimiento. Las investigaciones demuestran que, en comparación con las mujeres blancas, las mujeres negras como Davis tienen entre dos y tres veces más probabilidades de tener miomas uterinos y sus tumores tienden a ser más grandes y numerosos, lo que provoca síntomas graves y mayores tasas de histerectomía. No está claro por qué corren mayores riesgos.

Se pregunta si fueron los alisadores que utilizó desde muy joven hasta los 42 años para alisar su pelo rizado. Estos productos pueden contener ftalatos y su uso podría estar relacionado con los miomas uterinos.

Pero no es fácil establecer la causalidad, afirma Kyungho Choi, científico de salud ambiental de la Universidad Nacional de Seúl (Corea del Sur). El tiempo que tardan los ftalatos en descomponerse en nuestro organismo es de horas, dice, y los niveles pueden fluctuar en un par de órdenes de magnitud cada día. Conocer los niveles de exposición cuando se inicia la enfermedad también es importante, añade Choi, pero casi imposible de determinar en el mundo real.

Aunque no podemos cambiar nuestra edad, nuestro sexo o nuestra genética, "sí podemos reducir la cantidad de sustancias químicas que utilizamos", afirma. "Su contribución puede ser pequeña, pero aún podemos controlarla".

Plásticos 101

Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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