Consecuencias de la humillación por sobrepeso, una práctica aún demasiado frecuente
Los expertos afirman que puede provocar desde depresión, ansiedad, trastornos alimentarios y otros efectos sobre la salud mental hasta problemas de salud cardiaca e incluso la muerte.
Estigmatizar a las personas por su peso es "la última forma aceptable de prejuicio", afirma A. Janet Tomiyama, profesora de psicología de la Universidad de California en Los Ángeles.
Hace unos años, Pauline Sobelman, asesora de beneficios sociales de 52 años en Nueva York (Estados Unidos), sintió una opresión en el pecho. Preocupada por la posibilidad de un problema cardiaco grave, acudió inmediatamente al médico. El primer problema con el que se topó Sobelman, que mide 1,65 m, fue que ninguna de las batas de la sala de exploración se ajustaba a su talla 3XL de más de 90 kg. Dice que cuando entró el médico, miró su cuerpo desparramándose por la bata inadecuada y, con los ojos muy abiertos y la cara contorsionada, dejó constancia de su disgusto. Es una mirada que Sobelman no olvidará.
"Tuve una increíble sensación de vergüenza, de que mi médico se horrorizaba al mirar mi cuerpo", recuerda.
Aunque el médico le diagnosticó correctamente su dolencia (tenía costocondritis, una inflamación del cartílago torácico), Sobelman no volvió a verle y desde entonces evita a los médicos. Hace poco, cuando necesitó ayuda con un problema de vejiga, llamó al nuevo médico antes de su visita para comprobar si aceptaba cuerpos más grandes. Sobelman no es la única que ha sido avergonzada por su peso por un profesional médico, así como por personas de todas las esferas de la sociedad.
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El estigma de las personas con sobrepeso
Estigmatizar a las personas por su peso es "la última forma aceptable de prejuicio", afirma A. Janet Tomiyama, profesora de psicología de la Universidad de California en Los Ángeles y una de las principales investigadoras en este campo.
En los últimos años, los científicos han documentado algo que las personas con sobrepeso saben desde hace tiempo: el estigma del peso está muy extendido y tiene graves consecuencias para sus víctimas. Puede provocar desde depresión, ansiedad, trastornos alimentarios y otros efectos sobre la salud mental hasta problemas de salud cardiaca e incluso la muerte.
El problema se ha hecho más urgente desde enero, cuando la Academia Americana de Pediatría publicó unas directrices que abogan por un tratamiento agresivo de los niños y adolescentes con sobrepeso. Esto anima a las familias a centrarse en el cuerpo de sus hijos a pesar de que, según los críticos, los adolescentes sometidos a la vergüenza del peso tienen mayores tasas de obesidad en la treintena. Una encuesta realizada a 2000 adolescentes y publicada en abril de 2022 reveló que aproximadamente la mitad prefiere no hablar nunca de su peso con sus padres, a pesar de que muchos consideran que principalmente escuchan de ellos mensajes positivos y de aceptación.
En España, se está extendiendo el término gordofobia entendido como "el odio, rechazo y violencia que sufren las personas gordas por el hecho de ser gordas. Es una discriminación que está cimentada sobre prejuicios respecto a los hábitos, costumbres y salud de las personas gordas, los cuales se nutren de la creencia de que el cuerpo gordo responde a una falta de voluntad o de autocuidado, de no hacer el esfuerzo suficiente para ser delgado, motivo por el cual merece “castigo” o rechazo", según asegura el Instituto Canario de Igualdad en una guía publicada en 2020.
Según la investigadora Mary Himmelstein, profesora adjunta de Ciencias Psicológicas en la Universidad Estatal de Kent (Estados Unidos), incluso las personas con más peso suelen avergonzar a los demás por su peso. Por ejemplo, alrededor del 42% de los estadounidenses tienen un índice de masa corporal que los clasifica como obesos, pero incluso algunas de estas personas se sienten cómodas burlándose de otras con cuerpos grandes, afirma.
En algunos casos, familiares y profesionales médicos creen que reprender a la gente por su peso puede inspirarles a perderlo, dice Rebecca Puhl, subdirectora del Centro Rudd de Política Alimentaria y Salud de la Universidad de Connecticut. Pero los estudios demuestran lo contrario. "Cuando la gente se avergüenza de su peso, en realidad aumenta el riesgo de engordar con el tiempo", afirma Puhl.
Otros creen que está bien juzgar a las personas con sobrepeso porque las ven representadas en películas y programas de televisión como desaliñadas, antipáticas y fuera de control. Y en las redes sociales, se suele atacar a las personas por su peso sin que haya represalias, afirma Tomiyama.
Esto se debe a que el peso se presenta como algo que está bajo el control del individuo, a pesar de que la ciencia ha demostrado que numerosos factores (la genética, el entorno físico y cultural, las bacterias intestinales) desempeñan un papel importante, y que las dietas no consiguen mantener el peso a largo plazo.
"Existe la idea de que la gente engorda más por su propia pereza", afirma Himmelstein. Se ha convertido en un signo de falta de fuerza de voluntad porque la gente cree que los demás podrían perder peso si quisieran, aunque la mayoría de las personas con un peso elevado lo han intentado durante años sin éxito, afirma.
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Depresión y trastornos alimentarios
El tipo de cuerpo más venerado no siempre ha sido el de una modelo delgada, porque una figura de alto estatus suele reflejar el estilo de vida de las personas con poder, afirma Tomiyama.
En épocas anteriores, cuando la comida escaseaba, los cuerpos más grandes proyectaban riqueza. En el siglo XX, con la abundancia de alimentos, el ideal de belleza se invirtió y las personas con cuerpos más grandes se consideraron menos deseables.
En Estados Unidos, el estigma afecta tanto a negros e hispanos como a blancos, y tanto a hombres como a mujeres. Los adultos jóvenes que experimentaron una devaluación de su cuerpo antes de la propagación de la COVID-19 eran más propensos a responder al estrés durante la pandemia deprimiéndose y dándose atracones que los que no habían sido estigmatizados, según una encuesta realizada en 2020 por Puhl y sus colegas. La vergüenza por el peso existe en muchos países occidentales que glorifican la delgadez. Una encuesta publicada en 2021 en la revista médica PLOS One documentó su carácter generalizado en 14 000 adultos con un alto índice de masa corporal en Francia, Alemania, Reino Unido, Australia y Canadá, así como en Estados Unidos.
Es importante señalar que muchas personas que son objeto de abusos por su peso y llegan a sentir vergüenza personal no se ajustan a la definición médica de obesidad. No obstante, estas personas más delgadas sufren efectos negativos similares en su salud, como ansiedad y trastornos alimentarios.
A menudo, las personas que sufren vergüenza tienden a evitar los entornos médicos. El estudio de PLOS One descubrió que dos tercios de las personas que han sido estigmatizadas atribuyen a sus médicos las palabras que las avergüenzan. Pero saltarse las revisiones rutinarias y retrasar las citas hace que las personas experimenten peores resultados de salud, afirma Himmelstein.
Incluso cuando las personas hacen frente a la indignidad, los médicos suelen achacar los síntomas de mala salud al peso de la persona, incluso cuando es más probable que intervengan otros factores, afirma Puhl. Esto le ocurrió a Sobelman cuando un dolor ocular la obligó a visitar a su optometrista de toda la vida en 2020. El médico afirmó que, como pesaba más que en su última visita, la diabetes debía ser la causa de sus problemas de visión. Ansiosa por el nuevo diagnóstico, Sobelman se apresuró a hacerse un análisis de sangre, que dio negativo. El problema resultó ser una lente de contacto mal ajustada, algo que el médico no había considerado en un principio.
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Humillación por el peso y hormonas del estrés
Con frecuencia, la vergüenza por el peso lleva a las personas a comer de una forma que de otro modo no harían. Cuando los investigadores estigmatizaron a las mujeres con sobrepeso en un estudio de laboratorio de un día de duración, descubrieron que las mujeres comían más que las que no se sentían estigmatizadas. Y Puhl y Himmelstein descubrieron que las personas con diabetes tipo 2 que son estigmatizadas de forma rutinaria hasta el punto de que aceptan sentir vergüenza por su peso son más propensas a darse atracones.
También son menos propensas a hacer ejercicio, algo que otros investigadores también han documentado. "Una persona de la que se burlan por su talla no va a querer ponerse un conjunto ajustado para ir al gimnasio", afirma Tomiyama.
¿Hay solución a la vergüenza fruto de la gordofobia?
En su opinión, la vergüenza por el peso desencadena un ciclo vicioso: sentirse rechazado hace que el cerebro libere cortisol, la hormona del estrés, que produce antojos de comida, sobre todo grasa y azúcar, y hace que el cuerpo deposite grasa alrededor del abdomen. "En tiempos ancestrales, esta [respuesta a un factor estresante] te permitía huir o luchar", afirma Tomiyama. "Hoy en día, sólo hace que la persona pese más, lo que conlleva la posibilidad de una humillación adicional".
Hasta ahora, los investigadores no han conseguido descubrir estrategias que reduzcan los prejuicios sociales sobre el peso. "Se está mostrando resistente a intervenciones que han funcionado con otros grupos estigmatizados", afirma Puhl. Por ejemplo, educar sobre los complejos factores que subyacen a la obesidad ayuda durante un tiempo, dice, pero el efecto no es duradero. Y aunque animar a personas de distintas razas a que se conozcan puede ayudar con los prejuicios raciales, esto no funciona con el peso, probablemente porque la mayoría de la gente ya conoce a muchas personas con un peso elevado, señala Puhl.
Puhl se muestra escéptico ante la posibilidad de encontrar soluciones mágicas mientras no se produzcan cambios a gran escala en las normas sociales. "La gente está rodeada en su vida cotidiana de mensajes que refuerzan el estigma [del peso] en lugar de cuestionarlo", afirma. "Si de verdad queremos reducirlo, necesitamos que cambien esos sistemas más amplios".
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.