Enfermera operando un mamógrafo en el Instituto Oncológico de Uganda (UCI)

¿Cuándo y con qué frecuencia hay que hacerse las pruebas de detección del cáncer de mama?

Un importante organismo estadounidense tiene previsto rebajar la edad recomendada para que las mujeres empiecen a hacerse mamografías, pero algunos expertos temen que no sea suficiente.

La detección precoz es clave para sobrevivir al cáncer de mama. Las mamografías periódicas han sido durante mucho tiempo nuestra herramienta de cribado de referencia, como se ve en esta imagen de una enfermera operando un mamógrafo en el Instituto Oncológico de Uganda (UCI) en Kampala (Uganda) en el Día Mundial contra el Cáncer.

Fotografía de Nicholas Kajoba, Xinhua, eyevine, Redux
Por Carrie Arnold
Publicado 27 oct 2023, 9:52 CEST, Actualizado 2 oct 2024, 11:19 CEST

En mayo de 2023, el Grupo de Trabajo de Servicios Preventivos de Estados Unidos (USPSTF, por sus siglas en inglés) sugirió varios cambios en sus recomendaciones sobre cuándo y con qué frecuencia las mujeres deben empezar a hacerse mamografías periódicas para detectar el cáncer de mama. Las actualizaciones se sugirieron tras una cuidadosa revisión de las pruebas más recientes, según John Wong, miembro del USPSTF y médico de medicina interna de la Universidad de Tufts.

"Las mamografías no evitan que se desarrolle el cáncer de mama, sino que lo detectan en un momento más temprano", afirma Wong. "En este borrador de recomendación, estamos diciendo que todas las mujeres deberían empezar a hacerse revisiones cada dos años a los 40 años".

Se trata de un cambio con respecto a las directrices anteriores, que recomendaban un cribado anual a partir de los 50 años, y es especialmente notable, ya que casi uno de cada 10 casos de cáncer de mama se da en mujeres menores de 45 años. Sin embargo, aunque muchos expertos aplauden el cambio, también han expresado su preocupación por la posibilidad de que las mamografías bianuales dejen cánceres sin detectar (y sin tratar) durante demasiado tiempo.

"Los beneficios en términos de supervivencia son mayores cuando la mamografía se realiza anualmente, a partir de los 40 años", afirma Priti Shah, directora del departamento de diagnóstico por imagen de la mama de VCU Health, en Richmond (Virginia).

En España, se recomienda la realización de la mamografía bienal (cada 2 años) a mujeres entre 50-69 años. "El beneficio entre mujeres de 45-49 es aún controvertido y debe por tanto individualizarse. El beneficio en mujeres por encima de los 75 años no se ha estudiado", asegura la Ascociación Española Contra el Cáncer.

Las recomendaciones aún están en fase de borrador. A continuación se explica cómo entenderlas y qué hay que saber sobre las nuevas tecnologías que se están desarrollando y que podrían ayudar a las mujeres a hacerse pruebas con más frecuencia y a detectar el cáncer antes, cuando es más tratable.

(Relacionado: El cáncer de mama se propaga más agresivamente mientras dormimos)

Por qué cambian las recomendaciones

Décadas de investigación exhaustiva han demostrado que el cáncer de mama surge de una combinación de causas genéticas y ambientales, desde mutaciones en los genes BRCA1 y BRCA2 hasta riesgos como el consumo de alcohol, la inactividad física, la terapia hormonal y la exposición a radiaciones ionizantes (que pueden causar mutaciones en el ADN).

Independientemente de la causa, los científicos llevan más de un siglo utilizando rayos X para identificar el cáncer de mama. A finales del siglo XX mejoraron las técnicas, como la compresión del tejido mamario entre las placas para mejorar la calidad de la imagen y nuevas estrategias para revelar imágenes en película. Los ensayos de mamografía a gran escala realizados en las décadas de 1980 y 1990 dieron lugar a algunas de las primeras recomendaciones de que las mujeres a partir de los 40 años se sometieran a mamografías periódicas.

Con el paso de los años, sin embargo, esa cifra se elevó a 50, y el USPSTF recomendó a las mujeres de entre 40 y 50 años que se hicieran las pruebas si creían que podían beneficiarse de ellas. Según Wong, parte de este razonamiento se debió a una mayor concienciación sobre los riesgos potenciales de la mamografía.

La mamografía sigue basándose en rayos X, que exponen a una pequeña cantidad de radiación. No estaba del todo claro si los daños potenciales de la radiación compensaban los beneficios de una mamografía. También había otros motivos de preocupación. Como todo en medicina, la técnica no es 100 por 100 eficaz para detectar el cáncer. Muchos de los puntos preocupantes señalados por un radiólogo al leer una mamografía resultan ser algo distinto de un tumor maligno. Estos falsos positivos cuestan tiempo y dinero, generan ansiedad y pueden exponer a las personas a riesgos derivados de otros tipos de procedimientos, como la biopsia.

Una de las tareas del USPSTF, dice Shah, es tratar de equilibrar estos riesgos y beneficios. 

"Tenemos que abordar estos riesgos pero no hay que confundir la hierba con la maleza", afirma.

Y estos riesgos y beneficios no son estáticos. Pueden cambiar a lo largo de la vida de una persona a medida que cambian sus condiciones de salud y sus valores, y a medida que la ciencia médica aprende más sobre los riesgos del cáncer de mama y los beneficios potenciales de la mamografía.

Uno de los mayores cambios de los últimos años ha sido el aumento del número de mujeres menores de 45 años diagnosticadas de cáncer de mama. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE. UU. calculan que el 9% de todos los nuevos casos de cáncer de mama se diagnostican en mujeres menores de 45 años. En España, en los últimos años también ha aumentado la tasa de nuevos casos de cáncer de mama entre mujeres menores de 45 años.

Aunque el USPSTF seguía recomendando la realización de mamografías periódicas a partir de los 40 años, muchas de estas mujeres quedaban fuera de sus recomendaciones formales. Esto significaba que sólo recibían un diagnóstico cuando notaban cambios en sus mamas, como bultos, engrosamiento o hinchazón, y secreciones del pezón que no eran leche materna.

Según Wong, cuando el equipo del USPSTF revisó los nuevos datos, volvió a fijar en 40 años la edad a partir de la cual se deben realizar mamografías.

(Relacionado: En busca del cáncer de mama: ¿es buena idea hacerse una prueba del gen BRCA?)

Pero, ¿hacemos suficientes mamografías?

Sin embargo, en lugar de mamografías anuales, el grupo de trabajo cambió las directrices a cada dos años. Este cambio suscitó la preocupación y las críticas de algunos expertos.

Según Aviva O'Connell, especialista en imagen mamaria del Centro Médico de la Universidad de Rochester (Nueva York), "hay datos abrumadores que demuestran que la mayoría de las vidas se salvan con un cribado anual a partir de los 40 años. Si retrasamos el cribado hasta los 50 años y sólo lo hacemos cada dos años, morirán hasta 100 000 mujeres".

Shah está de acuerdo: "Queremos empezar el cribado más jóvenes porque estos cánceres son más agresivos. No queremos esperar dos años".

A otros médicos estadounidenses les preocupa lo que significa para la cobertura del seguro y la equidad sanitaria en Estados Unidos. Bajo la Ley de Cuidado de Salud Asequible, todas las compañías de seguros de salud deben cubrir el 100 por ciento del costo de las mamografías de detección recomendadas. Mientras que algunos planes de seguros pueden mantener la cobertura total de las mamografías anuales una vez que las mujeres cumplen 40 años, otros pueden cambiar a la cobertura bianual, ya que seguirá cumpliendo con la ley.

Dado que las mujeres negras y BIPOC tienen muchas más probabilidades de padecer cáncer de mama, de que se les diagnostique en una fase avanzada y de morir a consecuencia de la enfermedad, esta falta de cobertura creará un importante problema de equidad sanitaria, afirma Toma Samantha Omofoye, radióloga mamaria del Centro Oncológico MD Anderson de la Universidad de Texas.

"Las disparidades en los resultados del cáncer se deben a problemas en todo el espectro sanitario. Esto hace que el acceso a mamografías de cribado tempranas y frecuentes sea una parte importante de la lucha contra las disparidades sanitarias", afirma.

(Relacionado: Un método basado en inteligencia artificial detecta el cáncer del futuro)

¿Es el futuro del cribado del cáncer de mama portátil?

Para algunas personas, sin embargo, incluso las revisiones anuales pueden no ser suficientes.

La generalización de las mamografías también ha aumentado la concienciación sobre las dificultades de tener mamas densas. Las mujeres con mamas densas (por lo general, más jóvenes) tienen más tejido fibroso y conjuntivo que proporciona soporte estructural a la mama. Este tejido es más denso que la grasa y las glándulas, y aparece de color blanco sólido en las mamografías.

Los senos densos, en sí mismos, no son un problema, dice Shah. Pero dificultan la identificación de posibles tumores en una mamografía. Por eso, los médicos han empezado a recomendar a las mujeres con mamas densas que se sometan a pruebas de imagen adicionales, como resonancias magnéticas y ecografías, además de sus mamografías anuales.

Para aliviar esta carga, los científicos trabajan en el desarrollo de tecnologías nuevas y más accesibles para el cribado del cáncer de mama.

Una de ellas es Canan Dagdeviren, ingeniera del Media Lab del MIT, que está construyendo un ecógrafo portátil que las mujeres pueden usar con su sujetador habitual. Esbozó su prototipo junto a la cama de su tía moribunda, cuyo cáncer de mama apareció por primera vez entre mamografías bianuales. Cuando la tía de Dagdeviren detectó algún cambio, el cáncer estaba demasiado avanzado para tratarlo.

Dagdeviren ve su dispositivo como algo que las mujeres podrían utilizar mensual, semanal o incluso diariamente, como parte de su rutina habitual, ya que la ecografía sólo dura uno o dos minutos.

"La detección precoz es la clave de la supervivencia. Según nuestros humildes cálculos, esta tecnología puede salvar 12 millones de vidas al año en todo el mundo", afirma.

Y no quiere detenerse en el cáncer de mama. Otros tipos de tumores, como el de próstata, también podrían detectarse con ultrasonidos portátiles.

Pero incluso mientras investigadores como Dagdeviren siguen desarrollando las herramientas de cribado del futuro, O'Connell afirma que simplemente conocer el propio cuerpo y prestar atención a los cambios sigue siendo una de las estrategias más importantes para detectar el cáncer.

"Sólo hay que ser consciente de lo que es normal para uno mismo, y entonces se puede saber si algo cambia", afirma.

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Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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