¿Qué debes comer y beber cuando estás enfermo?
Los resfriados y la gripe pueden quitarte el apetito justo cuando más necesitas una correcta nutrición. Estos son los alimentos que mantendrán tu sistema inmunológico en forma y algunos que podrían hacerte sentir peor.
¿Te apetece beber batidos verdes cuando estás enfermo? Los expertos dicen que ciertos nutrientes como la vitamina C son especialmente buenos para consumir cuando estás enfermo, pero en última instancia, debes escuchar lo que tu cuerpo te pide.
Sopa de pollo. Medio pomelo. Té caliente y humeante. Cuando uno está enfermo, todo el mundo, desde la abuela hasta el vecino de al lado, tiene una sugerencia sobre los alimentos que supuestamente nos ayudarán a recuperarnos pero, ¿cuánto hay de cierto en esto? ¿Nos ayudan realmente algunos alimentos a sentirnos mejor, o incluso a mejorar?
Y si es así, ¿por qué a menudo la enfermedad nos quita el apetito cuando pensamos que lo que más necesitamos es alimentarnos?
"Cuando una persona enferma pierde el apetito o la sed, suele ser señal de que su sistema inmunitario está trabajando a toda máquina", explica Colleen Tewksbury, dietista y profesora de Ciencias de la Nutrición en la Universidad de Pensilvania (Estados Unidos). Es un reto, añade, porque nuestro cuerpo necesita líquidos, además de proteínas, hidratos de carbono, vitaminas y minerales. "Si no tienes hambre ni sed, simplemente te encuentras fatal y estás intentando descansar, es realmente difícil cubrir esas necesidades", añade.
Pero puede ser importante intentarlo. "Una nutrición equilibrada puede acelerar tu recuperación, aumentar los niveles de energía y ayudar a fortalecer su sistema inmunológico", dice Shea Mills, nutricionista dietista registrada de la Clínica Mayo en Estados Unidos; "en general, es importante consumir una dieta sana y equilibrada cuando se está enfermo".
Sigue leyendo para obtener orientación de expertos sobre las razones por las que podrías no tener ganas de comer cuando estás enfermo, y consejos sobre qué comer y beber hasta que te recuperes.
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¿Muerto de hambre por la fiebre?
Las razones por las que a menudo no nos apetece comer cuando estamos enfermos son complejas y no se entienden del todo.
El sistema inmunitario necesita mucha energía para combatir la infección, por eso es bueno consumir alimentos sanos durante la enfermedad. Pero el inmunobiólogo Ruslan Medzhitov, de la Universidad de Yale (EE. UU.), afirma que, en última instancia, nuestro organismo no está optimizado para hacernos sentir mejor, sino para sobrevivir, y puede que no siempre perciba una infección como su mayor amenaza. "Eso es lo que resulta contraintuitivo", afirma Medzhitov.
Nuestros cuerpos calculan inconscientemente compensaciones que pueden incluir algunos desajustes evolutivos con la vida moderna, como los costes y riesgos que antes se asociaban al abastecimiento de alimentos. Antes de que el reparto de comida a domicilio fuera una opción, conseguir comida estando enfermo significaba exponer un cuerpo debilitado a encuentros con depredadores. Y encontrar comida también suponía un mayor esfuerzo energético. Aunque la vida ha cambiado, algunos teorizan que estos vestigios evolutivos pueden seguir desempeñando un papel en la reducción de nuestro apetito durante la enfermedad.
El cuerpo también hace concesiones fisiológicas para obtener energía durante una enfermedad, señala Medzhitov, y la comunidad científica aún está explorando cómo funcionan. En condiciones normales, el organismo se alimenta principalmente de la glucosa de los alimentos. En ayunas, incluso durante una enfermedad, recurre a los ácidos grasos como fuente almacenada de alta energía. Este cambio de fuentes de energía puede proteger los tejidos y órganos contra la inflamación causada por algunos patógenos, pero en otros puede ocurrir lo contrario.
Los anticuerpos (rosa) atacan las partículas del virus de la gripe (marrón). A veces, la gripe puede hacerte perder el apetito, un signo de que tu sistema inmunitario está a tope, dicen los expertos.
Las manchas pálidas en estos glóbulos rojos son partículas del virus de la gripe. La evolución ha preparado tu sistema inmunitario para sobrevivir, no para que te sientas mejor. Pero los expertos dicen que puedes reforzarlo con antioxidantes como la vitamina C.
Por ejemplo, Medzhitov y sus colegas descubrieron en un estudio de 2016 que los ratones infectados con el virus de la gripe se beneficiaban enormemente de la alimentación, mientras que los infectados con una bacteria, Listeria, no. Pero esto no significa que haya que matar de hambre a una bacteria y alimentar a un virus: los estudios en ratones no pueden decirnos mucho sobre los humanos. Pero la investigación revela la compleja relación entre alimentación y enfermedad.
Además, Tewksbury añade que cada persona puede responder de forma distinta a la misma enfermedad. "Desde un punto de vista fisiológico, se trata básicamente de una respuesta al estrés, y cada persona responde al estrés de forma diferente", explica.
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¿Cómo deberíamos alimentarnos si estamos enfermos?
El cuerpo necesita una serie y combinación de nutrientes específicas, niveles de proteínas, hidratos de carbono, vitaminas, etc., aunque Medzhitov afirma que esas preferencias son un blanco móvil que cambia con los estados de salud, desde el embarazo hasta los estirones o las enfermedades.
"La forma en que cambian durante una enfermedad depende del tipo de enfermedad, y ésa es la parte que no conocemos bien", afirma. "Se convierte en una cuestión muy interesante y compleja: ¿cuál es la gama y la combinación adecuadas de nutrientes?".
Mills sugiere que comer porciones más frecuentes, del tamaño de un tentempié, puede ser más apetecible que las comidas de mayor tamaño a las que estamos acostumbrados cuando estamos sanos. Si se intenta añadir proteínas, carbohidratos y una fruta o verdura, se puede mantener un buen equilibrio de vitaminas, minerales y macronutrientes.
Esa fórmula es la que originó la leyenda de la sopa de pollo.
"Las sopas a base de caldo tienen todos esos componentes, además de vitaminas, minerales y electrolitos", dice Tewksbury. Las sopas calientes y humeantes también pueden ayudar a descomponer la mucosidad en las infecciones de las vías respiratorias altas. "Cumple muchos requisitos".
Mills dice que algunas vitaminas y minerales también podrían ser objetivo de una dieta saludable para los enfermos. La vitamina C, procedente de frutas y verduras, es un potente antioxidante que ayuda a las células inmunitarias a prevenir y combatir las infecciones, dice, mientras que la vitamina D también puede mejorar la respuesta inmunitaria y reducir la duración de la enfermedad. El pescado azul, las setas y la carne roja son algunos de los pocos alimentos que contienen vitamina D de forma natural, pero algunos productos lácteos y cereales están enriquecidos con cantidades adicionales.
Mills también señala que es importante centrarse en la bebida. La hidratación es una parte clave de la lucha contra casi cualquier enfermedad, y puede ser especialmente difícil cuando el cuerpo está perdiendo líquido por los vómitos, diarrea, o sudar una fiebre.
"Bebe bebidas descafeinadas, como infusiones, agua, zumos 100% de fruta y bebidas con electrolitos bajos en azúcar, como agua de coco o de cactus, para favorecer la hidratación", dice. Tomar un batido de proteínas o un smoothie también puede aportar nutrientes esenciales cuando no tienes apetito para los alimentos sólidos.
Los suplementos también pueden desempeñar un papel importante, siempre que se utilicen correctamente. "Se ha demostrado que la suplementación con zinc al principio de ciertos tipos de infecciones del tracto respiratorio superior reduce la intensidad y duración de ciertos virus", dice Tewksbury. Pero debe hacerse pronto (dentro de las 24 horas siguientes a la aparición de los síntomas) y no está pensado como suplemento a largo plazo porque puede causar daños en dosis elevadas.
De hecho, el uso de cualquier suplemento para contrarrestar los resfriados u otras enfermedades es mejor que lo aconseje un expertos. "Si quieres probar un suplemento nutricional o medicinal para recuperarte de una enfermedad, habla primero con tu médico, dietista o profesional de la salud para asegurarte de que no interactuará con ninguno de tus medicamentos actuales y para saber cuál es la dosis correcta para ti", advierte Mills.
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Escucha a tu cuerpo
Aunque los alimentos no curan las enfermedades, algunos pueden aliviarlas: por ejemplo, un té caliente o un polo frío pueden ser calmantes, dependiendo de las dolencias que padezcas.
Pero otros alimentos pueden tanto ayudar como perjudicar, dependiendo de la persona. La capsaicina, presente en los pimientos picantes, puede ayudar a romper la mucosidad y abrir las vías respiratorias, pero también puede provocar náuseas o incluso aumentar la producción de mucosidad. Las bebidas heladas también pueden ayudar con el dolor de garganta, explica Tewksbury, pero "si tienes mucha producción de mucosidad, en realidad podría empeorarla".
En última instancia, dice, "ver qué te reconforta es ensayo y error, no hay una respuesta directa".
Medzhitov cree que escuchar al cuerpo y sus preferencias durante la enfermedad es probablemente la mejor estrategia. Lo que a uno le apetece, presumiblemente, suele ser lo que le pide el cuerpo.
"Creo que, como regla general, todos estos factores que intentamos comprender ya están contemplados", explica Medzhitov. Cuando se está enfermo, el deseo de un tipo de alimento y el disgusto por otro no son preferencias aleatorias. Son señales que millones de años de selección evolutiva han enseñado a tu cuerpo a reconocer. Si tu cuerpo necesita vitamina C, tendrás antojo de algo que la contenga, aunque a veces no sepamos qué es ese antojo".
Entonces, ¿descansar cuando estés cansado y comer en las proporciones satisfactorias? Sí, dice Medzhitov: "Creo que eso es lo más sabio que puedes hacer".
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.