Amigos de distintas generaciones conectan en Jodhpur (India)

Es difícil reconectar con viejos amigos: la ciencia podría tener una solución

Reavivar viejas amistades puede ser beneficioso mental y emocionalmente, pero cuando llega el momento de enviar el primer mensaje para recuperar la conexión, la mayoría de nosotros somos incapaces de pulsar el botón de envío.

A pesar de querer conectar, a menudo somos reacios a acercarnos a viejos amigos. Estudios recientes ayudan a determinar qué intervenciones pueden motivarnos a reavivar viejas amistades. Arriba, amigos de distintas generaciones conectan en Jodhpur (India).

Fotografía de Neven Grujic, Nat Geo Image Collection
Por Olivia Ferrari
Publicado 5 jun 2024, 15:14 CEST

Saber de un viejo amigo con el que has perdido el contacto puede ser una grata sorpresa, y reavivar esas viejas amistades puede ser sumamente satisfactorio. Los psicólogos llevan mucho tiempo señalando los beneficios de tener más amistades y más diversas. Pero según un nuevo estudio realizado por psicólogos de la Universidad Simon Fraser y la Universidad de Sussex (Reino Unido), a menudo dudamos en dar el primer paso para iniciar esas reconexiones.

El estudio incluyó siete grandes encuestas a casi 2500 participantes. Más del 90% de los participantes en la primera encuesta podían pensar en un amigo concreto con el que habían perdido el contacto y con el que les gustaría volver a hablar. Sin embargo, incluso cuando los participantes expresaron su deseo de retomar el contacto, pensaron que el amigo lo agradecería y se les dio tiempo para redactar un mensaje, sólo un tercio lo envió.

Para entender esta reticencia, los investigadores pidieron a los participantes de otra encuesta que valoraran su disposición a realizar varias tareas en ese momento, como ponerse en contacto con un amigo con el que habían perdido el contacto, hablar con un desconocido, comerse un helado y recoger una bolsa de basura. Los participantes estaban tan dispuestos a ponerse en contacto con un viejo amigo como a entablar una conversación con un desconocido, o a recoger una bolsa de basura.

A continuación, los investigadores intentaron fomentar la conexión mencionando estudios previos que demostraban que los mensajes de viejos amigos solían ser bien recibidos. Pero esta intervención no sirvió para mitigar las reticencias, y el número de participantes que enviaron mensajes siguió siendo bajo.

"Llegamos a la conclusión de que intentar hacer cambiar de opinión a la gente quizá no sea la mejor estrategia", afirma Lara Aknin, psicóloga de la Universidad Simon Fraser (Canadá) e investigadora principal del estudio. "En lugar de cambiar la mente de la gente, lo que realmente intentamos fue cambiar su comportamiento".

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Practicar el arte de la amistad

Su nuevo enfoque hizo que los participantes practicaran con un "calentamiento": un grupo dedicó tres minutos a escribir mensajes a amigos y conocidos actuales, mientras que otro grupo dedicó tres minutos a navegar por las redes sociales. A continuación, se pidió a todos que redactaran y enviaran un mensaje a un viejo amigo.

La tarea práctica resultó un éxito: el 53% de los que "calentaron motores" acabaron enviando el mensaje, dos tercios más que los que no habían "calentado motores". Sólo el 31% de los participantes en el grupo de redes sociales se puso en contacto con un viejo amigo.

Entonces, ¿por qué es éste un obstáculo que necesitamos calentar para superar? Con el tiempo, los viejos amigos pueden empezar a sentirse como extraños, explica Aknin. Esa distancia psicológica es lo que la gente señala como principal obstáculo para volver a conectar.

Según Giuseppe Labianca, psicólogo de la Universidad de Massachusetts Amherst (EE. UU.), que no participó en el estudio, el tipo de relación que dos amigos tenían antes de perder el contacto también puede determinar lo difícil que resulta salvar esta distancia. Una relación anterior estrecha y de mucha confianza hace más probable retomar la relación donde se dejó y disminuye el miedo al rechazo.

Nuestro miedo al rechazo y a la incomodidad puede estar volviéndonos demasiado precavidos, afirma Aknin.

En última instancia, tener más contactos sociales (y más diversos) es bueno para nosotros. Por eso, durante el aislamiento social de principios de la pandemia de COVID-19, muchas personas atrapadas en casa se pusieron en contacto con viejos amigos, lo que Labianca denomina "vínculos latentes".

"En muchos casos, parte de la razón por la que un vínculo se vuelve latente es porque la gente se muda, sus intereses divergen y pierden la pista de otras personas. Pero si lo piensas, eso es lo que hace que encontrarse con alguien a quien no has visto en mucho tiempo sea tan útil y tan interesante", dice Labianca; "vuestras vidas han divergido, así que puede que te enteres de algo nuevo, guay y diferente".

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Manteniendo la conexión mediante redes sociales

Puede que las redes sociales faciliten la reconexión con lazos latentes, pero también pueden hacer que nuestras conexiones sean menos profundas. Dado que, según la nueva investigación, la familiaridad facilita el contacto, las redes sociales podrían proporcionar una base de descanso de mayor familiaridad. "La gente sigue pasando por nuestras mentes, o al menos por nuestros canales", afirma Aknin.

Pero Labianca afirma que, aunque las redes sociales pueden fomentar el contacto con viejos amigos a un nivel superficial, reactivar por completo un viejo vínculo requiere una conversación real: una llamada telefónica o una interacción cara a cara, reaccionando el uno al otro en tiempo real.

Si quieres acercarte a un viejo amigo pero tienes dudas, Aknin señala que no eres el único; de hecho, eres como la mayoría. Un calentamiento como el del estudio puede ayudar, dice Aknin. Sugiere acostumbrarse a enviar mensajes a los amigos actuales, cambiar el nombre del destinatario por el de alguien con quien no hayas hablado en mucho tiempo y pulsar enviar.

La gente probablemente lo apreciará más de lo que esperas. Peggy Liu, psicóloga de la Universidad de Pittsburgh (EE. UU.) que no participó en el nuevo estudio, descubrió que tendemos a subestimar cuánto aprecian las personas que les tendemos la mano. "La sorpresa tiende a amplificar cómo nos sentimos... Así que en el extremo receptor, cuando se les tiende la mano, esos sentimientos de sorpresa realmente amplifican ese agradecimiento".

"La gente teme que la otra persona no quiera volver a conectar", dice Labianca; "la mayor parte de esto está en nuestras propias cabezas, y si tendieras la mano, te sorprendería lo entusiasmada que estaría la gente por volver a conectar. Y merece la pena hacerlo".

Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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