Beber alcohol mientras volamos en avión

Beber en un avión tiene un efecto único en tu cuerpo

¿Te gusta tomar una copa durante el vuelo? Ya sea para pasar el rato o para calmar la ansiedad, una copa podría empeorar aún más tu experiencia durante el vuelo.

Volar puede ser duro para el cuerpo, en parte porque la disminución de la presión reduce el oxígeno en el aire. El alcohol puede alterar la compensación natural de estos efectos.

Fotografía de Morgan Rachel Levy, Redux
Por Leah Worthington
Publicado 8 jul 2024, 12:42 CEST

Ya estás instalado en tu vuelo internacional de larga distancia. La presión de la cabina se ha estabilizado, la señal del cinturón de seguridad está apagada y el carrito del bar se dirige al pasillo. Por fin ha llegado el momento de relajarse, y no hay nada como un Bloody Mary o una copa de vino para ayudarte a dormitar durante unas horas, ¿verdad? Tal vez consideres que una siesta inducida por la bebida es una necesidad, para evitar el jet lag o la ansiedad.

Por muy relajante que parezca, esa bebida puede ser más perjudicial que beneficiosa. Una nueva investigación ha descubierto que el alcohol agrava los efectos de la altitud en el organismo, sobrecargando el sistema cardiovascular, reduciendo los niveles de oxígeno en sangre, agravando la deshidratación y perjudicando la calidad del sueño. También puede aumentar la ansiedad.

"¿Por qué no evitar beberlo en una situación que ya es estresante para el organismo?", afirma Eva-Maria Elmenhorst, autora del estudio.

Sin embargo, sigue habiendo dudas sobre cómo puede interferir exactamente el alcohol en la experiencia del vuelo, especialmente en el sueño, y sobre quién corre mayor riesgo de sufrir sus efectos sobre la salud. Los expertos analizan los fundamentos científicos de esta investigación y lo que pueden hacer los pasajeros para evitar los peores efectos.

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Los efectos fisiológicos aditivos del alcohol y la altitud

Al igual que el ascenso a una montaña, volar supone un esfuerzo para el cuerpo. Con el aumento de la altitud disminuye la presión atmosférica, lo que reduce la concentración de oxígeno en el aire (lo que también se conoce como hipoxia hipobárica) y provoca una reducción del oxígeno en los pulmones y en el torrente sanguíneo (lo que se denomina hipoxemia).

Aunque los aviones están presurizados para minimizar el impacto, un avión a la altitud de crucero estándar (9000 a 12 000 metros) seguiría teniendo una presión en cabina igual a la de una altitud de unos 2400 metros sobre el nivel del mar, dice Peter Hackett, experto en altitud y médico de urgencias. Para una persona sana, ese desnivel puede no ser perceptible, sobre todo porque nuestro cuerpo tiene mecanismos naturales de adaptación.

"El ritmo cardiaco es más alto, se respira más, o se hacen más respiraciones por minuto o más profundas", dice Andrew Luks, médico y profesor de medicina pulmonar, de cuidados intensivos y del sueño de la Universidad de Washington (Estados Unidos). Éstas son sólo algunas de "toda una serie de respuestas fisiológicas del organismo, la mayoría de las cuales tienen por objeto ayudar al cuerpo a adaptarse a las condiciones de bajo nivel de oxígeno y compensarlo".

Sin embargo, el consumo de alcohol puede alterar esta respuesta, afirma Hackett. Aunque no se conocen del todo los mecanismos, los expertos sospechan que el alcohol inhibe la ventilación y, por tanto, el consumo de oxígeno. "[El alcohol] es lo que llamamos un depresor respiratorio", afirma Hackett. Mientras que un cuerpo sobrio responderá a la altitud aumentando la frecuencia respiratoria, dice, "el alcohol embota esa respuesta".

De hecho, los investigadores descubrieron que los participantes que consumieron alcohol antes de dormir a una altitud elevada simulada registraron frecuencias cardiacas elevadas (15 lpm más que los participantes que no bebieron) y niveles de oxígeno en sangre reducidos (tres por ciento menos de concentración de oxígeno en sangre que el grupo sobrio). Ambos efectos sobrecargan el sistema cardiovascular.

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Por qué dormir durante el vuelo es un reto incluso sin beber

La calidad y la duración del sueño ya se resienten a gran altitud, incluso para las personas sanas y sobrias, según Luks. "La gente pasa mucho menos tiempo en las fases más profundas del sueño y en el sueño REM", afirma. Los niveles más bajos de oxígeno hacen que la gente se despierte con más frecuencia y experimente periodos de respiración interrumpidos por periodos de apnea, un fenómeno llamado respiración periódica.

Por supuesto, el ruido, las turbulencias, los asientos estrechos y las frecuentes interrupciones de un vuelo también contribuyen a crear un entorno de sueño poco ideal. "Hay muchas otras cosas que también contribuyen al problema", afirma Luks.

Aunque una copa de vino pueda parecer un buen relajante, en realidad el alcohol tiene un efecto adverso sobre la calidad del sueño, afirma Piano. Incluso a nivel del mar, se ha demostrado que el alcohol eleva la frecuencia cardiaca, lo que puede interferir con el sueño REM e interrumpir la relajación cardiovascular.

"Cuando se bebe mucho alcohol, éste tiene un efecto depresor y produce somnolencia", explica; "pero mientras duermes, el nivel de alcohol en sangre disminuye y, a determinados niveles, se convierte en un estimulante que te despierta".

La circulación de aire seco y frío en los vuelos tiene un efecto deshidratante que puede verse exacerbado por el alcohol. El alcohol inhibe las hormonas antidiuréticas, que hacen que la gente orine con más frecuencia, eliminando agua del cuerpo e interrumpiendo aún más el sueño. Añádele a esto los efectos perturbadores de la altitud sobre la respiración y el descanso, y tendrás la receta para un vuelo bastante agitado.

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El alcohol y la altitud afectan a unos más que a otros

La mezcla de alcohol y altitud provocó en los participantes sanos del estudio de Elmenhorst un grado de estrés cardíaco que, según Hackett, es comparable a "dar un paseo". El descenso de los niveles de oxígeno, por otra parte, podría causar dolores de cabeza o mareos, aunque dice que es probable que sea insignificante para las personas con buena salud.

Luks está de acuerdo y señala que las personas jóvenes y sanas (incluidos todos los participantes en el estudio) "suelen tolerar grados razonables de hipoxemia". Aunque los niveles reducidos de oxígeno durante un periodo prolongado pueden causar daños en los tejidos, en la mayoría de los casos, como en los vuelos, incluso los efectos combinados del alcohol y la altitud son leves, a corto plazo, y remitirán poco después de volver al nivel del mar.

Las implicaciones pueden ser más graves entre las personas mayores o que sufren enfermedades preexistentes, como cardiopatías o neumopatías, dice Mariann Piano, experta en abuso de sustancias y profesora de enfermería en la Universidad de Vanderbilt en Tennessee (EE. UU.). En teoría, dice, un aumento de la frecuencia cardiaca o un descenso de los niveles de saturación de oxígeno podrían causar una "consecuencia fisiológica aguda", como un fallo cardiaco.

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Consejos prácticos para los aficionados

Si no te apetece renunciar a esa bebida ocasional durante el vuelo, los expertos ofrecen algunos consejos para minimizar los efectos sobre el sueño y la salud.

Piano recomienda no consumir más de una bebida alcohólica en el transcurso de un vuelo. Lo mejor es tomar esa copa de vino o ese cóctel con la comida y complementarlo con más agua, añade. Y, al igual que en tierra, los efectos del alcohol son mayores con el estómago vacío.

En última instancia, cuando se analizan los efectos del alcohol, "siempre se reduce a una cuestión de cuánto", dice Luks; "tómate una cerveza o una copa de vino, pero no te pases".

Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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