Existen seis tipos distintos de depresión: ¿cuáles son las diferencias?
Decenas de millones de personas con depresión no están bien diagnosticadas. Investigadores de la universidad de Stanford demuestran que las imágenes cerebrales podrían revolucionar el tratamiento.
Investigadores de Stanford acaban de describir seis "biotipos" distintos de depresión. En un artículo publicado en la revista Nature Medicine, el equipo informa sobre los patrones de actividad cerebral propios de cada tipo, las características conductuales y la posibilidad de adaptar el tratamiento en función de estas observaciones.
De las casi 1 de cada 5 personas que padecen depresión en Estados Unidos, muchas no son diagnosticadas adecuadamente y acaban recibiendo tratamiento por ensayo y error, lo que puede resultar costoso, ineficaz, frustrante y, en algunos casos, perjudicial. Ahora, unos investigadores de Stanford pretenden cambiar esta situación identificando biomarcadores únicos para cada tipo de depresión con el fin de asignarles un tratamiento específico.
Sus hallazgos, publicados recientemente en un estudio de Nature Medicine, muestran los resultados del aprendizaje automático y las imágenes cerebrales en cientos de pacientes mientras realizaban tareas específicas y en reposo, lo que ayudó al equipo a identificar seis subtipos distintos de depresión.
“La psiquiatría, a diferencia de otros campos de la medicina, actualmente se basa en síntomas autoinformados y no utiliza pruebas biológicas para diagnosticar y tratar a los pacientes”, afirma Leanne Williams, autora principal del estudio y profesora de psiquiatría y ciencias del comportamiento en la Facultad de Medicina de la Universidad de Stanford: “Por ello, se necesitan pruebas que proporcionen diagnósticos precisos basados en los fundamentos biológicos de los síntomas para permitir tratamientos personalizados”.
Aunque el estudio de Stanford tiene limitaciones y es probable que aún falten años para que sus conclusiones puedan aplicarse a la atención directa de los pacientes de forma generalizada, los profesionales de la salud mental elogian la investigación por ayudar a psiquiatras y psicólogos a estar más cerca de poder utilizar los escáneres cerebrales para identificar y tratar la depresión de forma similar a como los cardiólogos utilizan las radiografías de tórax para identificar y tratar los problemas cardíacos.
“Aunque estos resultados no tienen ninguna aplicación clínica en la actualidad, constituyen un paso importante hacia la búsqueda de marcadores biológicos mensurables que puedan ayudar a realizar un diagnóstico preciso y adaptar el tratamiento”, afirma Robert Bright, célebre psiquiatra y director del Departamento de Psiquiatría y Psicología de Mayo Clinic Arizona, que no participó en la investigación.
Los seis tipos de depresión
El estudio aborda una creciente preocupación entre los profesionales de la salud mental respecto al casi 30 por ciento de personas diagnosticadas con depresión cuyos síntomas no mejoran incluso después de recibir múltiples intervenciones médicas.
“A pesar de todos nuestros avances en otros campos de la medicina, todavía no somos muy buenos a la hora de asignar a los pacientes (con depresión) el tratamiento que les va a funcionar, lo que hace que algunas personas pasen años pasando por múltiples tratamientos antes de encontrar uno que sea eficaz”, afirma Srijan Sen, neurocientífico y director del Centro de Depresión Familiar Eisenberg de la Universidad de Michigan.
Para ayudar, los investigadores de Stanford utilizaron la tecnología de resonancia magnética funcional (IRMf) para estudiar las regiones del cerebro más comúnmente asociadas a la depresión, como la amígdala, el hipotálamo, el hipocampo y el córtex prefrontal y, lo que es más importante, las conexiones (llamadas circuitos) entre esas estructuras cerebrales.
(Relacionado: ¿Merece la pena probar la ketamina para tratar la depresión?)
Determinar el subtipo de depresión de un paciente (también conocido como biotipo) es importante, explica Williams, porque cada uno representa una forma distinta en que una conexión cerebral importante puede funcionar mal o alterarse, dando lugar a los síntomas y comportamientos no deseados que asociamos con la depresión.
Según Bright, se sabe que las conexiones cerebrales alteradas examinadas en el estudio afectan a la capacidad de atención, la memoria de trabajo, la flexibilidad cognitiva, la planificación, la toma de decisiones, la rumiación, la motivación y las hormonas asociadas a las emociones positivas y negativas.
Los investigadores midieron estas funciones alteradas en relación con la depresión escaneando los cerebros de 801 participantes en el estudio a los que ya se había diagnosticado depresión o ansiedad, y estudiando después su actividad cerebral en reposo y mientras realizaban distintas tareas diseñadas para estimular la función cognitiva o las respuestas emocionales a diversas situaciones, dos exploraciones que no se habían estudiado antes de esta forma.
“Al cuantificar la función cerebral en reposo y durante tareas específicas, hemos demostrado que la depresión consiste en seis patrones específicos de disfunciones en seis circuitos cerebrales principales”, afirma Williams.
Estos seis circuitos y sus correspondientes perturbadores (biotipos de depresión) se denominan y definen de la siguiente manera:
1) El circuito de modo por defecto se activa cuando una persona está inmersa en procesos mentales internos, como el vagabundeo mental y la introspección. “Cuando este circuito se interrumpe, estos procesos mentales internos también se ven afectados”, afirma Williams.
2) El circuito de saliencia nos ayuda a centrarnos en estímulos emocionales importantes, tanto internos como externos. “Cuando este circuito se interrumpe, puede provocar síntomas físicos de ansiedad y una experiencia sensorial abrumadora”, explica.
3) El circuito del afecto positivo, también conocido como circuito de recompensa, es crucial para experimentar placer, recompensas, disfrute social, motivación y un sentido de propósito. “Las alteraciones de este circuito se asocian con insensibilidad emocional y un mayor esfuerzo para experimentar placer”, afirma Williams.
4) El circuito del afecto negativo es fundamental para procesar y responder a los estímulos emocionales negativos, como las amenazas y la tristeza. “Cuando se altera, las reacciones a las emociones negativas pueden ser más intensas y prolongadas”, explica.
5) El circuito de la atención (también conocido como red frontoparietal o ejecutiva central) interviene en el mantenimiento de la atención y la concentración. “Cuando se altera, los procesos atencionales se ven afectados y disminuye la capacidad de concentración”, afirma Williams.
6) El circuito de control cognitivo sustenta funciones ejecutivas como la memoria de trabajo y la planificación, además del control de pensamientos y acciones. “Cuando se altera, puede dificultar la toma de decisiones y la planificación”, explica.
Por qué los distintos biotipos necesitan un tratamiento específico
Cuando los médicos especializados en salud mental puedan identificar correctamente uno de estos seis biotipos de depresión responsables de la alteración de las funciones cerebrales sanas, podrán recomendar un tratamiento a medida, explica Aron Tendler, psiquiatra colegiado y director médico de BrainsWay en Burlington (Massachusetts, EE. UU.), que no participó en el estudio pero califica sus hallazgos de “extremadamente emocionantes”.
También elogia a los investigadores por medir con más detalle cómo funcionaban (o no funcionaban) algunos de los tratamientos más comunes para la depresión en cada biotipo.
Para ello, asignaron aleatoriamente a 250 de los participantes en el estudio a recibir psicoterapia o uno de los tres antidepresivos más recetados: escitalopram (Lexapro), venlafaxina (Efexor) y sertralina (Zoloft).
Williams afirma que sus hallazgos muestran múltiples ejemplos de pacientes con un biotipo que responden mejor a un antidepresivo que a otro, así como pacientes con un biotipo diferente que experimentan mejoras mediante la terapia de conversación cuando no habían respondido tan bien a la medicación.
(Relacionado: El desafío de aprender a dejar de tomar antidepresivos)
Estos hallazgos se basan en una investigación publicada anteriormente por el equipo de Stanford, centrada en un solo biotipo relacionado con el circuito de control cognitivo, en la que los investigadores pudieron utilizar la tecnología de resonancia magnética funcional para predecir la mayor probabilidad de remisión en pacientes con depresión que recibieron un tratamiento específico en comparación con los pacientes cuyos cerebros no fueron escaneados y, en su lugar, sólo recibieron atención general.
En ambos estudios y en investigaciones posteriores, los investigadores han demostrado lo útil que puede ser la tecnología de IRMf para ayudar a los médicos a encontrar el tratamiento más eficaz para los pacientes con depresión, reduciendo o eliminando la atención sanitaria mental de ensayo y error que ha sido el statu quo.
(Relacionado: De la inflamación a la depresión: la electricidad está revolucionando la medicina)
Limitaciones del estudio y de la industria
Aunque Paul Appelbaum, psiquiatra y distinguido profesor de la Universidad de Columbia, califica el estudio de Nature Medicine de “prometedor”, afirma que debe ser reproducido por otros investigadores y en poblaciones más diversas, ya que la mayoría de los participantes en el estudio eran blancos.
También es necesario incluir en futuras investigaciones muchos otros tratamientos establecidos contra la depresión, ya que el equipo de Stanford sólo analizó tres antidepresivos y un número limitado de psicoterapias.
El acceso a los equipos de IRMf necesarios para identificar el biotipo correcto de un paciente también puede suponer un obstáculo importante, ya que estas máquinas sólo están disponibles en un pequeño número de grandes centros médicos, por lo que el acceso es limitado y caro.
Por este motivo, “los médicos, incluidos los psiquiatras, rara vez prescriben IRMf a sus pacientes, y es muy poco probable que las compañías de seguros paguen estos costosos escáneres cerebrales hasta que muchas más investigaciones demuestren que los escáneres pueden predecir de forma fiable qué tratamiento beneficiaría más a una persona diagnosticada de depresión”, afirma Judith Beck, profesora clínica de psicología de la Universidad de Pensilvania y presidenta del Instituto Beck de Terapia Cognitivo-Conductual.
No obstante, si las conclusiones del estudio son coherentes con otras investigaciones y si se demuestra a las compañías de seguros y a los fabricantes de fármacos que los tratamientos específicos son realmente eficaces para reparar cada conexión alterada, “podríamos llegar a un momento decisivo en este campo”, afirma Jonathan Rottenberg, profesor de psicología de la Universidad de Cornell, que no participó en la investigación de Stanford: “Este trabajo tiene potencial para hacer más eficiente y eficaz el tratamiento de la depresión”.
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.