Todo lo que necesitas saber sobre el solsticio de verano
Te explicamos por qué el primer día oficial del verano es el más largo del año en el hemisferio norte.
La gente contempla el sol de mediados de verano mientras se eleva sobre el monumento megalítico de Stonehenge el 21 de junio de 2005, en Salisbury Plain, Inglaterra. Las multitudes se congregaron en el antiguo círculo de piedra para celebrar el solsticio de verano, el día más largo del año en el hemisferio norte.
Este artículo se publicó el 9 de noviembre de 2017 y se actualizó el 20 de junio de 2024.
El verano nos atrae durante todo el año con la promesa de refrescantes baños en la piscina o en el mar, riquísimos helados y tardes de relax a la sombra. Para quienes viven en el hemisferio norte, la estación oficial de verano empieza el 20 o 21 de junio, dependiendo de dónde vivas, con la llegada del solsticio de verano. En 2024, el solsticio de verano en el hemisferio norte será exactamente el jueves 20 de junio a las 22.51 en horario peninsular español.
Pero, ¿qué es exactamente el solsticio? Es el resultado de la inclinación del eje norte-sur de la tierra 23,4 grados hacia el Sol. Esta inclinación hace que cantidades diferentes de luz solar alcancen diferentes regiones del planeta durante la órbita de la Tierra en torno al Sol.
En el solsticio de junio, el Polo Norte se encuentra más inclinado hacia el Sol que durante cualquier otro día del año.
Esto significa que en el solsticio de junio, el hemisferio norte vive el día más largo y la noche más corta del año. En el hemisferio sur ocurre lo opuesto: junio trae el solsticio de invierno y el día más corto del año.
La Tierra no es el único planeta con solsticios y equinoccios; cualquier planeta con un eje rotacional inclinado también los tendría. De hecho, los científicos planetarios usan los solsticios y equinoccios para definir las "estaciones" en los otros planetas del Sistema Solar.
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Más luz solar no implica más calor
En el solsticio de verano, el hemisferio norte recibe más luz solar que en cualquier otro día del año, pero esto no significa que el primer día de verano sea el más caluroso.
La atmósfera y el océano de la Tierra actúan como barrera para el calor, absorbiendo y reradiando los rayos solares. Aunque el planeta absorbe gran cantidad de los rayos solares en el solsticio de verano, se necesitan varias semanas para liberar esa energía. Como resultado, los días más calurosos del verano normalmente coinciden en julio o agosto.
«Si lo comparas con encender un horno, a este le lleva bastante tiempo calentarse», explica Robert Howell, astrónomo de la Universidad de Wyoming. «Y después de apagarlo, tarda un buen rato en enfriarse. Pasa lo mismo con la Tierra».
La Tierra no está más cerca del Sol
Otra creencia popular errónea es que durante el verano —y especialmente durante el solsticio de verano— la Tierra está más cerca del Sol que durante otras épocas del año, según explica Mark Hammergren, astrónomo en el Planetario Adler en Chicago.
En realidad, la inclinación de la Tierra influye más en las estaciones que la distancia de nuestro planeta al Sol.
«Durante el verano del hemisferio norte, en realidad, estamos a más distancia del Sol», afirma Hammergren.
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El solsticio de verano es motivo de antiguas celebraciones
El solsticio de verano ha sido reconocido y celebrado por muchas culturas a lo largo y ancho del mundo.
Los antiguos egipcios, por ejemplo, construyeron las grandes pirámides de forma que el Sol, visto desde la esfinge, se situase exactamente entre dos de las pirámides en el solsticio de verano.
La cultura inca celebraba su correspondiente solsticio de invierno con una ceremonia llamada Inti Raymi, que incluía ofrendas de comida y sacrificios de animales e incluso de personas.
Recientemente, los arqueólogos han descubierto restos de un observatorio astronómico en una ciudad maya enterrada en Guatemala, en la que los edificios estaban diseñados de modo que se alineaban con el Sol durante los solsticios. Durante esos días, la población de la ciudad se resguardaba en el observatorio para contemplar a su rey dando órdenes a los cielos.
Y quizás el más famoso, el monumento de Stonehenge en Reino Unido, ha sido asociado con los solsticios de verano e invierno durante más de 5.000 años. Los observadores en el centro de estas piedras pueden contemplar el amanecer del solsticio de verano sobre Heel Stone, que se encuentra justo en el exterior del círculo principal de Stonehenge.
Algunas tradiciones se mantienen vivas
Para muchas culturas modernas, los solsticios y los equinoccios ya no son tan importantes.
Las únicas personas que «realmente prestan atención a lo que ocurre en el exterior de forma regular son los neopaganos y los agricultores, al menos en Estados Unidos, porque es importante para las estaciones de cultivo y de cosecha», explica Jarita Holbrook, una exastrónoma cultural de la Universidad de Arizona, en Tucson.
«El calendario era muy importante, mucho más de lo que lo es ahora», afirma Ricky Patterson, un astrónomo de la universidad de Virginia. «La gente quería saber qué era lo que iba a pasar, para poder estar preparados».
Pero en la actualidad, somos una cultura mucho más de interiores, por lo que tenemos menos conexión con el cielo.
Hammergreen sostiene que no le parece algo negativo que la importancia de los solsticios haya decaído en la sociedad moderna.
«Las culturas antiguas y algunas religiones modernas prestan mucha atención a algunos alineamientos naturales, y hay mucho misticismo y poderes sobrenaturales unidos a esto», afirma Hammergreen.