Todo lo que necesitas saber sobre los virus

Descubre de dónde proceden estos diminutos microbios y cómo siguen propagándose.

Por Maya Wei-Haas
Los virus bacteriófagos infectan a las bacterias y se replican en su interior.

Los virus bacteriófagos infectan a las bacterias y se replican en su interior.

Fotografía de Illustration by nobeastsofierce Science, Alamy

Los virus son curiosos. No están exactamente vivos según la mayoría de las definiciones, pero tampoco son inanimados. Han florecido y se han diversificado durante miles de millones de años y puede que incluso hayan contribuido, con un recubrimiento proteínico blando, a la aparición de la primera vida celular compleja.

Aunque estos microbios tienen una vertiginosa variedad de funciones y efectos sobre la salud, la estructura de un virus es sorprendentemente sencilla. Cada uno de ellos consta de material genético (ADN o ARN) encapsulado en una bolsa proteica llamada cápside. Algunos están además envueltos en un envoltorio lipídico blando. Estos diminutos paquetes virales miden entre decenas y cientos de nanómetros. Esto los hace más pequeños que la mayoría de las bacterias, que pueden ser tan pequeñas como una décima parte del tamaño de un glóbulo humano. Este tamaño tan diminuto hace que la mayoría de los virus ni siquiera puedan detectarse con un microscopio óptico.

La única excepción es un grupo conocido como virus gigantes, cuyos miembros tienen genomas asombrosamente grandes. Estos megavirus son cientos de veces más grandes que la mayoría, con cápsides de entre 400 y 500 nanómetros de diámetro y formas virales completas que pueden medir hasta 750 nanómetros.

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¿Cómo se reproducen los virus?

Debido a su estructura simple, los virus no pueden moverse ni reproducirse sin la ayuda de una célula huésped involuntaria. Pero cuando encuentra un huésped, un virus puede multiplicarse y propagarse rápidamente.

Para identificar el huésped correcto, los virus han desarrollado receptores en su superficie que coinciden con los de su célula diana ideal, lo que permite al virus introducir su material genético y secuestrar la maquinaria celular de su huésped para ayudarle a reproducirse multiplicando el material genético y las proteínas del virus.

Gracias a esta estrategia, estos diminutos merodeadores han prosperado y evolucionado al mismo ritmo que sus huéspedes. Según una estimación (hecha a la baja), sólo los mamíferos pueden ser infectados por al menos 320 000 virus diferentes. Este ejército viral puede causar síntomas tan leves como la tos o tan mortales como una hemorragia interna. Algunos virus pueden incluso provocar el crecimiento celular descontrolado que es la raíz del cáncer, como se cree que ocurre con el virus del papiloma humano y el cáncer de cuello de útero.

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¿Cómo se propagan los virus?

Dentro de sus huéspedes celulares, los virus pueden crear un enorme número de copias y propagar la infección a otras células. Por ejemplo, si contraes la gripe, tu cuerpo estará plagado de unos 100 billones de virus en sólo unos días, más de 10 000 veces el número de habitantes de la Tierra.

La forma en que los virus se propagan de una persona a otra depende del tipo. Muchos viajan en la niebla de gotitas que sale de la boca cada vez que tosemos o estornudamos, como por ejemplo el SARS-Cov2 que provoca la COVID-19. Diversos factores pueden influir en la rapidez de propagación de estos virus aerotransportados. La gripe, por ejemplo, parece sobrevivir más tiempo en ambientes frescos y secos, lo que puede ser la causa de su propagación habitual en invierno. Pero en las regiones tropicales, la alta humedad parece ayudar a que la gripe salte de una persona a otra.

Otros virus se propagan más fácilmente a través del contacto con otros fluidos corporales. Por ejemplo, el virus del Ébola se propaga por contacto con sangre, heces o vómitos infectados. A diferencia de muchos otros virus, los científicos creen que el ébola no puede propagarse por el aire después de que las personas infectadas tosan o estornuden.

Otros virus viajan a través de un intermediario, como un mosquito, que infecta a las personas al picarlas. Un ejemplo de estas enfermedades nacidas de mosquitos es el dengue, que causa una infección potencialmente mortal parecida a la gripe. El riesgo de dengue ha aumentado en los últimos años y actualmente amenaza a aproximadamente la mitad de la población mundial, según la Organización Mundial de la Salud. Otras conocidas enfermedades transmitidas por mosquitos son el Zika, el Chikungunya y el Nilo Occidental.

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¿De dónde surgieron los primeros virus?

Algunos científicos creen que los virus llegaron bastante tarde al juego evolutivo, formándose como restos de células que de alguna manera habían perdido la capacidad de replicarse. Pero otros expertos sugieren que los virus podrían ser anteriores a las criaturas más antiguas de la Tierra.

Los virus gigantes tienen una sorprendente independencia en comparación con sus diminutos homólogos, por lo que podrían haber proporcionado los componentes básicos de la diversidad de la vida que conocemos hoy en día. Según una hipótesis, la primera vida compleja se originó a partir de una célula que envolvió a un virus o, alternativamente, de una absorción viral fallida. En cualquier caso, el virus se convirtió en un residente celular permanente, formando el primer núcleo.

Sin embargo, los científicos ni siquiera se ponen de acuerdo sobre si los virus están realmente vivos. Para ser considerado un ser vivo, un organismo debe ser capaz de crecer, reproducirse y generar energía por sí mismo. Algunos investigadores también sugieren que los seres vivos deben ser capaces de responder a estímulos y evolucionar con el tiempo. Los virus no pueden generar su propia energía y, aunque pueden reproducirse e incluso evolucionar con la ayuda de un huésped, esas funciones son imposibles para una de las diminutas entidades por sí sola.

En su lugar, Albert Erives, de la Universidad de Iowa (Estados Unidos), sugiere que los virus son más bien enredaderas que se enroscan en las numerosas ramas del árbol de la vida. Pueden acceder a las criaturas de cada rama e infectarlas, corriendo hacia la cima para evolucionar a medida que sus desventurados huéspedes se transforman con el tiempo.

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    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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