Estos tres milmillonarios compiten en una carrera espacial: ¿quién ganará?

Elon Musk tiene los ojos puestos en Marte, Jeff Bezos en la Luna y Richard Branson en el turismo espacial. Hay quien dice que primero deberían salvar la Tierra.

Por Simon Worrall
Publicado 25 abr 2018, 10:34 CEST

Todos son ridículamente ricos, todos son hombres y ahora tienen la vista puesta en las estrellas. Elon Musk quiere volar a Marte. Jeff Bezos, de Amazon, sueña con construir una colonia en la Luna. Y Richard Branson quiere ofrecer turismo espacial de lujo bajo la marca Virgin.

¿Qué motiva a estos hombres? ¿Deberían estar gastando sus millones para hacer de este planeta un lugar mejor? Hablando desde su casa en Washington, D.C., Christian Davenport, autor de The Space Barons, revela la intensa competición que anima a estos milmillonarios, habla de sus diferentes visiones para explorar el cosmos y explica por qué las mujeres todavía están insuficientemente representadas en el espacio.

Portada del libro
Fotografía de Hachette Book Group

Dos de los milmillonarios en los que se centra tu libro, Jeff Bezos y Elon Musk, son completamente diferentes en carácter y en sus ideas de exploración espacial. Háblenos de sus personalidades y sus planes.

Son muy diferentes. Elon Musk es un genio del marketing que recibe muchísima atención de los medios, gran parte autogenerada. Por el contrario, Bezos es mucho más callado y clandestino. Su proyecto, Blue Origin, ha sido muy reservado durante años. La mayoría de personas no se dan cuenta de que lleva en marcha desde el 2000 y eso es precisamente lo que Bezos quiere.

Elon salió a la luz muy pronto e intentó que le prestaran mucha atención. En 2003, cogió una maqueta de su cohete Falcon One y la exhibió en el National Mall de Washington para que la NASA le prestara atención. Desde el principio, intentó atraer la atención y avanzar rápido con su empresa. El lema de Bezos es «Lo lento es suave, lo suave es rápido». Se conforma con ser pausado y paciente, tomarse su tiempo para trabajar paso a paso de manera metódica, sin ser el centro de atención y lejos del escrutinio público.

Una de las motivaciones de estos barones espaciales es la creencia de que la Tierra está en vías de extinción, así que quieren su propia escalera privada al cielo. ¿No deberían, como Bill Gates, invertir sus millones en mejorar este planeta?

Es una buena pregunta. Elon Musk en particular ha dicho que si le pasara algo a la Tierra, si se produjera una extinción masiva, como si un asteroide impactara en la Tierra, o la humanidad desapareciera igual que los dinosaurios, deberíamos tener un plan B, como llevar a la humanidad a Marte, hacer copias de seguridad de la raza humana del mismo modo que hacemos copias de seguridad del ordenador en un disco duro.

Jeff Bezos tiene una perspectiva algo diferente. Dice que el plan B debería ser asegurarse de que funcione el plan A; que la Tierra debe ser preservada y protegida. La forma de hacerlo es ir al espacio, ya que la Tierra tiene recursos limitados —hay una cantidad limitada de carbón, combustible y gasolina—, pero el espacio tiene recursos ilimitados.

Pero creo que vale la pena debatirlo: ¿es el espacio el mejor uso de sus fondos? Sus motivaciones varían. Existe la motivación de hacer algo mejor para la humanidad, hay motivaciones económicas, hay rivalidad entre ellos, y luego está la simple meta de querer ir al espacio como una forma de aventura.

El tercer barón espacial consiguió que los Sex Pistols firmaran por su sello discográfico y tiene el lema: «¡A la mierda, hagámoslo!». Háblenos de Richard Branson y de su programa de Virgin Atlantic.

Branson ha vivido todo tipo de aventuras descabelladas. Voló en globo sobre el Pacífico, como parte de la estrategia de marketing de su marca global Virgin, con la idea de aterrizar en el sur de California, pero se estrellaron en un lago congelado en Canadá. En otra ocasión, intentó cruzar el Altántico desde Maine a Reino Unido, pero su piloto acabó abandonando, dejando a Richard solo para hacer descender el globo.

Virgin Galactic quiere organizar tours que volarán al borde del espacio en una nave espacial de aspecto molón y sexy llamada Spaceship 2, adjunta a una nave nodriza. Volaría a unos 10.000 o 12.000 metros, los pilotos encenderían los motores y allá vas, sales disparado al espacio. Los billetes cuestan unos 250.000 dólares (204.000 euros), pero la idea es que, finalmente, el coste del billete descienda para que la gente normal pueda empezar a viajar al espacio. Te desabrocharías el cinturón y flotarías por la cabina, mirarías por la ventana, verías la curvatura de la Tierra, esa vista transformadora de la que los astronautas han hablado durante décadas.

Pero no es tan fácil ni rápido como pensaba Branson. Ha tenido muchos contratiempos y retrasos, entre ellos un accidente mortal en 2014, en el que falleció uno de los pilotos. Pero Virgin Galactic ha seguido adelante con su programa y podríamos ver los primeros vuelos tan pronto como este año.

Un cohete espacial es, por supuesto, el símbolo fálico definitivo. Y al leer su libro no pude evitar pensar que, al fin y al cabo, es como presumir en el instituto, pero para hombres ricos: «¡La mía es más grande que la tuya!». ¿Estoy siendo simplista?

La competición es fundamental para esto. Es lo que nos llevó a la Luna en la era Apolo, competir contra la Unión Soviética. La NASA obtuvo mucha financiación en aquella época, pero era básicamente un órgano auxiliar del Pentágono y la carrera espacial fue en cierto modo un programa militar. Desde entonces, hemos enviado astronautas a la Estación Espacial Internacional, pero eso está a solo 400 kilómetros de distancia. Es un objeto con una ingeniería impresionante, pero no es tan ambicioso como ir a la Luna.

Lo que han hecho estos milmillonarios es inyectar competición en la industria espacial y han creado una nueva carrera espacial. En ocasiones, se ha notado tensión entre ellos. Ha habido demandas, duras declaraciones en Twitter, y muchas idas y venidas. Pero al fin y al cabo, creo que se dan cuenta de que se necesitan los unos a los otros, que la competencia es buena. Les hará más eficientes, más seguros y más innovadores.

Sin duda lo de tener un cohete grande tiene algo. Es obvio que tienen egos y ambiciones enormes y no hay mayor ambición que el espacio. Es un gran desafío; no solo exige una inmensa cantidad de recursos, sino también agallas y coraje, porque las posibilidades de fracasar son altísimas.

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    Solo menciona (de pasada) a dos mujeres en su libro. Una de ellas, Eva Branson, parece una gran mujer. Háblenos de ella y de por qué el espacio parece ser un club solo para chicos.

    Eva Branson es la madre de Richard. Él me contó que heredó de ella gran parte de su carácter. Ella quería ayudar en la Segunda Guerra Mundial y se apuntó para ser instructora de planeadores, para lo que tuvo que fingir ser un hombre. Tras el accidente de la Spaceship 2, Richard volvió a la carga, ya que quería seguir adelante y desvelar la nueva nave espacial, y ella estuvo allí, a su lado. Ejerce una gran influencia sobre Richard.

    ¿Que por qué es un club para chicos? En el club de los milmillonarios, lo es, sin duda. En términos de la NASA, las cosas están empezando a cambiar poco a poco. Space X y Boeing se están preparando para llevar a astronautas a la Estación Espacial Internacional. La NASA ya ha escogido a los cuatro astronautas, lo mejor de lo mejor, y uno de ellos es una mujer. Pero tiene razón. No solo el espacio, sino el sector aeroespacial en general, está dominado por hombres y siempre lo ha estado. Pero existen iniciativas reales dentro de la industria para intentar impulsar a las mujeres. La presidenta de Space X Gwynne Shotwell es la número dos de la empresa y muchas personas le atribuyen el éxito de Space X. Ella y Lori Garver, ex administradora adjunta de la NASA, han sido grandes defensoras de las mujeres en el espacio.

    A raíz del escándalo de Facebook y las elecciones, existe un vivo debate sobre quién debería controlar Internet. ¿No necesitamos el mismo debate sobre —y quizá regulación de— el espacio, para que no se convierta en el patio de recreo de un grupo de hombres ricos?

    Ahora mismo, para los individuos que vuelan, se basa en consentimientos informados. Pero más allí del vuelo espacial humano, una de las preocupaciones es que el espacio se está abarrotando. Ya hay muchos desechos allá arriba. Ahora, algunas de esas empresas están hablando de colocar cientos de satélites y no hay un ordenamiento claro que lo controle. ¿Quién desempeña el papel de policía espacial?

    El gobierno está intentando abordar todas estas cuestiones, pero la tecnología avanza tan rápido que está sobrepasando la legislación. Hace un par de años, el Congreso empezó a involucrarse. Aprobó una ley según la cual las empresas estadounidenses, en caso de ir al espacio y, por ejemplo, explotar asteroides, tendrían los derechos sobre lo que quiera que extrajeran de su superficie. No se ha comprobado cómo se desarrolla esto a nivel internacional. Nadie lo ha hecho todavía. Pero es algo en lo que se centra la comunidad espacial internacional.

    Bezos quiere construir una colonia en la Luna. Musk apunta a Marte. ¿Quién llegará antes? ¿Vencerá la tortuga a la liebre? ¿O acabará ganando Branson?

    Entre Virgin Galactic y Blue Origin tenemos una carrera por enviar a turistas al límite del espacio en viajes suborbitales. No está claro quién irá primero. Ambos aspiran a hacerlo este año. Elon y Space X están en una carrera contra Boeing para enviar a una tripulación a la Estación Espacial Internacional. Bezos está construyendo un nuevo cohete enorme llamado New Glenn, que desafiará al Falcon 9 de Space X.

    Y no sé quién ganará. Elon recibe mucha atención y va muy por delante de los demás. Tienen miles de millones de dólares de beneficios gracias al vuelo de misiones comerciales para el Pentágono y la NASA. Han hecho despegar el Falcon Heavy, un nuevo cohete gigantesco que puso un Tesla en el espacio, y Elon tiene grandes planes para ir a Marte.

    Jeff acepta el papel de la tortuga, siendo callado y reservado, trabajando con cuidado, paso a paso, pero de forma feroz, como dice él. No ha recibido tanta atención, pero no lo descartaría. Es muy apasionado y serio respecto al espacio y cuando el cohete New Glenn vuele, Space X va a tener entre manos una competición real.

    Brason quiere organizar vuelos turísticos suborbitales, que encajan más con su marca de ocio y entretenimiento. Su objetivo es lograr algún día lo que se conoce como transporte punto a punto, en el que vas de Nueva York a Tokio en cuestión de un par de horas. La nave te transporta fuera de la atmósfera, vas a una velocidad increíble y después vuelves a entrar y aterrizas. Pero no sé si sus ambiciones se extienden, en términos de vuelo espacial humano, a la Luna o Marte.

    Si le gustara apostar, ¿por quién apostaría?

    Es difícil escoger uno solo. Elon tiene un registro de éxitos; Jeff tiene tanto dinero que no puedes descartarlo. Virgin Galactic sufrió un contratiempo enorme, pero parece haber aprendido de ello y está progresando. Así que, por ahora, es difícil decirlo. Todos tienen ambición y motivación y algo igualmente importante: dinero.

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