El Curiosity de la NASA halla moléculas orgánicas en Marte

Dos importantes descubrimientos revelan la existencia de carbono orgánico en el planeta rojo, determinante para la búsqueda futura de vida en Marte.

Por Michael Greshko
Publicado 8 jun 2018, 12:09 CEST
Roca marciana
El rover Curiosity de la NASA perforó este agujero de 5 centímetros de profundidad en roca marciana como parte de sus exploraciones de la composición del suelo del planeta rojo.
Fotografía de NASA
La segunda temporada de Marte llegará próximamente a National Geographic.

Día tras día, es fácil olvidar un hecho asombroso: desde 2012, la humanidad ha estado conduciendo vehículos del tamaño de un SUV en otro planeta.

Esta maravilla de la ingeniería, el rover marciano Curiosity de la NASA, ha revolucionado nuestro conocimiento del planeta. Y gracias al intrépido rover, ahora sabemos que el Marte antiguo tuvo compuestos con base de carbono llamados moléculas orgánicas, la materia prima fundamental para la vida tal y como la conocemos.

Un nuevo estudio publicado en Science el jueves presenta las primeras pruebas concluyentes de grandes moléculas orgánicas en la superficie marciana, una búsqueda que comenzó con los aterrizadores Viking de la NASA en los años 70. Pruebas anteriores podrían haber apuntado a materia orgánica, pero la presencia de cloro en la tierra marciana complicó dichas interpretaciones.

«Al trabajar con algo tan increíble como un rover en Marte, con el instrumental más complejo que se ha enviado al espacio, parece que hacemos algo que hace años se habría considerado imposible», afirma la autora principal Jennifer Eigenbrode, bioquímica del centro Goddard de la NASA. «Trabajo con un grupo de gente impresionante en Marte y hemos descubierto muchas cosas».

Marte 101
Desde su composición rocosa a su potencial para albergar vida, Marte ha intrigado a la humanidad durante miles de años. Aprende cómo el planeta rojo se formó a partir de gas y polvo y qué implican sus casquetes polares para la vida tal y como la conocemos.

Los datos más recientes del Curiosity revelan que el lago acuoso que en su día llenó el cráter Gale de Marte contuvo moléculas orgánicas complejas hace unos 3.500 millones de años. Se conservan todavía restos en las rocas con alto contenido de azufre derivadas de sedimentos lacustres. El azufre podría haber contribuido a preservar las moléculas orgánicas cuando las rocas quedaron expuestas en la superficie a la radiación y a sustancias denominadas percloratos.

Por sí solos, los nuevos resultados no suponen pruebas de la existencia vida en Marte; las moléculas podrían haberse originado a partir de procesos no biológicos. Como mínimo, el estudio demuestra cómo los restos de hipotéticos marcianos pasados podrían haber sobrevivido durante eones —si es que existieron— y apunta a dónde podrían buscarlos los rovers futuros.

«Es un hallazgo importante», afirma Samuel Kounaves, un químico de la Universidad de Tufts y ex científico jefe del aterrizador Phoenix de la NASA. «Existen lugares, especialmente bajo la superficie, donde las moléculas orgánicas están bien conservadas».

Metano estacional

Además del carbono antiguo, el Curiosity ha detectado bocanadas de materia orgánica que existe en Marte en la actualidad. El rover ha olfateado de forma periódica la atmósfera marciana desde su aterrizaje, y a finales de 2014, los investigadores usaron estos datos para demostrar que existe metano —la molécula orgánica más simple— en la atmósfera de Marte.

La presencia de metano en Marte es desconcertante, ya que solo sobrevive durante unos pocos cientos de años, lo que significa que, de alguna forma, hay algo en el planeta rojo que lo sigue reponiendo. «Es un gas en la atmósfera de Marte que en realidad no debería estar ahí», afirma Chris Webster, científico del JPL de la NASA.

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    Además, el comportamiento observado del metano en Marte es extraño. En 2009, los investigadores informaron que unas fumarolas inexplicables arrojaban aleatoriamente miles de toneladas de metano.

    El estudio más reciente de Webster, también publicado en Science, demuestra que Marte «respira» este material de forma estacional. Cada verano marciano, la concentración de metano en la atmósfera asciende a aproximadamente 0,6 partes por mil millones. En invierno, esta cifra se reduce en un factor de tres a 0,2 partes por mil millones.

    «No tenemos variaciones estacionales en muchas moléculas de la atmósfera terrestre, por eso el que un planeta tenga variaciones estacionales en su composición química es muy de otro mundo», afirma Eigenbrode. «Es una observación asombrosa».

    Webster y sus colegas sospechan que el metano podría proceder de las profundidades del planeta y las oscilaciones de temperatura en la superficie marciana acelerarían su flujo ascendente. En invierno, el gas podría quedarse atrapado bajo tierra en cristales congelados denominados clatratos, que podrían derretirse en verano y liberar el gas.

    Pero ¿qué genera el metano? Nadie lo sabe.

    «No podemos saber si el metano que observamos hoy es un producto actual de la serpentinización [una reacción química que se produce entre rocas ricas en hierro y el agua líquida] o la actividad microbiana a cierta profundidad», afirma Michael Mumma, el científico del centro Goddard de la NASA que descubrió las columnas de metano de Marte. «¿O lleva almacenado desde una época antigua y se está liberando lentamente?».

    En busca de vida

    Los expertos han alabado los dos nuevos estudios por suponer hitos para la astrobiología.

    «Es muy emocionante, porque demuestra que Marte es un planeta activo en la actualidad», afirma Bethany Ehlmann, científica planetaria de Caltech y experta en Marte que no formó parte de los estudios. «No está frío ni muerto, quizá esté colgando justo al límite de la habitabilidad».

    Antiguo canal marciano
    Las rocas bordean un antiguo canal donde podría haber fluido el agua en Marte.
    Fotografía de NASA

    Pero Webster y otros expertos insisten en que los estudios no son pruebas de la existencia de vida en Marte: «Las observaciones no descartan la posibilidad de actividad biológica, [pero] no son una prueba irrefutable de ello».

    Para conseguir respuestas más sólidas, los investigadores necesitarán llevar instrumental a Marte que sea lo bastante sensible para detectar huellas de vida a escalas químicas. En la Tierra, la vida emite más metano y menos etano que las reacciones no biológicas. Si los investigadores vieran este rastro en Marte, la hipótesis a favor de la existencia de vida se fortalecería.

    Las futuras misiones serán de gran ayuda. La sonda ExoMars de la Agencia Espacial Europea, cuyo aterrizaje está previsto para 2020, será capaz de perforar a casi 2 metros bajo los suelos marcianos prístinos y examinar muestras con su gama de instrumental a bordo. Y está previsto que el rover marciano de la NASA programado para 2020 envase muestras del suelo para que futuras misiones las recojan y las traigan a la Tierra.

    Incluso ahora, la misión ExoMars está haciendo progresos. La sonda TGO (Trace Gas Orbiter) de la misión ExoMars llegó a Marte a finales de 2016 y actualmente está recuperando datos que permitirán a los científicos cartografiar el metano marciano y que incluso podrían identificar sus fuentes.

    «Hace solo unas pocas semanas empezamos nuestras mediciones en el modo más sensible y los equipos trabajan duro para extraer los datos sobre el metano», cuenta en un email Håkan Svedhem, científico del proyecto del TGO. «Creemos que podremos presentar los resultados en unas cuantas semanas».

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