Descubiertas 12 nuevas lunas orbitando alrededor de Júpiter
Los astrónomos buscaban un lejano planeta misterioso y acabaron descubriendo un elenco de pequeños satélites.
En un hallazgo inesperado de proporciones cósmicas, un equipo de astrónomos que buscaba un hipotético planeta en los límites de nuestro sistema solar ha descubierto 12 nuevas lunas danzando alrededor de Júpiter.
Pero estas lunas no son Ganimedes, la luna más grande del sistema solar. Son diminutas, algunas de apenas 1,6 kilómetros de diámetro, y trazan una variada gama de trayectorias extrañas alrededor del planeta gigante.
El equipo descubrió las nuevas lunas casi por accidente, gracias a una alineación fortuita de Júpiter con su proyecto de investigación inicial y algunos de los telescopios instalados recientemente.
«Fascinante», afirma el científico planetario Doug Hemingway, de la Universidad de California, Berkeley. «Es un recordatorio fantástico de que cuando se construye la estructura para estudiar algo, nunca sabes qué más podrás descubrir por el camino».
Paparazzi planetarios
Normalmente, descubrir nuevas lunas alrededor de Júpiter es bastante complicado. Cualquier objeto lo bastante pequeño para estar oculto a nuestra vista es bastante débil y para rastrear esos puntos tenues se necesitan telescopios potentes que suelen contar con un campo de visión demasiado pequeño para capturar todo el sistema joviano. Y lo que es peor, Júpiter es bastante brillante y su resplandor puede oscurecer las lunas pequeñas.
Pero el año pasado, Scott Sheppard y sus colegas del Instituto Carnegie para la Ciencia estaban buscando un planeta lejano que, supuestamente, estaría orbitando más allá de Plutón. Sería un planeta tan grande que su peso gravitatorio reorganiza las órbitas de objetos más pequeños y distantes. El equipo apuntó un telescopio del Observatorio Interamericano del Cerro Tololo, en Chile, hacia los campos estelares que rodean nuestro vecindario cósmico, en busca de puntitos de luz que se desplazaran en órbitas solares.
Por el camino, Sheppard y sus colegas se dieron cuenta de que Júpiter estaba en el punto de mira del telescopio y decidieron aprovechar la oportunidad.
«Empleamos una cámara nueva que se colocó en el telescopio hace solo unos pocos años», explica Sheppard. «Puede rastrear zonas amplias más rápido, de forma que solo tuvimos que usar cuatro imágenes para cubrir toda la zona en torno a Júpiter».
Los primeros indicios de 10 nuevas lunas aparecieron en marzo (se habían observado dos antes) y las señales se volvieron a ver el mes siguiente. Pero confirmar órbitas lleva su tiempo y cuando el equipo volvió a observar Júpiter en mayo, confirmaron todas las lunas, con las que el planeta tiene un total de 79 satélites.
«Estas pequeñas lunas exteriores son de lejos el tipo de luna más abundante del sistema joviano», afirma Bonnie Buratti, del JPL de la NASA. «Quizá sumar estas pequeñas lunas a una colección ya bastante grande parezca un descubrimiento normal. De ninguna manera».
En sentido contrario
La docena de nuevas lunas varían en tamaño, de 1,6 a 4,8 kilómetros de diámetro. Dos de las lunas se encuentran relativamente cerca del planeta y orbitan en la misma dirección en la que rota Júpiter. Es probable que sean los restos de una luna mucho más grande que se descompuso en pedazos a lo largo de los miles de millones de años que han transcurrido desde el nacimiento del sistema solar.
Pero nueve de las lunas, agrupadas en tres cúmulos más distantes, se mueven en el sentido contrario, una órbita conocida como retrógrada. Como el grupo interior, probablemente sean acumulaciones de restos lunares que quedaron tras las colisiones que destruyeron satélites planetarios mucho más grandes que quizá tuvieran cientos de kilómetros de diámetro.
«¿Con qué chocaron? ¿Un cometa? ¿Un asteroide? ¿Otras lunas del sistema joviano?», se pregunta Sheppard.
En otro giro gracioso, es improbable que dichos objetos originales fueran nativos del sistema joviano, sino que fueron capturados por la gravedad del planeta gigante en los primeros días del sistema solar.
Quizá suene raro, pero no es inusual que los grandes planetas atrapen cuerpos más pequeños con el paso del tiempo, sobre todo durante una época primitiva en la que los planetas gigantes migraban y perturbaban las órbitas de mundos mucho más masivos.
Uno de los satélites más conocidos de Saturno, Phoebe, fue capturado del campo de escombros helados conocido como cinturón de Kuiper, que se encuentra más allá de la órbita de Neptuno. Y quizá no por casualidad, la luna más famosa de Neptuno, Tritón, también es un objeto capturado del cinturón de Kuiper.
«Los dinamistas creen que las órbitas de estas lunas exteriores, al menos las que fueron capturadas antes, se vieron alteradas por la migración de los gigantes gaseosos», afirma Buratti.
Una luna rarita
Y también está la rara luna Valetudo, la única de la docena que cuenta con un nombre propuesto públicamente. Siguiendo la costumbre para nombrar objetos astronómicos, el mote sugerido procede de la mitología: es la diosa romana de la salud y la higiene.
Al igual que las dos lunitas interiores, la órbita de Valetudo sigue la misma dirección que la rotación de Júpiter. Pero su órbita está inclinada en relación al planeta y se mueve cerca de los tres cúmulos retrógrados. Por eso Sheppard sospecha que las colisiones con Valetudo son las culpables tras esos cúmulos destrozados y que el extraño satélite es todo lo que queda de una luna mucho más grande.
«Es como si condujeras en sentido contrario por la autopista», afirma. «Las colisiones son muy probables».
Sheppard también buscó en los otros planetas gigantes y no descubrió nuevas lunas orbitando alrededor de Urano ni Neptuno. Esto le desanimó un poco.
«Urano es el mejor lugar donde encontrar lunas, porque puedes nombrarlas como personajes de Shakespeare», afirma.