Un nuevo objeto descubierto más allá de Plutón indica la presencia del «Planeta X»
El objeto 2015 TG387, una rareza helada, podría ser el primero de su tipo a las afueras de nuestro vecindario estelar.
Un nuevo miembro se ha incorporado al séquito de mundos lejanos conocidos del sistema solar: un pequeño cuerpo helado que tarda 40.000 años en completar una vuelta alrededor del sol, alejándose más de nuestra estrella que todos los objetos del sistema solar que conocemos, a excepción de los cometas. La última vez que el 2015 TG387 estuvo a poca distancia del sol, los mamuts y los osos cavernarios recorrían los pastos euroasiáticos y los humanos modernos elaboraban herramientas de piedra.
Es probable que este mundo, llamado 2015 TG387 (y apodado el Goblin), sea esférico y tenga una anchura de unos 290 kilómetros. Y —al igual que otros habitantes distantes del sistema solar— su conducta orbital podría indicar la presencia del Planeta X nunca visto, que se oculta en los distantes dominios exteriores del sistema solar.
«Todo objeto pequeño que encontramos y que se encuentra aislado, como este, nos acercará más al descubrimiento del planeta», afirma Scott Sheppard, del Instituto Carnegie para la Ciencia, que informó del hallazgo en una noticia distribuida por el Minor Planet Center de la Unión Astronómica Internacional.
«Nunca se sabe, si encontramos más quizá dejen de sugerir la presencia del planeta».
Como su nombre indica, 2015 TG387 atrajo la atención de los astrónomos por primera vez en 2015. Durante años, Sheppard y sus colegas han usado algunos de los telescopios más precisos del planeta para observar las profundidades del sistema solar y peinar de forma uniforme el firmamento en busca de los mundos más lejanos atados al sol a nivel gravitatorio.
Este tipo de estudio requiere una gran cantidad de tiempo y paciencia, ya que el mero hecho de observar un puntito de luz no resulta muy revelador. Los astrónomos tienen que rastrear minuciosamente objetos como el 2015 TG387 a medida que avanzan lentamente sobre un telón de fondo lleno de estrellas.
«Tardamos tres años de observación en determinar su órbita con una precisión con la que estuviéramos cómodos», afirma Sheppard. «Hemos descubierto varios objetos más que se encuentran a distancias similares, pero tardaremos un año o dos más en observar sus órbitas y comprobar si son realmente interesantes».
Ahora mismo, el 2015 TG387 se encuentra en el cielo septentrional cerca de la constelación Piscis. Se encuentra a unas 80 unidades astronómicas, es decir, 80 veces más lejos del sol que la Tierra, o casi al doble de distancia que Plutón. Actualmente, se desplaza hacia dentro y, en su punto más próximo, esta bolita helada se encontrará a 65 unidades astronómicas. En su punto más distante, se encontrará casi 2.300 veces más lejos.
Pese a su relativa proximidad, no se puede observar en el firmamento ahora mismo. El 2015 TG387 es un objeto de magnitud 24, lo que significa que es tan brillante como una de las pequeñas lunas de Plutón, y ni siquiera se puede ver el mismo Plutón sin un telescopio de tamaño decente y algo de experiencia. Sheppard estima que mide unos 290 kilómetros de ancho, aunque ese cálculo depende de lo reflectante que sea su superficie.
Miguitas planetarias
El objeto lejano ha emocionado a los astrónomos, ya que 2015 TG387 se suma a otros mundos lejanos descubiertos recientemente que trazan elipsis exageradas alrededor de nuestra estrella, sin acercarse al sol más que Neptuno. Entre ellos están Sedna, descubierto en 2003, y 2012 VP113, apodado Biden.
Su órbita también se alinea con un cúmulo de objetos que, en su conjunto, sugieren que un gran planeta, quizá mucho más masivo que la Tierra, acecha en la oscuridad del sistema solar exterior.
«Sugiere que algo impulsa a estos objetos a tipos de órbitas similares, por eso pensamos que existe un gran Planeta X ahí fuera», afirma Shepperd. «Algo de un tamaño entre la Tierra y Neptuno conduce estos objetos a estas órbitas, por eso son estables».
Sheppard y sus colegas están buscando este planeta y, según él, 2015 TG387 ayuda a acotar la zona de búsqueda. Por ahora, sospecha que el Planeta X orbita en oposición a 2015 TG387, creando una resonancia gravitacional que barre y preserva esas órbitas excéntricas y lejanas.
Pero también es posible que los astrónomos solo observen un pequeño subgrupo sesgado de los habitantes del sistema solar exterior similares a Sedna y que el resto de la población siga trayectorias que no indiquen la presencia de un planeta.
Por ejemplo, a Michelle Bannister, astrónoma de la Queen's University de Belfast, no le convence que exista un gran planeta misterioso ahí fuera y quiere que se hagan más pruebas para argumentarlo.
«La forma de probar este tipo de cosas consiste en conocer la abundancia o los diferentes tipos de órbitas y las formas de esas órbitas», afirma. «Me gustaría ver una de esas simulaciones con más alto grado de detalle, añadiendo un planeta más».
Reliquias de la antigüedad
A pesar de todo, a Bannister le emociona la identificación de este nuevo mundo, ya que podría tratarse del primer emisario de toda una población de objetos que normalmente no conseguimos observar.
«Cada una de estas detecciones es la punta del iceberg de una población enorme, de la que solo vemos al miembro más brillante porque resulta encontrarse en el punto más cercano al sol o vemos al miembro más grande, de forma que se vuelve detectable», afirma.
Según Bannister, estas colecciones variopintas de fragmentos helados son fundamentales para comprender la disposición completa de nuestro sistema solar, así como su historia. Hasta ahora, los científicos solo han sido capaces de acceder a algunas poblaciones de este tipo de objetos, entre ellos aquellos cuyas órbitas los llevan a 50 unidades astronómicas del sol, aquellos como Sedna, que se detienen a unas 80 unidades astronómicas, y aquellos que se lanzan directamente al corazón del sistema solar interior.
Se cree que este último grupo, los cometas, proceden de los límites exteriores de la nube de Oort, un cúmulo distante de fragmentos congelados repartidos a entre 2.000 y 200.000 veces más distancia del sol que la Tierra. Es posible que la composición de 2015 TG387 sea similar a la de un cometa, ya que está hecho predominantemente de hielo, pero su órbita es muy diferente.
Es probable que proceda del interior del margen interior de la nube de Oort, un campo tan lejano que no hemos podido analizarlo del todo.
Bannister explica que uno de los misterios pendientes que rodea estos objetos distantes es la incógnita de cómo surgieron exactamente. Es complicado construir una población de objetos que nunca se acerquen al sol más que Neptuno, ya que no hay suficiente material ahí fuera como para elaborar estos objetos en su lugar.
Otra incógnita es cómo habrían acabado tan lejos. Existen diversas teorías: leves empujones gravitacionales que alteran sus órbitas con el paso del tiempo, planetesimales autogravitantes o sobrevuelos cercanos de estrellas o planetas solitarios sin estrella.
«Esta población sigue siendo emocionante porque no contamos con una explicación acotada de su origen», afirma Bannister. «Podría tratarse de planetesimales fosilizados del origen mismo de nuestro sistema solar, colocados allí mediante un mecanismo que todavía no hemos detectado».
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com