Debemos cambiar el discurso sobre la exploración espacial
El desarrollo de una presencia humana sostenible en otros mundos debería estar abierto a todos. Comparar este viaje con una conquista violenta no ayuda.
A la hora de debatir sobre exploración espacial, la gente suele evocar historias sobre la exploración de nuestro propio planeta, como la conquista y la colonización europea de las Américas o la marcha hacia el oeste en el siglo XIX, cuando los recién establecidos americanos creyeron que era su deber y su destino expandirse por el continente.
Pero cada vez más, departamentos gubernamentales, periodistas y la comunidad espacial en general reconocen que este discurso surge de ideologías racistas y sexistas que históricamente han provocado la subyugación y la supresión de mujeres y culturas indígenas, creando barreras que permanecen en la actualidad.
Para garantizar que el futuro de la humanidad en otro mundo sea menos perjudicial y esté abierto a todo el mundo, muchas de las personas implicadas están revisando las formas problemáticas en que se enmarca la exploración espacial. Están teniendo lugar numerosas conversaciones sobre la importancia de emplear un lenguaje inclusivo, y muchos expertos se centran en la descolonización de los futuros viajes de la humanidad al espacio, así como de la ciencia en general.
«El lenguaje importa y es importante ser inclusivos», declaró el astronauta de la NASA Leland Melvin en una charla reciente en la Universidad de Virginia.
Lucianne Walkowicz, astrónoma que aparece en el docudrama de National Geographic Marte, ha pasado el último año estudiando la ética de la exploración marciana como directora de Astrobiología en la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos. Hace poco, hablamos con Walkowicz para examinar los problemas vinculados a la palabrería anticuada y debatir algunas soluciones. Lo que sigue es una grabación de dicha conversación, editada para que sea más corta y clara.
¿Por qué es fundamental pensar en las palabras empleadas al describir la exploración espacial?
El lenguaje que usamos enmarca automáticamente la forma en que imaginamos las cosas de las que hablamos. En la exploración espacial, debemos tener en cuenta cómo empleamos dicho lenguaje y qué lleva de la historia de exploración de la Tierra. Aunque palabras como «colonización» poseen un contexto diferente fuera del planeta, en un lugar como Marte, no está bien emplear ese discurso, ya que borra la historia de colonización en nuestro propio planeta. Existe un efecto doble: enmarca nuestro futuro y, en cierto modo, edita el pasado.
¿Qué discurso problemático trae consigo el término «colonización»?
Un discurso que aparece mucho se basa en la historia de los europeos cuando llegaron a las Américas. He oído a gente que habla de la llegada de los primeros colonos europeos como una historia romántica y heroica de personas que sobrevivieron en un entorno duro. Pero, claro está, ya había gente aquí, en las Américas, cuando todo eso ocurrió.
Además, gran parte de la capacidad de los europeos para vivir en las Américas fue a costa del genocidio de los pueblos indígenas. Creo que no es intuitivo, sobre todo al hablar de los americanos blancos, por ejemplo, pensar en la historia del viaje de Colón como una historia de genocidio. Pero es importante darse cuenta de que fue así.
Gran parte de estos relatos históricos también están ligados a la historia de la esclavitud, por ejemplo, así que, cuando hablamos de cómo crecieron las colonias de Virginia de unos pocos colonos a decenas de miles de habitantes, también es importante darse cuenta de que casi la mitad de esas personas llegaron en contra de su voluntad y muchas perecieron por el camino.
¿Existe algún un ejemplo de exploración en nuestra historia que no haya provocado la subyugación de culturas nativas?
¿A qué te refieres con «nuestra»?
Al planeta Tierra. ¿Existe un discurso que podamos emplear y que no sea repetir a Cristóbal Colón y fingir que es algo idílico?
En realidad, esa es una pregunta para un historiador. No soy historiadora, pero creo que es improbable que exista un relato inmaculado y perfecto en el que poder basarse. Simplemente no deberíamos emplear discursos que causen daños a mucha gente de manera descuidada.
Además de «colonización» y sus términos asociados, ¿qué otras palabras consideras problemáticas al hablar de exploración espacial?
Creo que la otra es «ocupación». Aparece mucho y posee muchas connotaciones para los pueblos, por los conflictos de Oriente Medio. Creo que la gente recurre mucho a esa palabra cuando se refieren a «habitar» o a «humanos que viven en otro mundo».
En lugar de eso, prefiero usar más palabras, decir «humanos que viven en Marte» o algo que sea más largo y específico para expresar lo que quiero decir. En los años 70, a Carl Sagan le encantaba la idea de las ciudades espaciales, ya que en las ciudades viven muchos tipos de personas diferentes, en general. Pero ¿es una nave con cinco personas que viven en Marte una ciudad espacial? Probablemente no. Por lo tanto, esa tampoco es la solución óptima.
¿Y términos como «tripulado» («manned», en inglés) o «frontera»?
Sí, creo que «frontera» va a resultar problemático. Las implicaciones no son exactamente las mismas que aquí para un lugar del espacio, pero se basa en el mismo tipo de discurso que tiene sus raíces en la colonización europea. Y con frecuencia, si aparece la palabra «frontera», no está mal hasta que alguien especifica el relato de esos valientes exploradores que fueron hacia el oeste en las Américas.
¿«Manned» [«tripulado»]? No entiendo por qué todavía se usa. ¿Cuánto tiempo tiene la guía de estilo de la NASA, que no recomienda el uso de «manned»? Lleva existiendo años [desde 2006, para ser exactos].
Sí, está por todas partes y la gente lo defiende.
Es muy vago. Solo hay que pensarlo un poco.
Parece que la lengua que empleamos al describir la exploración espacial no refleja necesariamente la motivación y el acceso al espacio. ¿Crees que es posible que los humanos progresen de forma que permita a los viajeros espaciales reflejar mejor a la humanidad?
Creo que uno de los primeros pasos a seguir es dejar de permitir que nuestro discurso sobre el espacio venga de personas muy privilegiadas, que en este espacio significa hombres blancos, ricos y capitalistas. Esos son los impulsores de muchos de los discursos que se emplean y la razón de que no existan demasiada previsión ni respuestas para las críticas de dichos discursos colonialistas y fronterizos.
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Si va a producirse un esfuerzo verdaderamente inclusivo para viajar más allá de la Tierra, deberá empezar aquí en la Tierra. No puede ser una mera simbolización de cómo será nuestra primera tripulación. En realidad, deberá incluirse a gente con un abanico más amplio de experiencias y procedencias —ya sea socioeconómica, racial, de género, lo que sea— en CTIM. Ninguno de esos discursos será más inclusivo hasta que la gente que los crea sea más inclusiva. De lo contrario, serán palabras vacías.
También hay ejemplos mucho más directos. En especial, Jeff Bezos, que dice que ahora tiene tanto dinero que no puede pensar en otra cosa en lo que gastárselo que no sea turismo espacial. Vive en Seattle, una ciudad donde el mismo Amazon ha modificado el acceso de la gente a las viviendas asequibles. La ciudad se ha ido gentrificando de forma descontrolada, con grandes construcciones que albergan a muchos de los empleados de Amazon situadas en centros comunitarios donde yo misma había cocinado para personas sin hogar. O Elon Musk con una camiseta que pone «Occupy Mars», que es totalmente ridículo si se compara con el movimiento «Occupy». Esa es otra cosa que no se puede sacar de contexto.
¿Confías en que a la gente le convenza la idea de que el espacio es para todos y no un patio de recreo para personas que pueden permitírselo?
El documento que establece la legislación espacial, el Tratado del Espacio Ultraterrestre de 1967, dice literalmente que el espacio es para todos. Es decir, era 1967, así que dice «for all mankind» [«para todos los hombres»], pero si lo editamos, el tratado dice que el espacio es «for humankind» [«para la humanidad»], y que no es propiedad de ningún individuo ni nación. Prohíbe armas de destrucción masiva y establece que no pueden existir instalaciones militares en un cuerpo celeste.
Cuando lees el Tratado del Espacio Ultraterrestre, es un documento muy inspirador que contiene muchas cosas buenas sobre cómo podemos y no podemos explorar el espacio. Sin embargo, si lees estudios indígenas o escuchas a pueblos indígenas, sabrás que los tratados se rompen constantemente. Se han roto todos los tratados, más de 500 de ellos firmados por Estados Unidos con naciones indígenas.
Creo que este es el momento, ya que resulta más posible para más actores —ya sean naciones o individuos—, de ir al espacio, el momento en que debemos decidir los principios rectores que queremos en realidad. Es el momento en que debemos analizar ese tratado y decidir quiénes queremos ser el futuro.
Esta entrevista ha sido editada por motivos de longitud y claridad.
Si quieres saber más sobre el planeta rojo no te pierdas la segunda temporada de la serie Marte, los miércoles a las 22.50 en National Geographic.
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.