Un meteorito provoca una enorme explosión sobre el mar de Bering
El pasado 18 de diciembre, diez metros de roca recorrieron la atmósfera a 32 kilómetros por segundo, liberando una energía diez veces mayor que la bomba de Hiroshima.
Una enorme bola de fuego provocada por un meteorito impactó en la atmósfera de la Tierra en diciembre, según ha informado recientemente la NASA, provocando la mayor explosión desde el meteorito de Chelyabinsk, en Rusia, hace 6 años.
Con una energía liberada diez veces mayor que la bomba de Hiroshima, según publica BBC, la segunda mayor explosión de los últimos treinta años ha pasado desapercibida ante los sistemas de rastreo espacial al ocurrir en un recóndito lugar: sobre el mar de Bering, en la península rusa de Kamchatka.
El pasado 18 de diciembre, 10 metros de roca recorrieron la atmósfera a 32 kilómetros por segundo hasta explotar a una altura de 25’6 kilómetros sobre la superficie terrestre, según informa Newscientist. Fueron los satélites estadounidenses y los sismógrafos quienes recogieron el impacto que ahora publica la NASA.
“Una explosión tan grande solo tiene lugar unas dos o tres veces cada 100 años”, afirma Lindley Johnson, encargado de defensa planetaria de la NASA, en declaraciones a la BBC.
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Los 173 kilofotones de energía liberada equivalen al 40% de la de Chelyabinsk, que dejó numerosos heridos en 2013 y generó 30 veces la energía de Hiroshima. Sin embargo, al ocurrir esta vez sobre el mar y a más de 25 kilómetros de altura, su impacto fue muy amortiguado.
Kelly Fast, del programa de observación de objetos cercanos a la Tierra de la NASA, habló sobre el incidente en la 50ª Conferencia de Ciencia Lunar y Planetaria que se lleva a cabo estos días en Woodlands, Estados Unidos, y que finalizará el próximo 22 de marzo.
Lluvia de objetos estelares
La NASA utiliza un sistema de monitoreo que analiza una serie de asteroides conocidos para el próximo siglo. Sin embargo, los objetos pequeños golpean con frecuencia nuestra atmósfera, según declara a Newscientist Brandon Johnson, de la Brown University en Rhode Island.
"Si sales en una noche clara, verás pequeños meteoritos quemándose en la atmósfera", dice. Pero, debido a que el 75 por ciento de nuestro planeta está formado por océanos, muchos de estos sucesos no son reportados.
A pesar de su impacto amortiguado, el riesgo de no prever este tipo de incidentes es claro. Una de las mayores amenazas de este meteorito fue que cruzó por el espacio aéreo muy cercano a las rutas que transitan los aviones comerciales que vuelan entre América del Norte y Asia.
Por ello, la investigación del suceso ha llevado incluso a analizar las diferentes compañías que sobrevolaban en aquel momento por si hubieran percibido algo fuera de lo común.
Ante esta amenaza latente, el Congreso pidió a la NASA en 2005 que identificase para 2020 el 90% de aquellos asteroides cercanos a la Tierra que tuvieran un tamaño de 140 metros o más, pero los científicos estiman que esto podría tardar aún 30 años de investigaciones.
Este suceso pone de manifiesto la urgente necesidad de mejorar los sistemas de rastreo y monitoreo de la actividad espacial cercana a la Tierra. Para ello, la NASA ha puesto en marcha un novedoso proyecto llamado NeoCam, que plantea el lanzamiento al espacio de un telescopio que vigile la actividad de los asteroides cercanos a la Tierra.