Descubren en Marte la primera zona sísmica activa
Los seísmos del planeta rojo se han rastreado hasta Cerberus Fossae, lo que sugiere que esta región geológicamente reciente aún sigue con vida.
A millones de kilómetros de distancia, un robot geólogo se encuentra solo sobre la superficie polvorienta de Marte, atento a los débiles ecos sísmicos del suelo. El dedo con el que toma el pulso al planeta rojo es lo bastante sensible como para captar el silbido del viento, el zumbido del polvo, el crujido de las grietas tectónicas y muchos más temblores que sacuden las entrañas del planeta.
Aunque la mayoría de estas señales han sido murmullos poco definidos, dos han destacado alto y claro, lo que ha permitido rastrearlos hasta su fuente: la primera zona sísmica activa descubierta en el planeta rojo.
Estos fenómenos, denominados martemotos, se sitúan entre las magnitudes 3 y 4, según datos del aterrizador InSight de la NASA presentados en una conferencia reciente de la Unión Geofísica Americana. Aunque los dos seísmos son pequeños comparados con estándares terrestres, son de los más intensos detectados en Marte hasta la fecha. Los científicos han sido capaces de rastrear ambos martemotos hasta una zona conocida como Cerberus Fossae, una serie de grietas profundas a 1600 metros al este de la zona donde aterrizó InSight.
Los resultados del trabajo están pendientes publicarse en una revista revisada por pares y los científicos del equipo del InSight no han querido hacer comentarios hasta después de la publicación del estudio. Con todo, la revelación de esta zona sísmica activa a millones de kilómetros de distancia ya ha suscitado alboroto entre los científicos terrestres.
«Todas las expectativas que tenemos y los modelos con los que contamos para intentar explicar cuán activo es Marte podrían compararse con estas mediciones. Marte ha cobrado un poquito más de vida para nosotros con estos datos», explica Paul Byrne, geólogo planetario de la Universidad del Estado de Carolina del Norte que no forma parte del equipo de InSight.
No está claro si o cómo influirá este hallazgo en las decisiones para establecer futuros asentamientos humanos en el planeta rojo. Según Tanya Harrison, científica planetaria especializada en Marte que dirige los programas de ciencia de la empresa de satélites Planet Federal, la actividad podría apuntar a una fuente de energía geotérmica con potencial útil en Marte, aunque los seísmos —que provocarían una sensación similar a la del paso de un camión grande— podrían resultar problemáticos para el instrumental científico sensible. Sin embargo, en su conjunto hay otros peligros que probablemente entrañarán más riesgos para futuros aventureros a Marte, según indica Byrne.
De forma más inmediata, los martemotos son una señal prometedora de lo que aún está por llegar en la misión InSight, que pretende desentrañar la actividad tectónica actual de Marte y emplear estos temblores diminutos para cartografíar el interior del planeta, algo similar a lo que hace un ultrasonido en nuestro cuerpo.
«Es algo importantísimo en la ciencia de Marte», afirma Harrison. «Es alucinante».
Grietas geológicas
El emisario robótico denominado InSight aterrizó en Marte en noviembre de 2018 transportando «el sismómetro más sensible que se ha colocado jamás en un planeta, hasta donde yo sé», explica Christine Houser, sismóloga global del Earth-Life Science Institute del Instituto de Tecnología de Tokio. No solo detecta «cada crujido y lamento de la corteza», explica, sino también los numerosos cambios en las condiciones atmosféricas. Una serie de detectores complementarios pueden medir la presión atmosférica, la velocidad del viento y la temperatura, entre otras variables, lo que contribuye a determinar qué es y qué no es un martemoto.
Aunque gran parte de lo que ha detectado el sismógrafo de InSight hasta la fecha es el rugido del viento, hay unas pocas horas tras el atardecer en las que se acalla ese estruendo y surgen otras señales. InSight detectó su primer estruendo sísmico del interior del planeta, y no en su superficie ruidosa, el 6 de abril de 2019.
Desde entonces se han producido temblores con mayor frecuencia y se han detectado más de 300 hasta la fecha, pero se necesita más supervisión para averiguar el porqué.
Los científicos tampoco están seguros de qué mecanismo provoca los diversos estruendos internos de Marte. En la Tierra, los seísmos suelen deberse al movimiento constante de las placas tectónicas conforme maniobran. Esta danza geológica acumula estrés en la corteza de nuestro planeta que, a veces, alcanza un punto límite. Cuando ocurre esto, la tierra puede moverse de forma repentina y generar una sacudida en forma de terremoto.
Sin embargo, Marte carece de tectónica de placas. Tras su formación, el planeta era una masa ardiente de roca fundida que se enfrió y formó una corteza estática alrededor de un manto rocoso, aunque no está del todo claro cuál es la temperatura actual de las entrañas del planeta. Pese a que antes había volcanes que escupían lava a la superficie, hace tiempo que se han quedado mudos. Pero Houser explica que los expertos sospechan que aún podría haber embolsamientos de magma bajo la superficie, ya que su corteza estacionaria podría comportarse como una tapa sobre una taza de café caliente y retener el calor de la formación del planeta.
En ese caso, algunos martemotos podrían deberse al enfriamiento y la contracción del planeta rocoso en la actualidad. Esta compresión podría generar grietas en la superficie en las denominadas fallas inversas, en las que un bloque se superpone a otro. Con todo, otros podrían deberse al magma o el agua que surcan el subsuelo marciano.
¿Cuál es la causa de esta actividad?
Byrne explica que no se puede determinar cuál es la causa exacta de la actividad más reciente en Cerberus Fossae sin más datos del equipo InSight, pero el historial de la región proporciona algunas pistas.
Cerberus Fossae se considera una de las zonas sísmicas más jóvenes del planeta rojo, habiéndose creado hace solo 10 millones de años o menos. Su carácter reciente desde una perspectiva geológica se evidencia en los valles profundos que atraviesan limpiamente las marcas de cráteres más antiguos, con paredes pronunciadas y casi verticales que el paso del tiempo aún no ha desgastado. También persisten pistas de una actividad geológicamente reciente: varias rocas grandes de la zona parecen haber sido sacudidas de su posición inicial y han dejado rastros en el polvo marciano.
Estas cicatrices profundas podrían haberse formado debido a una burbuja de magma ascendente —quizá vinculada a los enormes volcanes latentes del noroeste— que hizo que el paisaje se extendiera y se agrietara. Algunas de estas roturas parecen haber escupido sus propios mantos de roca fundida.
«Los fenómenos sísmicos detectados podrían sugerir que la formación de fisuras aún continúa», escribe por email Misha Kreslavsky, científico planetario de la Universidad de California, Santa Cruz, que no forma parte del equipo de InSight.
Byrne especula que otras secciones de la superficie agrietada generan paisajes esculpidos aparentemente por inundaciones, así que es posible algún tipo de agua que borbotea bajo esta región sea la causa alternativa de los seísmos, aunque también cree que el magma es un culpable plausible.
Independientemente de la fuente, los seísmos ofrecen pistas interesantes de que Cerberus Fossae no está necesariamente muerta: «La historia de esa zona aún está escribiéndose hoy. Es impresionante», afirma Byrne.
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.