La OSIRIS-REx consigue proteger las muestras del asteroide Bennu tras una fuga
La sonda de la NASA tomó tantas muestras del asteroide Bennu que estas impidieron el cierre del dispositivo de recolección. Ahora, el material está sano y salvo.
En esta imagen de la misión OSIRIS-REx de la NASA vemos el acercamiento de la sonda y cómo toca la superficie del asteroide Bennu, a más de 330 millones de kilómetros de la Tierra, para tomar una muestra el 20 de octubre de 2020. Ahora, más de una semana después, la valiosa muestra está almacenada sana y salva para su viaje de vuelta a la Tierra.
Tras una serie de maniobras de alto riesgo llevadas a cabo a más de 330 millones de kilómetros de la Tierra, la sonda OSIRIS-REx de la NASA ha logrado almacenar sus preciadas muestras del asteroide Bennu. Esto se ha producido tras una fuga sorpresa anunciada el 23 de octubre, cuando algunas de las rocas espaciales prístinas salieron de un mecanismo de muestreo atascado de la sonda y flotaron hacia el vacío. La protección de la muestra garantiza que el material —rocas y polvo de los orígenes del sistema solar— llegue sano y salvo a la Tierra.
La muestra se aseguró tras varios días de tensión después de que la OSIRIS-REx tocara Bennu el 20 de octubre y se convirtiera en la tercera sonda —la primera de la NASA— que ha recogido una muestra de un asteroide. Pero la OSIRIS-REx hizo un trabajo demasiado bueno: recogió fragmentos del asteroide tan grandes que impidió el cierre total del dispositivo de recogida de muestras.
En cuanto el equipo se percató de la fuga el 22 de octubre, el personal de la OSIRIS-REx canceló varias maniobras y pruebas planificadas para minimizar los trastornos para el dispositivo de recogida de muestras, llamado TAGSAM (las siglas de Touch-And-Go Sample Acquisition Mechanism). Para proteger el material del dispositivo, que volverá a la Tierra en 2023, los controladores de la OSIRIS-REx actuaron con celeridad para introducir la muestra en una cápsula sellada, una maniobra completada el 28 de octubre.
El éxito del proceso de almacenamiento supone un gran alivio, ya que el alijo de polvo y rocas primordiales de la OSIRIS-REx podría arrojar luz sobre la formación de los planetas e incluso de la vida en la Tierra. Mediante el estudio de los ingredientes presentes en el sistema solar recién nacido, los científicos esperan desentrañar el proceso de 4500 millones de años que dio lugar a la Tierra y a todo lo que alberga.
Horas después de comenzar el proceso para asegurar la muestra, el investigador principal de la OSIRIS-REx Dante Lauretta reconoció que la maniobra acelerada entrañaba riesgos, pero insistió en que cerrar la muestra rápidamente era la forma más prudente de proceder.
«Cuando esté en la cápsula de retorno estará cerrada y cualquier cosa que haya dentro volverá a la superficie de la Tierra», dijo el 27 de octubre.
El 22 de octubre, dos días después de tocar Bennu, los ingenieros se dieron cuenta de que el cabezal de muestreo TAGSAM (las siglas de Touch-and-Go Sample Acquisition Mechanism) de la OSIRIS-REx tenía una fuga por la que salían rocas y polvo. El culpable era una solapa de PET diseñada para mantener el material dentro del cabezal, que no podía cerrarse porque la bloqueaban rocas de gran tamaño.
El mecanismo de muestreo bloqueado fue la sorpresa más reciente de la OSIRIS-REx en Bennu, un mundo con forma de peonza de 492 metros de diámetro. La gravedad extremadamente débil de Bennu y la superficie traicionera cubierta de grandes bloques de roca pusieron al límite a la sonda y a su equipo. Para descender a la superficie del asteroide, la sonda tuvo que cambiar al software de navegación de emergencia en mitad de la misión y los ingenieros tuvieron que modelizar incluso las fuerzas más leves que podrían desviar la trayectoria de la OSIRIS-REx, como la presión de la luz solar.
Lanzada en 2016, la OSIRIS-REx orbitó Bennu desde la Nochevieja de 2018 hasta hace solo diez días, cartografiando la superficie del asteroide y estudiando su composición mineral. El 20 de octubre, la sonda por fin descendió, esquivando bloques del tamaño de edificio para tocar una superficie equivalente a dos plazas de aparcamiento en un cráter llamado Nightingale, uno de los muchos puntos de referencia de Bennu que lleva nombre de ave. (El propio asteroide lleva el nombre de una garza que era una deidad del antiguo Egipto.)
Estas imágenes de la OSIRIS-REx muestran el brazo del TAGSAM colocando el dispositivo de recogida de muestras en la cápsula de retorno.
Una vez estuvo en posición, la escotilla se cerró, sellando la preciada carga en la cápsula para devolverla a la Tierra.
El dispositivo de toma de muestras de la OSIRIS-REx se hizo cargo a partir de ahí. Este dispositivo, que se parece a una aspiradora Roomba colocada en el extremo de una vara de tres metros de largo, se introdujo unos cinco centímetros en la superficie de Bennu y disparó nitrógeno presurizado. El estallido hizo un agujero de más de 32 centímetros de profundidad en el suelo.
A medida que las partículas salían despedidas al espacio, una serie de pantallas del dispositivo TAGSAM atraparon algunas para devolverlas a la Tierra. Estas partículas entrantes atravesaron una barrera, una especie de trampilla para perros de PET, al entrar en el cabezal del TAGSAM. Esta solapa debería haber encerrado las partículas dentro del dispositivo, pero el TAGSAM atrapó varios montones de tierra espacial de más de 2,5 centímetros de diámetro que impidieron el cierre.
El 22 de octubre, el personal de Lockheed Martin Space en Littleton, Colorado, donde se encuentra el centro de apoyo de la misión OSIRIS-REx, recibió las imágenes de la sonda que revelaron la pérdida de varios gramos de la muestra de Bennu.
«Básicamente, es como un salero», dijo Lauretta.
Por suerte, la fuga no parece haber puesto en peligro la misión. El 27 de octubre, las imágenes del cabezal del TAGSAM confirmaron que el dispositivo alberga al menos 400 gramos de material y quizá mucho más, señaló Lauretta. En experimentos de laboratorio con una réplica del dispositivo TAGSAM, las simulaciones más similares al acercamiento del 20 de octubre atraparon al menos 1200 gramos de muestras. «Hay muchas probabilidades de que el cabezal del TAGSAM estuviera a la máxima capacidad posible», apuntó Lauretta.
Con la puerta abierta, un técnico del Centro Espacial Kennedy estudia el interior de la cápsula de retorno de muestras (el objeto circular de la derecha) en 2016 durante una prueba de la puerta. El cabezal de muestreo, que tenía una fuga, se colocó dentro de esta cápsula para devolverla a la Tierra.
Se prevé que la sonda empezará su viaje de vuelta a la Tierra en marzo de 2021. En septiembre de 2023, cuando se acerque a nuestro planeta, la cápsula —y su preciada carga— caerán en el desierto de Utah. Entonces, los investigadores sabrán a ciencia cierta cuánta masa ha recogido la sonda. Todavía no se han finalizado los planes de futuro de la OSIRIS-REx una vez haya entregado la muestra, pero la sonda debería estar lo bastante sana como para seguir explorando el sistema solar durante los próximos años.
«Lo único que nos queda por hacer para cumplir la promesa [que le hicimos a la NASA] es devolver la sonda sana y salva a la Tierra, meternos en los laboratorios y responder las preguntas fundamentales sobre la formación de nuestro sistema solar y por qué la Tierra es un mundo habitable», declaró Lauretta en una rueda de prensa el 21 de octubre.
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.