Una de estas astronautas podría ser la primera mujer que pise la Luna

Dieciocho astronautas estadounidenses han sido elegidos para entrenar para las misiones Artemisa, que quieren llevar de nuevo a los humanos a la superficie lunar.

Por Nadia Drake
Publicado 10 dic 2020, 10:24 CET
La astronauta de la NASA Christina Koch

La astronauta de la NASA Christina Koch se saca un selfi espacial con la Tierra detrás. La astronauta de la NASA Jessica Meir y ella salieron al vacío del espacio durante siete horas y 17 minutos durante el primer paseo espacial de solo mujeres el 18 de octubre de 2019.

Fotografía de Christina Koch, NASA

Han pasado casi 50 años desde que pisamos la Luna, cuando la tripulación de la misión Apolo 17 de la NASA alunizó cerca del borde de un antiguo mar de lava llamado Mare Serenitatis.

Ahora, la agencia espacial aspira a tocar de nuevo a la superficie lunar preparando un programa llamado Artemisa que podría llevar a los humanos de nuevo a la Luna esta década. Sin embargo, esta vez no solo viajarán hombres: la NASA promete que la primera mujer que pise el afilado polvo lunar con las botas estará en el vuelo inaugural de Artemisa a la superficie.

La agencia al fin ha revelado cuáles de sus 47 astronautas en activo ha asignado a la misión Artemisa para entrenar para el histórico regreso a la Luna.

«Nuestra meta es ir a la Luna de forma sostenible, aprender cómo vivir y trabajar en otro mundo», declaró Jim Bridenstine, administrador de la NASA, durante una reunión del Consejo Nacional del Espacio en el que se anunciaron los nombres de los 18 astronautas seleccionados.

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    Scott Tingle y Steve Swanson

    El astronauta de la NASA Scott Tingle (derecha) es uno de los seleccionados para prepararse para las misiones Artemisa. Él y su compañero astronauta Steve Swanson entrenan para realizar paseos espaciales en el Neutral Buoyancy Laboratory cerca del Centro Espacial Johnson de la NASA en Houston, Texas.

    Fotografía de NASA

    Enviar a humanos en un viaje de ida y vuelta a la superficie de otro mundo es quizá el fin último de un programa espacial. Pero estos viajes son traicioneros y completarlos de forma segura exige años de entrenamiento, por eso los astronautas de la NASA empezarán a prepararse para una posible misión lunar.

    «Los vuelos espaciales no son para los impacientes. Son peligrosos, son muy complicados», afirma la astronauta de la NASA Nicole Mann, piloto de pruebas de la Armada y veterana de combate que entrenará para la misión Artemisa. «Tenemos un grupo de personas que trabajan juntas, no solo en los Estados Unidos, sino en la comunidad internacional, que colaborarán para que esto salga bien».

    Por ahora, ninguno de los 18 astronautas ha sido asignado a una misión Artemisa específica. La NASA afirma que añadirá a más astronautas en el futuro, entre ellos algunos de otras agencias internacionales con las que está asociada. Pero este grupo es el primero que empezará a prepararse para las misiones lunares del siglo XXI de la NASA.

    De los 18, nueve son mujeres y una de ellas podría ser la primera que pise la Luna. La mitad de los integrantes son voladores experimentados, como Christina Koch, que batió el récord del vuelo espacial más largo de una mujer, y Victor Glover y Kate Rubins, que actualmente están a bordo de la Estación Espacial Internacional. El resto son novatos escogidos principalmente de las clases de astronautas de 2013 y 2017.

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      La astronauta de la NASA Jessica Meir

      La astronauta de la NASA Jessica Meir da una vuelta en una silla rotatoria para poner a prueba su sistema vestibular en los camarotes de la tripulación del Cosmonaut Hotel en Baikonur, Kazajistán, el 18 de septiembre de 2019. Despegó a la Estación Espacial Internacional una semana después en una nave Soyuz rusa.

      Fotografía de NASA

      «Al pensar en el programa Artemisa, creo que, como le pasaría a cualquiera, el niño que llevo dentro se entusiasma un montón», afirma el astronauta de la NASA Frank Rubio, veterano de combate de la Armada y médico de las fuerzas especiales que figura en el grupo de la misión Artemisa. «Como estadounidense, como ser humano, simplemente me emociona».

      Llévame a la Luna

      La Luna, un mundo en sí mismo, está envuelta en misterio y mitología y nuestras expediciones a ella y sus alrededores han sido demostraciones cautivadoras —y angustiosas— de la capacidad humana.

      Estos viajes también han contextualizado nuestro planeta, algo que ejemplifica la imagen icónica «Earthrise». La fotografía, sacada por la tripulación de la Apolo 8 en la Nochebuena de 1968 mientras orbitaba alrededor de la Luna, captura nuestro planeta multicolor saliendo sobre el horizonte gris y lleno de cráteres. Por primera vez, los humanos observaron la Tierra desde la distancia suficiente para comprender el vasto reino cósmico en el que existe nuestro planeta y la fragilidad de nuestro pequeño mundo acuoso. La primera misión tripulada del programa Artemisa, llamada Artemisa II, se ha diseñado para que sea un viaje similar que orbite alrededor de la Luna y vuelva a la Tierra y que podría despegar en 2023.

      «Si puedo formar parte de estas misiones en cualquier puesto, será un sueño hecho realidad», afirma la astronauta de la NASA Jessica Meir, que está entrenando para las misiones Artemisa y ya ha acumulado más de 200 días en el espacio a bordo de la Estación Espacial Internacional. «Hay mucho que explorar con el programa Artemisa. Viajaremos a lugares nuevos; tenemos un montón de hipótesis nuevas y experimentos científicos que llevar a cabo».

      Pero llegar a la Luna —y, lo más importante, regresar a la Tierra— es difícil. Alcanzar la órbita lunar exige un cambio de «lealtad» gravitatoria delicado y ejecutado con la máxima precisión. El alunizaje —un hito que Neil Armstrong y Buzz Aldrin estuvieron a punto de no conseguir el 20 de julio de 1969— es aún más arriesgado. Y finalmente, despegar desde la superficie lunar, encontrarse con otra nave espacial y después poner rumbo a casa exige maniobras igualmente complejas realizadas a la inversa.

      Pero los astronautas de la NASA no solo están a la altura de este reto: están ansiosos por lograrlo.

      Cuando en primero de primaria Meir tuvo que dibujar su trabajo ideal, dice que «recuerdo claramente que dibujé una imagen de una astronauta junto a la bandera, la bandera estadounidense sobre la superficie de la Luna. Era yo en el espacio; en realidad era yo sobre la superficie de la Luna. Así que creo que, para mí, esta siempre ha sido mi misión de ensueño, impulsar la exploración y la curiosidad».

      Volver para quedarse

      En los últimos años, el programa Artemisa de la NASA ha ido cobrando impulso. En su forma más básica, Artemisa, que inicialmente se concibió como programa hermano del Apolo, reproducirá la secuencia de misiones que envió a los astronautas a la Luna en los años sesenta y setenta. Si Artemisa II regresa con éxito de la órbita lunar, la NASA podría lanzar la Artemisa III y alunizar poco después, quizá en 2024, aunque la misión podría atrasarse si el proyecto sigue sufriendo aplazamientos y sobrecostes.

      Según lo previsto, Artemisa utilizará el enorme cohete SLS (las siglas de Sistema de Lanzamiento Espacial) y la cápsula espacial Orión de la NASA para enviar a los astronautas a la órbita lunar. Más adelante, durante la Artemisa III, Orión se acoplará a un vehículo diseñado y desarrollado de forma privada que transportará a la tripulación a la superficie, quizá a un lugar cerca del gélido polo sur lunar.

      Pero el programa Artemisa es ambicioso a varios niveles. Si se cumple plenamente, el programa incluiría la construcción de un puesto espacial que orbite la Luna llamado Gateway. Esta pequeña estación podría utilizarse como punto de referencia para los astronautas que viajen a la superficie lunar. En última instancia, podría incluso apoyar misiones a lugares más lejanos del sistema solar.

      La NASA planea colaborar con socios internacionales para establecer una presencia a largo plazo en la Luna y espera que sus socios extranjeros se pongan de acuerdo en un conjunto de principios expuestos en un documento llamado Acuerdos Artemisa. Incluyen compromisos para utilizar la Luna para fines pacíficos, cooperar en caso de emergencia, compartir conocimiento y datos científicos y preservar lugares de interés histórico como el lugar del alunizaje de la Apolo 11.

      Jessica Meir y Vitor Glover

      Mientras entrenaban para convertirse en astronautas, Jessica Meir y Vitor Glover participaron en un ejercicio de supervivencia durante tres días cerca de Rangeley, Maine.

      Fotografía de L. Harnett, NASA

      En el contexto de un cambio de liderazgo político, presupuestos inciertos, una pandemia global y retrasos reiterados con el SLS y la Orión, no está claro si el programa Artemisa se desarrollará según los plazos.

      «Es una empresa muy cara», afirma Rubio. «Pero creo que se ha demostrado una y otra vez que, cuando hacemos cosas difíciles y nos desafiamos como humanos para afrontar grandes retos, nos une. Y nos impulsa para desarrollar nuevas tecnologías, nuevas ideas».

      Una perspectiva lunar

      Las metas científicas de la Artemisa III, expuestas esta semana, incluyen recoger más rocas lunares y traerlas a la Tierra. Las misiones también estudiarán la historia de los impactos de asteroides en la Tierra y la Luna y buscarán compuestos enterrados bajo la superficie, como hielo de agua. La NASA espera recoger hielo en la Luna y utilizarlo para fabricar combustible para cohetes y ejecutar sistemas de soporte vital.

      Aunque todos los astronautas que hablaron con National Geographic insistieron en que su prioridad será completar con éxito una misión lunar, también señalaron que les gustaría divertirse una vez allí, si tienen la suerte de viajar a la Luna.

      «Me encantaría saltar. Ya sabes, saltar tan alto como pueda», afirma Mann. «Dios nos libre de que nos den un róver», añade Rubio. «Por importante que sea la ciencia, creo que todos queremos derrapar por la Luna».

      Meir dice que se empaparía de la belleza y profundidad de contemplar la Tierra desde la superficie lunar. «Ojalá pudiera llevar conmigo todos los ojos de todos los humanos del planeta al espacio para que apreciaran esta vista que tenemos», afirma. «La imagen de la Tierra desde la Estación Espacial Internacional me pareció muy potente para entender la fragilidad y la belleza de nuestro planeta, cómo tenemos que protegerlo y cuán interconectados estamos».

      Con todo, por ahora los astronautas del programa Artemisa se concentrará en prepararse para dar el siguiente gran paso de la humanidad en el espacio. Y quizá también se tomen un momento para observar la Luna, como hacen Mann y su hijo de ocho años.

      «Siempre nos sentamos fuera y nos encanta mirar las estrellas y la Luna, pero ahora pienso que los dos la vemos con una luz diferente en los ojos y con un brillo un pelín diferente», afirma. «Espero que algún día pueda ver a su madre volando y caminando sobre la Luna».

      Astronautas del programa Artemisa de la NASA:
      Joe Acaba
      (Clase de astronautas de 2004, 306 días en el espacio)
      Kayla Barron (Clase de astronautas de 2017)
      Raja Chari (Clase de astronautas de 2017)
      Matthew Dominick (Clase de astronautas de 2017)
      Victor Glover (Clase de astronautas de 2013, a bordo de la EEI)
      Woody Hoburg (Clase de astronautas de 2017)
      Jonny Kim (Clase de astronautas de 2017)
      Christina Koch (Clase de astronautas de 2013, 328 días en el espacio)
      Kjell Lindgren (Clase de astronautas de 2009, 141 días en el espacio)
      Nicole Mann (Clase de astronautas de 2013)
      Anne McClain (2013 Astronaut Class, 204 días en el espacio)
      Jessica Meir (Clase de astronautas de 2013, 205 días en el espacio)
      Jasmin Moghbeli (Clase de astronautas de 2017)
      Kate Rubins (Clase de astronautas de 2009, a bordo de la EEI)
      Frank Rubio (Clase de astronautas de 2017)
      Scott Tingle (Clase de astronautas de 2009, 168 días en el espacio)
      Jessica Watkins (Clase de astronautas de 2017)
      Stephanie Wilson (Clase de astronautas de 1996, 43 días en el espacio)
      Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.
      Fotografía del Mons Rümker

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