La "Estrella de la Muerte" de Saturno esconde un secreto: un océano subterráneo
En esta imagen captada por la nave espacial Cassini de la NASA en su sobrevuelo más cercano a la luna Mimas de Saturno, el gran cráter Herschel hace que la luna parezca la Estrella de la Muerte de la saga La Guerra de las Galaxias. Nuevas pruebas sugieren que la luna también alberga un océano oculto.
Las pruebas de la existencia de un profundo océano global bajo la corteza de la luna Mimas de Saturno (a veces llamada la "Estrella de la Muerte") han sorprendido a los astrónomos porque se trata de un lugar muy poco probable para encontrar uno.
Un nuevo análisis de las observaciones de la nave espacial Cassini, que exploró el sistema de Saturno entre 2004 y 2017, indica que el movimiento de balanceo que realiza Mimas al orbitar (un fenómeno conocido por los astrónomos como libración) está causado por un océano líquido bajo su superficie, en lugar de por un núcleo completamente sólido.
El nuevo descubrimiento se suma al puñado de océanos subsuperficiales verificados en nuestro sistema solar. También plantea la posibilidad de que la vida haya evolucionado allí.
"Es una gran sorpresa", afirma el astrónomo y autor principal del nuevo estudio Valéry Lainey, que estudia la dinámica de las lunas de Saturno en el Observatorio de París (Francia).
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Un improbable mundo oceánico
Mimas ha sido bautizada como la "Estrella de la Muerte" porque un gigantesco cráter de impacto en uno de sus lados le da el aspecto de la célebre estación espacial de La Guerra de las Galaxias; en la Tierra, un cráter de tamaño comparable sería más ancho que Canadá. Mimas, una de las muchas lunas que rodean a Saturno (146 según el último recuento), se balancea fuertemente de un lado a otro durante su órbita alrededor del planeta.
Esta libración podría explicarse de dos maneras: o bien Mimas tenía un núcleo extremadamente alargado, con forma de balón de rugby aplanado; o bien tenía un océano global bajo su superficie.
Lainey formó parte de un equipo que propuso por primera vez que Mimas podría tener un océano oculto en un artículo publicado en 2014 en Science.
Pero la idea se descartó en gran medida, en parte porque no hay signos de tal cosa en su superficie, a diferencia de Encélado, otra luna de Saturno, que rocía agua desde su océano interior hacia el espacio.
Sin embargo, un nuevo artículo del mismo equipo, publicado esta semana en Nature, estudia detenidamente cómo la libración modifica la órbita de Mimas y establece que la luna tiene efectivamente un océano subterráneo.
Los investigadores sugieren que el océano no se congela por el calor de las fuerzas de marea durante la órbita de la luna alrededor de Saturno.
Además, se trata de una importante masa de agua: Mimas es relativamente pequeña, pero su océano subterráneo constituye aproximadamente la mitad de su masa, afirma Lainey.
"Mucha gente mirará ahora esto y dirá: 'Dios mío, realmente hay un océano global allí", afirma Lainey.
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A la caza de vida extraterrestre
Hasta ahora, los astrónomos sólo habían encontrado indicios claros de océanos subterráneos en dos de las lunas de Saturno (Encélado y Titán) y en las lunas de Júpiter (Europa y Ganímedes).
Como señalaron estudios anteriores, donde hay agua líquida a menudo hay vida, por lo que los océanos subterráneos son algunos de los mejores lugares para buscar vida extraterrestre, que los científicos especulan que podría haber evolucionado alrededor de los respiraderos hidrotermales de los núcleos de las lunas.
Las últimas investigaciones sugieren que el océano de Mimas debe ser joven: entre 2 y 25 millones de años, lo que en términos celestes es casi nada de tiempo.
Podría parecer demasiado poco tiempo para que la vida haya evolucionado allí.
Pero Lainey afirma que el océano de Mimas, relativamente cálido y con abundantes reservas de materias primas químicas, podría ser un lugar tan bueno como cualquier otro para la evolución de la vida.
Reconoce, sin embargo, que sería difícil perforar allí y averiguarlo: aunque el océano de Mimas parece muy profundo (tal vez más de 64 kilómetros de profundidad en algunos lugares) su parte superior se encuentra hasta 29 kilómetros por debajo de una corteza exterior de roca y hielo.
Una pista sobre la evolución del océano
Mimas también podría ayudar a los científicos a comprender cómo se desarrollaron otros océanos alienígenas.
La luna es sólo un poco más pequeña que Encélado y está formada por los mismos tipos de roca y hielo, afirma Lainey, lo que implica que su química y geología son similares.
Sin embargo, mientras que el océano subterráneo de Encélado tiene unos mil millones de años, el de Mimas es mucho más joven, lo que tal vez ofrezca a los científicos una ventana al desarrollo temprano de Encélado.
El gigantesco cráter de impacto que hace que Mimas parezca la Estrella de la Muerte es también una señal de que su océano debe ser relativamente joven, afirma la científica planetaria Alyssa Rose Rhoden, del Southwest Research Institute de Boulder (EE. UU.).
Se cree que el cráter (llamado Herschel en honor al astrónomo William Herschel, que descubrió Mimas en 1789) se formó hace cientos de millones de años cuando un objeto de varios kilómetros de diámetro chocó contra la luna.
Rhoden, que no participó en el último estudio pero es coautor de un artículo en Nature sobre el mismo, afirma que el impacto de Herschel habría perforado la corteza de Mimas si hubiera existido un océano subterráneo; por tanto, el hecho de que Herschel tenga el aspecto que tiene significa que no había océano en aquel momento.
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La búsqueda de más océanos alienígenas
El descubrimiento también refuerza la idea de que podrían existir océanos subterráneos en otros lugares de nuestro sistema solar, en particular en varias lunas de Urano e incluso en algunos objetos del Cinturón de Kuiper, que rodean el Sol más allá de Plutón.
"Es un poco diferente, pero sí: después de todo, se puede esperar que haya agua líquida en muchos objetos", afirma Lainey; "incluso Mimas, el lugar más improbable del sistema solar, tiene un océano global".
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.