Cómo hablar de raza y racismo con tus hijos

Las recientes protestas despiertan dudas en los niños. No rehuir estas conversaciones es el primer paso para criar hijos antirracistas.

Por Heather Greenwood Davis
Publicado 8 jun 2020, 16:36 CEST, Actualizado 16 ene 2023, 14:42 CET
Niños jugando

Niñas jugando.

Fotografía de Yellow Dog Productions / Getty Images

A mediados de 2020, se celebraron en todo el mundo protestas por el asesinato de un hombre afroamericano a manos de un policía blanco en Minneapolis (Estados Unidos). Por mucho que queramos proteger a nuestros hijos de estas imágenes perturbadoras, es probable que los niños escuchen las conversaciones sobre raza, diferencias raciales y racismo y hagan preguntas. Los expertos sostienen que la forma en que respondas puede moldear los sentimientos de tus hijos respecto al racismo durante los próximos años.

«Este momento ofrece una oportunidad», afirmó Candra Flanagan, directora de enseñanza y aprendizaje del Museo Nacional de la Historia y la Cultura Afroamericana (NMAAHC, por sus siglas en inglés). «Puede que los adultos quieran apagar la tele o no decir nada. Pero los niños van a sacar información de otras partes. Por eso es mucho más importante tener estas conversaciones, para que no reciban mensajes externos distintos a los que [los padres y las madres] quieren que reciban».

Para algunos padres y madres, las protestas celebradas tras la muerte de George Floyd dieron lugar a las primeras dudas de sus hijos sobre la raza y el racismo. Estas conversaciones iniciales pueden ser inquietantes, pero los educadores recomiendan encarecidamente no evitarlas aunque los niños sean pequeños. Subestimar su capacidad para comprender temas como la raza y la injusticia sería un error, dice Caryn Park, profesora de la Universidad Antioch en Seattle (Estados Unidos) cuya investigación se centra en la comprensión de la raza y la etnia por parte de los niños.

«Los niños de solo tres años son conscientes de la raza y el color de la piel, y no temen hacer preguntas», explica Park. «Sus identidades les importan mucho y la identidad racial es una parte importante de su identidad total. También entienden el poder de hablar sobre la raza y el racismo y que, cuando mencionan estas cosas, pueden llamar la atención de los adultos y de otros niños».

La raza es un tema relativamente simple de abordar cuando un niño advierte el color de la piel por primera vez. Naturalmente, el racismo es un tema más difícil que tratar. Pocos padres o madres se consideran a sí mismos o a sus hijos racistas, en sus connotaciones de comportamientos intencionados, airados o crueles hacia diferentes grupos de personas. Pero según Ibram X. Kendi, director ejecutivo del Antiracist Research and Policy Center en la Universidad Americana de Washington D.C., la intención no siempre forma parte del racismo.

Kendi señala que lo que quiere decir es que, aunque la mayoría de las personas no pretenden hacer daño, sí emiten juicios basados en la raza. Y según Maggie Beneke, profesora adjunta de educación en la Universidad de Washington, a menudo esos juicios se basan en un prejuicio racial implícito, algo que quizá hayamos interiorizado a través de las interacciones cotidianas y los mensajes sociales y que da pie a creencias de las que quizá no seamos conscientes, pero que provocan un comportamiento racista involuntario. «Por ejemplo, tras ver películas con princesas mayoritariamente blancas, puede que un niño diga: "Solo me gustan las princesas que se parecen a Elsa y no me gustan el pelo y la piel de color de Moana"», explica Beneke, que estudia la igualdad en la educación.

Kendi señala que el objetivo es criar a niños que sean antirracistas. «Como padres y madres, deberíamos criar a niños que puedan expresar nociones de igualdad racial, que puedan ver las disparidades raciales como un problema y que puedan poner su granito de arena para combatir el gran problema del racismo», afirma Kendi, autor del libro Antiracist Baby y coautor con Jason Reynolds del libro juvenil Stamped: Racism, Antiracism, and You. Eso significa reconocer las ideas racistas que los niños podrían haber interiorizado —voluntaria o involuntariamente— y conducirlos hacia un comportamiento antirracista.

Desarrollar empatía, compasión y una sensación de justicia a una edad temprana contribuye a que los niños se conviertan en adultos que quieran hacer del mundo un lugar mejor. Para los padres y las madres, eso suele traducirse en respirar hondo e iniciar esas conversaciones sobre la raza y el racismo. «No importa cómo empiece la conversación, los padres y madres deberían mandar el mensaje de que está bien y es importante hablar de ello», señala Beneke. Esto es lo que dicen los expertos sobre cómo criar a un niño antirracista.

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Prepárate para hablar de acontecimientos relacionados con la raza y de las emociones que pueden despertar

Si las recientes protestas han hecho que tu hijo haga preguntas sobre la raza y las manifestaciones, aprovecha el momento como punto de partida para tener una conversación más general, recomienda Flanagan. Una parte de estas conversaciones exige que los adultos también reflexionen.

«No es solo el niño, sino el trabajo que tiene que hacer el adulto», explica Anna Hindley, directora de educación temprana del NAAMHC. Comprender la historia de las relaciones raciales en el país y las diversas formas en que pueden producirse las protestas facilitará hablar de estos temas con los niños.

Por ejemplo, hace poco el NAAMHC puso en marcha Talking About Race, un portal web con recursos para ayudar a padres, madres y profesores a orientar la conversación con herramientas concretas. Introduce la idea de la opresión como «una combinación de prejuicios y poder institucional que crea un sistema que discrimina de forma regular y grave a algunos grupos y beneficia a otros». Es un buen apunte para que los niños piensen qué ha impulsado estas protestas internacionales además de la muerte de un hombre: que los afroamericanos son desproporcionadamente más pobres que otros grupos de estadounidenses, que este grupo se ha visto desproporcionadamente afectado por la COVID-19 debido al acceso a la atención médica y a otros motivos, y que los agentes de policía matan (o «hacen daño» si tienes hijos muy pequeños) en mayor proporción a personas negras que a personas blancas.

Tanto Hindley como Beneke sugieren que ocultar información a los niños puede afectar a su capacidad para procesar cuestiones sobre la raza y la opresión.

«Sabemos que los niños son capaces [de entender], pero puede que necesiten apoyo debido a los mensajes que reciben sobre sí mismos y de los demás», afirma Beneke.

Sin embargo, Flanagan recuerda que los niños —como los adultos— se ven emocionalmente afectados por acontecimientos como la muerte de George Floyd y las protestas subsiguientes. Las conversaciones deberían tener en mente estos sentimientos.

«Respondemos de forma emocional a muchas de las injusticias que presenciamos en la historia y en el mundo», señala. «Hay que darles espacio a los niños para que emprendan su propio viaje emocional y deshagan su propio equipaje emocional».

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Presta atención a los comentarios que vinculen la raza a juicios de valor

Si tu hija dice «¡Esa señora es negra!» y lo es, muestra que estás de acuerdo con ella. «Advertir la raza de alguien no es racista», indica Parks. «La reticencia a reconocer su observación puede mandar un mensaje equivocado».

A lo que sí deben estar atentos los padres y madres es a cualquier juicio de valor que hagan involuntariamente sobre esas diferencias y corregirlos. «Responde con preguntas abiertas y sin juzgarlos para entender por qué tu hijo asume tal cosa», recomienda Beneke. «Preguntas sencillas como: "¿Por qué crees eso?" o "¿Qué te hace decir eso?" pueden servir para iniciar la conversación». Después puedes explicarle qué son los estereotipos y ayudarlo a que piense en ejemplos que demuestren que estos estereotipos no son reales.

Ayúdalos a reconocer el daño de una idea racista

Si escuchas a tu hijo expresando una idea sobre un grupo de personas y no se da cuenta de que es prejuiciosa, habla con él al respecto. En el caso de niños pequeños, puedes centrarte en las palabras que son dañinas y en cómo pueden afectar a alguien. Y aunque muchos niños mayores han sido criados para no hacer comentarios manifiestamente racistas, sí pueden aparecer. Park insta a los padres y madres a ayudar a los niños a examinar tanto la intención de su comentario como su impacto involuntario. Por ejemplo, si tu hijo dice que las personas de color también pueden ser racistas, esa es una invitación a tener una conversación. «Pregúntale si le ha pasado algo que le hiciera sentir así y qué sentía cuando hizo ese comentario», dice Park. «¿Quién gana y quién pierde con ese comentario? Escucha atentamente por si tienen sentimientos de rechazo o exclusión, y piensa en un plan para reconciliar esos sentimientos».

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Actualiza tu biblioteca doméstica

Analiza los libros, películas y series de televisión que consume tu hijo y es probable que observes un patrón en los grupos que más representan. Considera introducir contenido que replantee el aspecto de un héroe, un vecino o un amigo.

«Sabemos que la mayoría de los libros ilustrados se centran en personajes blancos y que los personajes humanos negros y de color están mucho menos representados que los animales y otros personajes de dibujos animados», afirma Beneke. Busca libros que incluyan personajes de color e indígenas en situaciones cotidianas, no solo aquellos que se centren en la esclavitud o la injusticia.

Opta por libros con ilustraciones e historias que celebren la diversidad y que expongan a tus hijos a perspectivas diferentes. Si encuentras algo que te guste, compra otra copia y dónala a la biblioteca del colegio al que van tus hijos.

Introduce la diversidad en aspectos diferentes de tu vida

Para que tus hijos adopten ideales antirracistas, deben exponerse a personas que sean diferentes. Si en su grupo de amigos todos se parecen, quizá sea hora de fomentar un poco de diversidad a la hora de jugar.

También puede suponer una oportunidad para que los padres introduzcan más diversidad en sus vidas. Manga Verghese, profesora de la Universidad de Washington especializada en educación plurilingüe, sugiere expandir tu propia red social para incluir razas, géneros, capacidades y religiones diferentes. Esto presenta un modelo de comportamiento antirracista para tus hijos y ofrece la oportunidad de hablar sobre el valor de las diferencias. «Tiene un efecto de goteo en los niños, porque sugieres que lo diferente es bueno», afirma Park. «Ofrece a los niños acceso a un abanico de perspectivas, comidas, historias y puntos de vista».

Por supuesto, la meta no es hacer amigos solo porque esa persona sea de otra raza. Más bien, hay que examinar qué estás haciendo de forma inconsciente para limitar las interacciones de tu familia. «Piensa en dónde tú, como padre, madre o familia, inviertes el tiempo y los recursos», indica Beneke. Plantéate probar una actividad extracurricular en otro vecindario o explorar actividades de fin de semana distintas que permitan que se desarrollen relaciones de forma natural.

Busca otras actividades que expongan a tus hijos a perspectivas diferentes. Asiste a los eventos de la biblioteca local, visita exposiciones de museos que aborden la raza o prueba los eventos culturales que ofertan los centros comunitarios locales durante todo el año. La exposición puede ampliar la idea de la inclusión.

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Que hablar de la raza no sea una única conversación

No tienes que establecer una hora para la «charla sobre la raza». Las conversaciones ocurren de forma natural si prestas atención a lo que dice tu hijo y sabes dónde pueden infiltrarse los sesgos inconscientes.

Por ejemplo, si tu hijo está viendo un anuncio y se da cuenta de que carece de diversidad cultural, habla con él sobre cómo podría ser más inclusivo. Si tu adolescente se pregunta por qué no hay personajes negros en Friends, habla con ella sobre cómo la serie podría ser más representativa. «Fomenta el pensamiento crítico e invita a los adolescentes a entablar una conversación sobre lo que observan», afirma Park. La conversación podría llevar a una «auditoría de diversidad» de los medios que consumís para llevar la cuenta de qué personas de color tienen papeles protagonistas, de apoyo, de figuras autoritarias, de héroes y de villanos. Después podéis comparar vuestras conclusiones y, basándoos en lo que encontréis, quizá queráis cambiar vuestra dieta mediática.

También puedes buscar formas en las que denunciar las desigualdades de forma más natural. Si tu hijo dice que la mayoría de los jugadores de baloncesto profesional son afroamericanos, también puedes comentar que la mayoría de los dueños de los equipos son blancos y preguntarle qué cree que significa. Varghese sugiere hacer preguntas como: «¿Qué ves aquí? ¿Por qué crees que es así? ¿Quién se beneficia de la situación? ¿Qué podemos hacer al respecto?». Las respuestas pueden desembocar en conversaciones fructíferas sobre el privilegio, la raza y la desigualdad y ayudar a tu hijo a desarrollar ideales antirracistas.

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Reconoce que no tienes todas las respuestas

Por encima de todo, recuerda que no hay una forma «correcta» de entablar estas conversaciones. Al igual que otros temas importantes pero incómodos, en retrospectiva quizá te gustaría haber respondido de otra forma a una pregunta. Reconócelo.

«Hace falta práctica», señala Beneke. «Enséñales que, aunque seas un adulto, aún reflexionas sobre estas ideas. Muéstrales que son conversaciones difíciles, pero también importantes».

Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

Nicole Harney y su hijo Justin

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