Estos son los beneficios de la naturaleza para los niños
La relación con la naturaleza tiene beneficios cognitivos y emocionales para los niños. Los expertos hablan de cómo les ayuda estar al aire libre.
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A los padres del parvulario Schlitz Audubon Nature Preeschool en Milwaukee les gusta compartir los cambios que advierten en sus hijos. Tras pasar horas al aire libre cada día (trepando árboles, explorando bajo las rocas, aprendiendo a observar la fauna y la flora en silencio), los niños tímidos se vuelven más atrevidos y la indecisión se torna poco a poco en seguridad.
Los profesores también advierten una diferencia: los niños podían quedarse sentados cuando era necesario, escuchaban más atentamente y regulaban mejor su comportamiento.
«Conocí a profesores de otros colegios que me decían “Conozco a niños que vienen de ese parvulario”. Hacen más preguntas, están más dispuestos a probar cosas nuevas y son más solidarios con los otros niños», cuenta Patti Bailie, fundadora y exdirectora del centro y ahora profesora adjunta de educación preescolar en la Universidad de Maine.
La idea de que los niños conecten con la naturaleza se ha defendido durante mucho tiempo como algo beneficioso para cuerpo y mente. El tiempo que se pasa al aire libre se ha vinculado a la mejora de la capacidad de concentración, la memoria y la función ejecutiva, es decir, cómo aprendemos frente a qué aprendemos. Bailie añade que las experiencias en la naturaleza se vinculan positivamente al desarrollo temprano del cerebro y proporcionan oportunidades para mejorar la motricidad, estimular las sustancias químicas que mejoran la comunicación neuronal y ayudar a producir nuevas células en el cerebro.
«Ahora hay pruebas suficientes que demuestran un vínculo muy causal entre el aprendizaje al aire libre y los logros académico. Ahora sabemos que la naturaleza influye en la capacidad de aprendizaje y participación de formas muy específicas», afirma Sarah Milligen-Toffler, directora ejecutiva de Children & Nature Network.
Esto es lo que saben los expertos sobre cómo introducir actividades al aire libre o en la naturaleza en la vida de tus hijos puede potenciar la capacidad intelectual de tus hijos.
Movimiento + desorden = mentes más fuertes
Un principio central de la teoría del «aprendizaje basado en el cerebro» es que el movimiento puede fortalecer la capacidad del cerebro de aprender, retener y recordar lecciones. Esta teoría empezó a mediados de los 90, cuando varios estudios demostraron que muchas de las mismas vías nerviosas en el cerebelo, un área del cerebro muy compleja que participa en la coordinación de los movimientos motores, también están vinculadas a los procesos de aprendizaje.
Las investigaciones posteriores indicaron que las actividades que implican movimientos laterales (cruzar el cuerpo con los brazos y las piernas) ayudan a que ambos lados del cerebro conecten y se comuniquen. Eso quiere decir que actividades como excavar en busca de un tesoro y agacharse para ver un insecto más de cerca pueden estar conectadas directamente con mejores capacidades de lectura y escritura.
Eso quiere decir que el hecho de que los niños interactúen con el desorden puede ser bueno (lo sentimos, obsesos del orden y la limpieza), en un jardín, en los parques locales o en otros espacios naturales a los que quizá tengas acceso.
La palabra clave es «desestructurado». Además de solo tener juguetes en el jardín, esto va de darles a tus hijos herramientas como palas y cucharas, pero también de dejar las ramas y los matorrales para que construyan con ellos. Lleva a los niños a algún río local para que den la vuelta a las piedras y busquen invertebrados y anfibios, o a senderos sin asfaltar con troncos y rocas a los que puedan subirse y esquivar.
«Lo que resulta tentador para los niños es la falta de dominio adulto», afirma Nooshin Razani, pediatra y fundadora del Center for Nature and Health del Hospital Infantil Benioff de la Universidad de California, San Francisco, en Oakland. «No está bien cuidado y no está yermo. La hierba sola no es tan divertida. Necesitan cositas que mover y con las que jugar. Después se convierte en un paisaje de oportunidad y creatividad».
Capacidad de concentración y memoria gracias a la naturaleza
La naturaleza ofrece muchas oportunidades de observación y fomentar esta habilidad construye su capacidad para concentrarse y aprender del mundo que los rodea. Incluso las lupas y los microscopios baratos pueden revelar detalles increíbles. Puedes dar un «minipaseo» por el jardín, ir a un parque local o a algún solar vacío y documentar las plantas y animales que encontréis a lo largo de un sendero de 15 metros.
Haz preguntas: ¿Qué hay en la tierra? ¿En qué se diferencian las hojas de los árboles diferentes? ¿Qué aves e insectos podemos encontrar desde la ventana, el balcón, el jardín o el parque?
Este tipo de actividades con preguntas despiertan interés y curiosidad, y no requieren viajar a lugares especiales. De hecho, un estudio que analizó resonancias cerebrales de niños en Barcelona determinó que el mero hecho de tener acceso a un espacio verde, incluso poder ver árboles y el cielo desde una ventana, se asociaba al aumento de la materia blanca y gris en áreas del cerebro vinculadas a la memoria, la atención y la puntuación de pruebas cognitivas.
«Existe un fuerte vínculo entre la atención y el aprendizaje», afirma Bailie. «La idea es que cuando los niños exploran el mundo natural, lo hacen con mucho interés y atención. Y las cosas que llaman la atención se conectan a la memoria».
Milligen-Toffler reconoce que, aunque estar en la naturaleza no siempre es fácil, literalmente cualquier cosa a la que pueda acceder tu familia puede ser beneficiosa. ¿Vives en una ciudad? Ver el cielo y los árboles, explorar lo que hay en la calle o identificar especies locales son formas fantásticas de conectar. Incluso los libros, los programas de televisión y las aplicaciones móviles pueden ayudar.
«Solemos pensar en la “naturaleza” como algo de gran escala y sin duda lo experimentas en las montañas o en el mar», afirma. «Pero sabemos que incluso ver imágenes de la naturaleza ayuda al cerebro».
Fortaleciendo lazos familiares
Rashani, conocida por «recetar parques», dice que suele pasarse por alto un aspecto del tiempo que se pasa al aire libre: su papel a la hora de construir y fomentar relaciones saludables.
En su práctica clínica en el área de la bahía de San Francisco, Rashani incluye los viajes a los parques de la zona en las intervenciones terapéuticas para fomentar la recuperación de familias que se enfrentan a la pobreza, la depresión u otros problemas.
En su investigación, ha señalado que los entornos al aire libre pueden ayudar a la gente a establecer lazos sociales beneficiosos. Sus observaciones están respaldadas por otros trabajos: un estudio de 2018 determinó que hablar a los niños durante excursiones cortas daba lugar a una mayor locuacidad, receptividad y comunicación entre padres e hijos.
Parte del trabajo actual de Rashani explora usar la naturaleza como una dosis, igual que la medicina. Está estudiando en ensayos clínicos cómo utilizar la naturaleza y los espacios al aire libre para tratar la depresión y la ansiedad en niños y en familias.
«Si vamos a tomarnos en serio la naturaleza como intervención de salud, necesitaremos pautas para saber en qué medida, con qué frecuencia y para quién puede ser útil la naturaleza», afirma. «Y sabemos que solo una relación sólida con un padre o madre puede tener muchos aspectos beneficiosos en el desarrollo cerebral infantil».
Recuerda a una niña de 13 años y a su madre, unas de las primeras participantes en su programa de recetar parques. Por aquel entonces vivían en un albergue familiar y la hija tenía problemas de ansiedad y para mantener un peso saludable. Pero tras empezar sus excursiones a la naturaleza, ambas consiguieron sintonizar mejor con sus necesidades emocionales y la ansiedad y problemas de peso de la hija mejoraron.
«La naturaleza te ofrece un paisaje para construir esa relación dentro de una familia», afirma Razani. «Las familias necesitan saber que tienen el derecho de tomarse un tiempo cada día para estar juntas y que esto tiene beneficios reales para la salud».
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.