Más de una década documentando un matrimonio con menores que aún perdura
La fotógrafa Stephanie Sinclair lleva 13 años fotografiando el matrimonio infantil. Su trabajo sobre el tema se presentó en la historia de la revista de National Geographic de 2011 “Too Young Too Wed” (que es también el nombre de la asociación sin animo de lucro que fundó en 2012 y que aboga por el fin de esta práctica). Me pregunto cómo ha podido mantener el proyecto del reportaje tanto tiempo, si sigue en contacto con las niñas que fotografía, de quién se rodea, cómo ha evolucionado el tema y si alguna vez necesita hacer un descanso.
BECKY HARLAN: ¿Cuándo fue la primera vez que te encontraste con el matrimonio infantil?
STEPHANIE SINCLAIR: Mi primer encuentro con el matrimonio infantil fue en Afganistán en 2003. Me horrorizó la historia de unas niñas que se prendían fuego a si mismas. Después de investigar un poco, descubrí que una de las razones por las cuales tomaban esta decisión tan drástica era que las habían obligado a casarse siendo niñas. Me contaron que se habían casado con 9, 10 y 11 años, y que preferían morir a seguir con las vidas que llevaban. Ingenuamente, no pensaba que estas cosas pudiesen seguir ocurriendo en el mundo. El proyecto “Too Young Too Wed” realmente comienza cuando descubro este horror.
BECKY: ¿Cuándo te diste cuenta de que documentar el matrimonio infantil sería algo más que una historia fotográfica, que se transformaría en una misión?
STEPHANIE SINCLAIR: Cada vez que me encuentro con una niña en cada país se me rompe el corazón, particularmente con las que casan con hombres mayores. Cuanto más persigo este fenómeno, más lo intento desentrañar. El trauma de estas niñas, que las acompaña hasta una edad adulta, aún está presente cuando hablas con ellas de sus experiencias. Estas mujeres valientes viven su vida como cualquier otra persona, pero si se encuentran lo suficientemente cómodas como para hablarte de su pasado, se ve claramente el precio que han tenido que pagar tras un trauma infantil tan fuerte.
Si tienes en cuenta las experiencias de algunas de las niñas y supervivientes que me he ido encontrando y lo piensas… hay más de 50 países en los que se da el matrimonio infantil, así que ¿cuántas niñas están viviendo un infierno similar, día sí, día también? ¡El número es asombroso! Cada día se casan al menos 39000 niñas: ¡eso significa una cada dos segundos! Cada día que pasa, las vidas de un número incomprensible de niñas cambian para siempre.
Desde una perspectiva fotográfica, es importante señalar que este tema se manifiesta de forma diferente en cada país. Las variantes de la práctica son inmensas, así que tiene sentido que un puñado de fotos no sea suficiente como para explicar un tema como este en profundidad.
Si todo esto no es suficiente inspiración como para enviar a alguien a una misión, no sé qué lo sería.
BECKY: Los fotógrafos suelen hablar de cómo mantener sus proyectos a largo plazo, emocional, financiera y logísticamente. ¿Cuáles son las fórmulas que has encontrado tanto para ti como para tu historia?
STEPHANIE SINCLAIR: Tengo la suerte de que durante el tiempo que llevo trabajando en este proyecto, el mundo ha comenzado a darse cuenta de la importancia de hablar de el matrimonio infantil. Ahora hay reuniones y conferencias donde las organizaciones de base hablan sobre este tema. Ha sido una ayuda inestimable para determinar las historias que no se denuncian. Cuanto más dura este trabajo, más aliados encuentro. En ese aspecto es bonito.
BECKY: ¿Alguna vez has tenido la sensación de que habías cubierto el tema todo lo bien que has podido? ¿Alguna vez necesitas tomarte un descanso?
STEPHANIE SINCLAIR: No estará bien hecho hasta que deje de haber niñas forzadas al matrimonio cuando solo son niñas. De hecho, 13 años después de comenzar este proyecto, sigo escribiendo propuestas para conseguir subvenciones y poder seguir con piezas adicionales de estas series que surgen inesperadamente. Por supuesto tomar descansos ha sido importante. Hay una gran cantidad de belleza y alegría en el mundo, y también es importante rodearse de ellas para poder coger fuerzas para luchar contra la fealdad y con la ilusión de crear un cambio.
BECKY: Debe de haber mucha gente con la que has trabajado en tu proyecto ¿Cómo ha sido?
STEPHANIE SINCLAIR: En cada comunidad que he trabajado, he encontrado activistas: madres, padres, ancianos, e incluso otros niños que se oponen a la práctica y quieren ver un cambio. Estas imágenes no se podrían haber conseguido de no ser por su colaboración y valor para enfrentarse a tradiciones que instintivamente sabían que eran dañinas e injustas.
La directora de proyectos de “Too Young Too Wed”, Christina Piaia, ha estado ayudándome en este viaje, particularmente durante los dos últimos años, ya que nuestra organización ha crecido hasta convertirse en una organización registrada sin ánimo de lucro. Mi marido, Bryan Hoben, y mi mejor amigo, Edie Gros, me han apoyado en este proceso con cada una de las tareas de sol a sol.
BECKY: ¿Cómo decides qué países son más importantes y cuáles son las historias que quieres contar?
STEPHANIE: Durante años me centré en la repercusión dañina del matrimonio infantil: quizás visualmente el punto de partida más obvio para este tipo de historias. Pero cuanto más me sumerjo en la realidad de las vidas de estas niñas, más cuenta me doy de lo importante que es incluir más resultados basados en ciertos aspectos de la historia, como la de las niñas que desafiaron a sus padres huyendo de sus matrimonios concertados, (así como) perfiles de varios programas que están trabajando para poner fin a la práctica.
“Too Young Too Wed”, también es una comisión de fotógrafos dedicados a ayudarnos en esta búsqueda. A finales del año pasado enviamos a la fotógrafa iraní Newsha Tavakolian a fotografiar la Samburu Girls Fundation, una organización rural de Kenia que da refugio y educación a niñas rescatadas de los matrimonios infantiles, las mutilaciones genitales y otras prácticas atroces.
BECKY: Mencionaste que en la primavera de 2015 el terremoto de Nepal afectó a algunas de las niñas con las que habías trabajado. ¿Volverás a cubrir la historia?
STEPHANIE SINCLAIR: Es una de las próximas historias que espero cubrir. El pueblo de Kagati en Nepal, donde desarrollé la mayoría de mi trabajo en 2007, fue destruido por los recientes terremotos. Cuando volví para visitar a las niñas el año pasado, siete años después de la primera vez que las fotografié, comprobé que en este pueblo había cambiado la edad para contraer matrimonio de 12 a 15 años. No es perfecto, pero sí una gran victoria en un corto periodo de tiempo. Sin embargo, por desgracia, el último desastre natural ha hecho que la región dé marcha atrás respecto a este avance.
BECKY: ¿Cómo ha cambiado el matrimonio infantil desde que empezaste a cubrirlo en 2003?
STEPHANIE SINCLAIR: De una forma emocionante, hemos comenzado a ver un cambio real del tema dentro de un contexto político global. Por ejemplo, este verano la ONU ha aprobado una resolución sobre el matrimonio infantil. Hemos sido testigos de primera mano, de la evidencia de la influencia que ha tenido en el cambio, el impacto visual en temas de derechos humanos. Estos temas, que de otra forma pueden ser demasiado abstractos o lejanos para involucrar a la gente, se pueden convertir en tangibles e ineludibles.