Así se recupera James Harrison, el linebacker de los Patriots, de su duro entrenamiento
El fotógrafo Fritz Hofman retrató la ventosaterapia y la acupuntura a las que se sometía James Harrison tras un duro entrenamiento de pretemporada.
El linebacker de los New England Patriots, James Harrison, sabe cómo es el dolor. Durante más de dos décadas, ha dado y recibido golpes devastadores en los campos de fútbol americano. La violencia le ha pasado factura, como por ejemplo una grave lesión en la espalda hace seis años para la que necesitó operarse varias veces. Sin embargo, el domingo, con 39 años, pisará el campo de nuevo para la LII Super Bowl como el jugador defensivo de más edad en el fútbol americano profesional.
La pasada primavera, el fotógrafo Fritz Hoffmann y yo lo visitamos en Arizona y documentamos sus entrenamientos fuera de temporada (muchos levantamientos de pesas) y su meticulosa y saludable rutina (nada de alcohol, azúcares refinados ni carbohidratos procesados). Entre sus colosales sesiones de levantamiento de peso, le preguntamos cuál es el secreto para practicar un deporte tan brutal a un nivel tan alto durante tanto tiempo. «No hay ningún secreto. Trabajo duro, ¡montones de trabajo duro!».
Bueno, eso y cuidar mucho de su cuerpo. Harrison nos contó que se gasta unos 350.000 dólares al año (280.000 euros) para pagar los sueldos de un equipo de especialistas, entre ellos masajistas, acupunturistas y quiroprácticos que le ayudan lidiar con el maltrato que soporta su cuerpo (también ha señalado que es un gasto profesional deducible).
Su interés por tratamientos alternativos se remonta a su infancia. «Sufrí un accidente de coche cuando tenía ocho o nueve años. Me dejó tocado, me desalineó. El hermano del jefe de mi padre era quiropráctico y empecé a hacer terapia con él. Desde entonces he ido al quiropráctico durante toda mi vida». Con los años, ha ido a varios quiroprácticos diferentes. «Tan pronto como uno nuevo me pone las manos encima, sé si sabe lo que hace», afirma Harrison.
Su quiropráctico actual vive en Denver y Harrison lo trae dos veces por semana durante la temporada para que lo trate. También trae a Lisa Ripi, acupunturista de Nueva York, y a Codi Hoos, masajista de Tempe que emplea ventosaterapia, una antigua terapia practicada en China durante siglos. Esta última coloca vasos de plástico sobre ciertos músculos y con pequeños émbolos succiona el aire creando un vacío que extrae la sangre de los músculos y le deja cardenales redondos de color carmesí sobre la piel. La combinación de todos estos tratamientos, según Harrison, reduce el dolor muscular y permite que su cuerpo se recupere más rápidamente de sus intensos entrenamientos.
Le mencioné a Harrison que los científicos se muestran escépticos respecto a los tratamientos de quiropráctica, la ventosaterapia y otras terapias que usa. Harrison se encogió de hombros. «Lo único que sé es que antes del tratamiento, me duele, y después, me siento mejor».
Su compañero de equipo, el quarterback Tom Brady también cree en la medicina alternativa. Brady, un año mayor y uno de los jugadores ofensivos de más edad en la NFL, tiene su propia dieta estricta y una serie de terapias. Estas, como ha dicho él, le han permitido seguir compitiendo tras superar la edad a la que los cuerpos de la mayoría de jugadores empiezan a fallar.
«Algunos tíos hacen lo mismo que yo», afirma Harrison. «Otros no. Los jugadores prueban cosas diferentes. Tienes que encontrar algo que le funcione a tu cuerpo y comprometerte», afirma Harrison. «Hay tíos que me dicen que quieren hacer lo que yo hago. Les digo el precio y luego me dicen: "No le voy a dar a alguien 10.000 dólares por una temporada de tratamientos". Pero van a discotecas y se dejan 5.000 o 10.000 dólares en una mesa», dice negando con la cabeza. «Y eso no puedes deducírtelo».
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