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Página del fotógrafo
David Chancellor
Una cría de elefante juega con un arbusto. No son solo los ragos físicos lo que hace que algo sea lindo, dicen los expertos. Los movimientos de curiosidad y juguetones también hacen que los animales parezcan monos.
Un elefante atrapado lucha en el espeso lodo de la zona de conservación de Nannapa, en Kenia. Unos pastores que pasaban por el lugar alertaron al administrador de la reserva de su difícil situación, y veterinarios y guardas pusieron en marcha una operación de rescate. Utilizando un tractor, grúas y sus manos, liberaron al exhausto animal. La imagen se publicó en julio de 2021.
Pesaje de un cuerno de rinoceronte antes de guardarlo en una caja de seguridad en 2016.
Los trabajadores de la granja de Hume recortan un cuerno de rinoceronte, sustancia que vuelve a crecer a un ritmo de varios centímetros cada año.
A estos rinocerontes blancos, vistos en 2016 en un punto de alimentación del rancho de rinocerontes de John Hume, se les han cortado los cuernos recientemente. A diferencia de los colmillos de elefante, el cuerno de rinoceronte puede volver a crecer si se corta correctamente. Hume presionó para que el comercio legal de cuernos le permitiera financiar mejor su trabajo con rinocerontes.
"Cuando buscamos proteger la vida salvaje, no podemos hacerlo sin pensar en el bienestar de las personas", afirma Timothy Kuiper, coautor de un estudio sobre la caza furtiva de elefantes en África.
Una vista desde el centro de un enjambre de langostas en la Lewa Wildlife Conservancy, en el norte de Kenia, muestra una escena frenética. Los enjambres pueden oscilar entre menos de un kilómetro cuadrado y 740 kilómetros cuadrados, con 40 a 80 millones de langostas. Desde finales de 2019, las nubes de langostas han envuelto el Cuerno de África, devorando los cultivos y los pastos, y desencadenando una misión de pulverización de plaguicidas por tierra y aire que abarca ocho países. Estos productos químicos, sin embargo, pueden ser devastadores para la vida silvestre.
Los científicos prevén que el plaguicida de amplio espectro ha pasado factura a polinizadores como las abejas, aunque no está del todo claro cuán graves son las repercusiones.
Las autoridades han estado rociando insecticidas potentes para combatir la invasión de langostas. Ha funcionado, pero aún se desconocen los efectos secundarios para la salud y el medioambiente.
Las langostas se alimentan de la maleza en el área de conservación de Borana.