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Gaia Squarci
Nicole Fant en una cámara térmica de terraXcube. Los investigadores afirman que su estudio podría ayudar a mejorar los algoritmos que hacen funcionar nuestros termostatos, lo que a la larga ahorraría energía y dinero.
Leonardo Battistel, hermano del investigador, también se encuentra en una cámara térmica. Los participantes en el estudio fueron capaces de percibir diferencias de temperatura tan pequeñas como 0,9 °C con una precisión sorprendente.
Nicole Fant en una cámara térmica de terraXcube. Durante una parte del experimento, se pidió a los participantes que circularan entre cuatro cámaras térmicas cuya temperatura variaba ligeramente de forma continua, y que dijeran a los investigadores si cada habitación era más cálida o más fría que la anterior.
Para supervisar el experimento, estas pantallas (de izquierda a derecha) muestran cámaras de CCTV en las cámaras térmicas de terraXcube, los mapas de las cámaras térmicas y, por último, las temperaturas en esas cámaras y cómo responden a ellas los participantes.
En una de las cámaras térmicas de terraXcube se coloca un sensor de temperatura en una silla. El sensor se coloca lo más cerca posible del participante, que se sienta en la silla y comunica por walkie-talkie a la investigadora Laura Battistel, a intervalos de unos segundos, si siente que la temperatura se ha vuelto más cálida o más fría que antes.
Los cables eléctricos transmiten energía eléctrica a las cámaras termales de terraXcube en Bolzano (Italia). La válvula de la pared se utiliza en caso de emergencia para conectar las cámaras con los pasillos del exterior. Esto puede ser útil durante una simulación que implique altitud y, por tanto, una variación de la presión.
La investigadora Laura Battistel se encuentra en la cámara térmica más grande de terraXcube, donde ha realizado un estudio sobre la sensibilidad humana a los cambios de temperatura. Battistel espera que su investigación ayude a transmitir la importancia de abordar el cambio climático ahora, antes de que la Tierra se caliente hasta un punto sin retorno.
Gunther Cologna se sienta en una cámara de temperatura controlada para un experimento sobre percepción térmica en Bolzano (Italia). Durante el experimento, comunicaba por walkie-talkie cada pocos segundos si sentía que la temperatura se había vuelto más cálida o más fría. El estudio reveló que el ser humano es extraordinariamente sensible incluso a los cambios más pequeños.