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Página del fotógrafo
Martin Oeggerli
Los microbios del intestino humano ayudan a digerir los alimentos y contribuyen a la absorción de nutrientes, partes fundamentales de la salud general. Esta micrografía electrónica de barrido coloreada a mano revela la gran cantidad y variabilidad de bacterias presentes en los excrementos humanos.
Este escáner de microscopio electrónico muestra un racimo de células tumorales circulantes (CTC) visto dentro de los filtros de un dispositivo de micro fluidos utilizado para procesar muestras de sangre. Todas las células del racimo proceden del mismo paciente. Este racimo de células metastásicas, que es más pequeño que un punto de una revista, flota en la sangre y se asienta en los tejidos sanos, permitiendo que el cáncer se extienda.
Imagen de la Escherichia coli —las barras amarillas acumuladas sobre un sustrato violeta— obtenida con un microscopio electrónico de barrido.
Lavanda (Lavandula spp.): Los globos (en amarillo), repartidos por los pelos espinosos de las hojas de lavanda, albergan compuestos que generan el aroma y el sabor que aporta la lavanda a comidas y bebidas. Como ocurre con el romero, los pelos de la lavanda protegen las hojas del brillo del sol y ralentizan la evaporación del agua.
Azafrán (Crocus sativus): Unos 150 compuestos del estigma de la flor del Crocus sativus aportan al azafrán su sabor punzante y su fragancia a heno. Es probable que estos compuestos, como el safranal, evolucionaran para atraer a los polinizadores. Hacen falta 210 000 estigmas como este para conseguir casi medio kilo de azafrán.
Salvia (Salvia officinalis): Los pelos de la hoja han evolucionado para acostumbrarse al clima cálido y seco donde vive la salvia. Las glándulas de las hojas (globos amarillos, algunos en rosa) contienen sustancias químicas que la ayudan a defenderse de los herbívoros. Si arrancas una hoja de salvia, olerás la fragancia que liberan los globitos de sustancias químicas.
Lavanda (Lavandula spp.): Los globos (en amarillo), repartidos por los pelos espinosos de las hojas de lavanda, albergan compuestos que generan el aroma y el sabor que aporta la lavanda a comidas y bebidas. Como ocurre con el romero, los pelos de la lavanda protegen las hojas del brillo del sol y ralentizan la evaporación del agua.
Romero (Rosmarinus officinalis): El sabor pinoso del romero procede de las sustancias químicas creadas y almacenadas en dos estructuras: globos (en amarillo) y hongos diminutos (en violeta y blanco). La sensación ligeramente peluda del romero en la lengua se debe a los «pelos» que ayudan a la planta a resistir a la sequía.
Albahaca (Ocimum basilicum): Cada variedad de albahaca posee un conjunto único de aromas químicos que le aportan su sabor. La albahaca, autóctona de zonas húmedas, no necesita los «pelos» para protegerse del calor y la sequía que otras hierbas aromáticas sí necesitan, por eso sus hojas apenas tienen pelos. Las pequeñas estructuras redondeadas son las glándulas que contienen las sustancias químicas que dan a la albahaca su sabor y su aroma.
Azafrán (Crocus sativus): Unos 150 compuestos del estigma de la flor del Crocus sativus aportan al azafrán su sabor punzante y su fragancia a heno. Es probable que estos compuestos, como el safranal, evolucionaran para atraer a los polinizadores. Hacen falta 210 000 estigmas como este para conseguir casi medio kilo de azafrán.