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Página del fotógrafo
Nora Lorek
Una madre se tumba a dormir la siesta con sus gemelos. El contacto físico y el afecto son una forma segura de liberar oxitocina, una hormona que desencadena buenos sentimientos, mejora las interacciones sociales y motiva a encontrar y desarrollar conexiones más profundas.
Cuando estalló la guerra en Sudán del Sur, cientos de miles de personas huyeron hacia Uganda, llevando sus pertenencias en sábanas. La fotógrafa Nora Lorek hizo retratos de familias con el telón de fondo de sus sábanas, y una selección se publicó en el número de mayo de 2018.
Además de los autocines, los suecos pueden asistir a eventos políticos virtuales, servicios religiosos retransmitidos en directo y conciertos desde sus coches. La gente encuentra formas nuevas de mantener la cultura viva pese a las restricciones del gobierno, que aún palidecen en comparación con las del resto del mundo.
Per Stigson trabaja el 60 por ciento de sus horas normales en la fábrica de Volvo de Gotemburgo, que ha reducido las horas de muchos empleados. «Me preocupa cómo cambiarán las cosas», dice. «No solo para nosotros y nuestro sector, sino para todo el país».
Cincuenta suecos, divididos en 24 coches, se preparan para ver Min pappa Marianne en un muelle donde normalmente se celebran festivales con 18 000 asistentes. Las recientes restricciones del gobierno han obligado a los cines a cerrar y han limitado las reuniones a 50 personas. Las regulaciones de distanciamiento social en Suecia son paradójicas: solo se permite que se congreguen 50 personas en entornos amplios como este, pero pueden entrar muchas más en bares y restaurantes.
Fredrik Flegar trabaja en la barra del Pustervik. Sus horas de trabajo se han reducido un 80 por ciento debido a la pandemia de coronavirus. La sala de conciertos tuvo que cancelar todas las actuaciones, pero en abril celebró un concierto virtual para recaudar fondos. «Al principio me preocupaba mucho, pero después de concierto benéfico virtual me sentí mejor», afirma Flegar.
Viktoria Silander, enfermera del Eastern Hospital, hace pruebas a posibles pacientes de COVID-19. Cuenta que le ha costado hacer que sus hijos adolescentes sigan las normas de distanciamiento social. «A veces parece una prueba para ver cuánto aguantamos, tanto para nosotros como para la próxima generación», dijo. «Para que la próxima vez estemos mejor preparados».
A principios de abril, la sala de conciertos Pustervik celebró un concierto benéfico virtual y recaudó más de 46 000 euros. El dinero ayudará a la sala a mantenerse, ya que tuvo que cancelar todos sus eventos debido al coronavirus.
El restaurante Tvinky, en la popular calle Andra långgatan, está prácticamente vacío. Como no reciben subsidios del gobierno, los negocios como este tienen que seguir abiertos para pagar el alquiler y a sus trabajadores.
Una noche de principios de abril, Lisa Leander y Kristoffer Liljedahl ven una película desde el coche en el nuevo autocine de Gotemburgo. Suecia intenta afrontar la pandemia de coronavirus sin un confinamiento total. Liljedahl afirma que los suecos están divididos respecto a la pandemia: algunos continúan con su vida normal, mientras que a otros les preocupa qué pasará.