Estos perros forenses podrían haber localizado el lugar donde murió Amelia Earhart

Los perros detectores de huesos han recorrido una remota isla del Pacífico en busca de cualquier pista de la famosa y desafortunada piloto. Y esto es lo que han encontrado.

Por Rachel Hartigan
Publicado 9 nov 2017, 4:19 CET
Amelia Earhart
Amelia Earhart desapareció el 2 de julio de 1937 mientras intentaba convertirse en la primera mujer en volar alrededor del mundo. Ochenta años después, la búsqueda de pistas que nos revelen qué le ocurrió todavía sigue.
Fotografía de AFP, Getty Images
No te pierdas el estreno de Expedición Amelia Earhart el domingo a las 22:00, en National Geographic.
El explorador de National Geographic, el Dr. Robert Ballard, famoso por haber encontrado el Titanic en 1985, se dispone a resolver el misterio de la desaparición de Amelia Earhart. De estreno en octubre en National Geographic, el documental Expedición Amelia Earhart profundizará sobre cómo se convirtió en una de las figuras más intrigantes e inspiradoras de la historia.

Los cuatro perros detectores de huesos que los investigadores trajeron hasta esta remota isla del Pacífico para buscar pistas de Amelia Earhart han identificado un lugar en el que la aviadora pionera podría haber muerto hace 80 años.

Los perros —cuatro border collies llamados Marcy, Piper, Kayle y Berkeley— llegaron a la isla el pasado 30 de junio como parte de una expedición financiada por el TIGHAR (Grupo Internacional para la Recuperación de Aeronaves Históricas) y la National Geographic Society.

Los investigadores de TIGHAR habían visitado la isla con anterioridad y acotaron su búsqueda a un claro al que llaman Seven Site debido a su forma. En 1940, un oficial británico visitó el lugar e informó de que había encontrado huesos humanos bajo un arbusto del género Tournefortia.

La perra forense Kayle
La perra forense Kayle sentada sobre un lugar donde ha detectado el olor persistente de huesos humanos que podrían haberse descompuesto hace tiempo.
Fotografía de Rachel Shea, National Geographic

En 2001, los buscadores encontraron lo que creen que se trata del lugar descrito por el oficial, y las excavaciones posteriores han desenterrado posibles restos de un náufrago americano, incluyendo restos de varias hogueras y objetos fabricados en Estados Unidos como una navaja, un neceser de maquillaje, una cremallera y varios recipientes de cristal.

Earhart y su copiloto, Fred Noonan, desaparecieron el 2 de julio de 1937 cuando viajaban hacia la isla Howland, a 350 millas náuticas al noreste de Nikumaroro, junto a la línea de posición que Earhart había descrito en su última transmisión por radio confirmada.

La hipótesis de TIGHAR es que, cuando los aviadores no pudieron encontrar Howland, aterrizaron en el arrecife de Nikumaroro cuando la marea estaba baja. Los partidarios de teorías alternativas argumentan que el avión de Earhart se estrelló y se hundió en el océano o que acabó siendo capturada por los japoneses en las islas Marshall o en Saipán.

De hecho, un nuevo documental del History Channel ha desvelado una fotografía en la que supuestamente aparecerían Earhart y Noonan en las islas Marshall, algunos años después de su desaparición. Sin embargo, el rostro del hombre está borroso y la mujer da la espalda a la cámara.

«Las afirmaciones extraordinarias requieren pruebas extraordinarias, como un hueso o ADN», explicó Andrew McKenna, que ha participado en varias expediciones de TIGHAR en Nikumaroro. Se han llevado perros forenses a la isla con la esperanza de encontrar dichas pruebas.

Poco después de empezar a trabajar en el lugar, Berkeley, un macho de pelo rizado y rojizo, se sentó al pie de un arbusto con los ojos fijos en su adiestradora, Lynne Angeloro. El perro estaba «alerta», lo que indicó a Angeloro que había detectado el olor de restos humanos.

La siguiente fue Kayle, una hembra peluda y siempre deseosa por complacer. También se puso alerta en el mismo lugar. Al día siguiente trajeron a Marcy y Piper, dos collies de pelo blanco y negro. Ambos perros se pusieron alerta.

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    Dawn Johnson y Kim Zimmerman
    El arqueólogo Dawn Johnson y la doctora Kim Zimmerman recogen muestras de tierra para su posterior análisis en un laboratorio de ADN.
    Fotografía de Rachel Shea, National Geographic

    Las señales eran claras: alguien —quizá Earhart o su copiloto Fred Noonan— había fallecido bajo el arbusto.

    Sin embargo, el descubrimiento realizado por los perros —que son capaces de detectar el olor persistente de los huesos humanos mucho después de que los mismos huesos se hayan descompuesto— no garantizaba que los arqueólogos de la expedición pudieran desenterrar restos visibles de la persona que había fallecido allí.

    La excavación propiamente dicha comenzó el 2 de julio, el día del 80º aniversario de la desaparición de Earhart. La expedición tenía previsto dejar la isla el 6 de julio.

    Pero el penúltimo día, el equipo no había localizado ningún hueso todavía. Tom King, arqueólogo de TIGHAR, empezó a pensar en un plan B. Su primera idea fue enviar muestras de tierra del lugar a un laboratorio capaz de extraer ADN.

    Amelia Earhart y Fred Noonan
    Earhart y su copiloto Fred Noonan consultan un mapa del Pacífico que muestra la ruta planeada para su vuelo.
    Fotografía de Bettmann, Getty Images

    Fred Hiebert, arqueólogo residente de National Geographic, señaló que se había extraído con éxito ADN de neandertal a partir de la tierra de una cueva francesa. Sin embargo, reconoció que las probabilidades de obtener ADN de un entorno tropical como Nikumaroro eran escasas.

    «Si estábamos excediendo los límites al enviar a perros forenses a la isla», afirmó Hiebert, «estamos excediéndolos mucho más con el ADN».

    El otro plan de King era seguir la «extraña historia», como él mismo dijo, de que los huesos encontrados en 1940 acabaron de alguna forma en una oficina de correos en Tarawa, la capital de Kiribati.

    En su último día en la isla, el arqueólogo Dawn Johnson y la doctora Kim Zimmerman se pusieron mascarillas y guantes y llenaron cinco bolsas herméticas con la tierra de alrededor del arbusto. Mientras tanto, se estaba organizando el envío de estas muestras a un laboratorio de ADN en Alemania.

    Quizá en las próximas semanas los científicos confirmen fuera de toda duda que Amelia Earhart murió como náufraga en Nikumaroro.

    Sin embargo, a medida que el barco de la expedición se alejaba de la isla, los investigadores ya estaban diseñando un plan para enviar un equipo a Tarawa. Quizá es allí donde han estado escondidos los huesos de Earhart durante todo este tiempo. O quizá no.

    «Esa es la historia de nuestro trabajo», explica King. «Nos llegan pistas intrigantes, las seguimos y finalmente nos quedamos a cero de nuevo».

    Pero esto no le detendrá —ni a otros muchos como él— a la hora de continuar su búsqueda.

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