Estas personas creen que la muerte es solo temporal

Los transhumanistas creen en un futuro de inmortalidad humana. Una comunidad en Rusia trabaja para hacerlo realidad.

Por Daniel Stone
fotografías de Giuseppe Nucci
Publicado 22 feb 2018, 13:22 CET
Olga Levitskaya
La transhumanista y bióloga Olga Levitskaya fotografiada tras un evento en el Museo de la Cosmonáutica de Moscú para recaudar fondos para el CyberSuit. Levitskaya lleva un prototipo del traje cuyo objetivo es rehabilitar a pacientes heridos. Se prevé que esté disponible a un público más amplio en 2020, una vez entre en el mercado. Actualmente cuesta unos 28.500 euros.
Fotografía de Giuseppe Nucci

En un pequeño almacén blanco a dos horas al norte de Moscú hay 56 personas fallecidas que esperan volver a la vida. Sus cuerpos están boca abajo, han drenado la sangre de sus arterias y esperarán inmersos en nitrógeno líquido a -196 grados Celsius durante los próximos 100 años.

Esperan una nueva vida o una continuación de la que ya han vivido. Muchos de los cuerpos pertenecen a personas que han fallecido de forma natural, normalmente a una edad avanzada. Decidieron ser criopreservadas antes de morir o, en algunos casos, sus familias firmaron la documentación post mortem y pagaron los 29.000 euros que cuesta congelar el cuerpo de sus ser querido (o 14.500 solo por la cabeza) durante un tiempo estándar de un siglo, que podría extenderse basándose en la situación de la ciencia en el siglo XXII.

Esperar nuevos avances en la investigación es el fundamento de la criopreservación y, más ampliamente, una visión del mundo conocida como transhumanismo. Una persona que muere de cáncer o de una enfermedad cardíaca podría ser revivida en un futuro, cuando dichos males ya no existan. «Creen en el avance de la tecnología», afirma Giuseppe Nucci, fotógrafo italiano que visitó a los transhumanistas y estuvo en las instalaciones de la empresa criogénica con sede en Rusia, KrioRus. «Esperan que alguien los despierte».

Esta esperanza, que el futuro destruya las enfermedades del presente, es tan antigua como las primeras civilizaciones que se dieron cuenta de que, año tras año, la vida mejoraba ligeramente. El filósofo ruso Nikolai Fiódorovich Fiódorov contribuyó a crear un movimiento a principios del siglo XX conocido como cosmismo, basado en la idea de que, con el tiempo suficiente, los humanos podrían derrotar el mal y la muerte. Si la esperanza de vida humana es demasiado corta, entonces la solución es extenderla, incluso después de la muerte, y suspender su descomposición hasta que el mundo se ponga al día.

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    Los empleados de una fábrica de nitrógeno líquido y hielo seco a las afueras de Moscú están envueltos en niebla mientras rellenan sus tanques de nitrógeno líquido. La empresa, fundada por exempleados de KrioRus, ahora les abastece.
    Fotografía de Giuseppe Nucci

    Más de un siglo después, el cosmismo de Fiódorov se ha transformado en transhumanismo, la noción de que los avances tecnológicos pueden superar las limitaciones de los humanos modernos. Las raíces del transhumanismo del siglo XXI se encuentran en Rusia, pero tiene ramificaciones por todo el mundo. De los 56 cuerpos congelados de KrioRus, casi un cuarto son de extranjeros, entre ellos varios italianos, ucranianos, un americano y un israelí. También hay 22 mascotas, entre ellas perros, gatos y hasta una chinchilla.

    «No todos los transhumanistas quieren ser criopreservados, a la mayoría solo les interesa la tecnología», afirma Nucci. La criogenia no es la única herramienta del transhumanismo, aunque sí destaca como la tecnología más fiable para detener la descomposición de un cuerpo. James Bedford, la primera persona criopreservada, sucumbió a un cáncer renal en 1967. Su cuerpo está congelado en unas instalaciones de Arizona y supuestamente sigue igual 51 años después.

    Sin embargo, películas aparte, todavía tiene que haber una persona revivida con éxito criogénicamente, lo que probablemente signifique que el ilustre futuro utópico de inmortalidad sin enfermedades aún está por llegar, si es que llega. Pero entre las grandes esperanzas y expectativas que definen el movimiento, Nucci observó que una cualidad relativamente escasa es la impaciencia. Los 56 cuerpos boca abajo del purgatorio congelado de KrioRus no parecían tener prisa alguna.

    Puedes ver más fotografías de Giuseppe Nucci en su página web. También puedes seguirlo en Instagram.

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