Descubiertos los restos de pescadores de tiburones de hace 1.900 años enterrados con extremidades de más

Los arqueólogos están ansiosos por saber por qué estos peruanos fueron enterrados hace 1.900 años con partes del cuerpo adicionales, y en un caso, con dos piernas izquierdas de más.

Por Kristin Romey
Publicado 16 abr 2018, 15:29 CEST
Tumba antigua
Esta antigua tumba contenía una sorpresa para los arqueólogos. Junto al cadáver había dos piernas izquierdas de más.
Fotografía de Gabriel Prieto

En la costa peruana un equipo de arqueólogos ha descubierto docenas de «singulares» tumbas antiguas, muchas de las cuales contienen valiosos objetos de metal, extravagantes recipientes de cerámica y —en algunos casos— extremidades humanas adicionales.

Según Víctor Campaña, actual director del Proyecto Arqueológico de Rescate Las Lomas, se han hallado más de 50 tumbas pertenecientes a la cultura virú en la localidad de Huanchaco, a 11 kilómetros al norte de la capital de la región, Trujillo.

Las tumbas fueron descubiertas durante recientes excavaciones de recuperación previas a obras infraestructurales de tuberías y agua que se llevarán a cabo en la pequeña localidad costera.

La poco conocida cultura virú, cuyo nombre procede del valle de Virú —que se extiende desde los Andes al Pacífico—, floreció en la zona entre el 100 d.C. y el 750 d.C., antes de que los moche asumieran el control de la región. Las excavaciones de Campaña han revelado un pequeño asentamiento costero junto a las tumbas.

«Es una pequeña y compleja aldea pesquera», afirma.

Campaña añade que existe una complejidad particular en muchas de las tumbas, señalando que unas 30 de las 54 tumbas, en su mayoría de adultos, parecen incluir no solo esqueletos completos, sino también partes del cuerpo adicionales. La mayoría de las extremidades adicionales parecen ser brazos y piernas. En un caso, un adulto fue enterrado intacto, junto con dos piernas izquierdas de más enterradas junto al cuerpo.

Recipiente de cerámica
Un mono se aferra al asa de un recipiente virú, situado en una de las tumbas.
Fotografía de Gabriel Prieto

Aunque serán necesarios más análisis científicos para determinar el sexo y la edad de los cadáveres, un estudio preliminar indica que muchos conjuntos de restos muestran señales de traumatismos, como marcas de cortes y heridas por objetos romos. Campaña explica que los individuos que habían sufrido traumatismos también eran los que habían sido enterrados con extremidades adicionales.

Las tumbas moche posteriores suelen contener individuos enterrados sin alguna extremidad o con víctimas de sacrificios completas, según explica Gabriel Prieto, director científico del actual proyecto de rescate de Huanchaco. Sin embargo, la práctica de enterrar a los muertos con partes del cuerpo adicionales es «única de los virú», afirma.

Prieto añade que se descubrió una práctica similar a principios del siglo XXI, durante la excavación de un conjunto de tumbas virú más pequeño en El Castillo Santa, al sur de Trujillo.

Por ahora, los arqueólogos solo pueden especular acerca de la motivación tras las inusuales tumbas virú. Una hipótesis es que las extremidades de más podrían haber servido como una ofrenda de sacrificio para acompañar a los muertos al más allá. Los futuros análisis de laboratorio determinarán si existió algún tipo de relación entre los individuos enterrados y los dueños de las extremidades adicionales.

El legado pesquero

Las tumbas virú también contienen una serie de bienes funerarios, entre ellos vasijas de cerámica decoradas con rostros humanos y extravagantes detalles animales, joyas y láminas de cobre plegadas e insertadas en las bocas o las manos de los fallecidos. Uno de los hallazgos más interesantes de campaña es un gran anzuelo de cobre (de 10 centímetros) envuelto en lámina de oro.

El tamaño del anzuelo es apropiado para atrapar a peces grandes y tiburones, una práctica que cuenta con una larga tradición en esta región costera del norte de Perú.

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    Anzuelo de cobre
    Este gran anzuelo de cobre, con una lámina de oro envuelta en el centro del mango, es una pruea del legado pesquero de la región.
    Fotografía de Gabriel Prieto

    En 2010, Prieto descubrió un templo de 3.500 años de antigüedad empleado por los cazadores de tiburones en la zona de Huanchaco. Las pruebas de caballitos de totora, embarcaciones todavía empleadas por los pescadores de Huanchaco en la actualidad, se remontan al menos a hace cuatro milenios.

    José Ruiz Vega, alcalde del distrito de Huanchaco, dice que está orgulloso de gobernar una de las últimas localidades peruanas con una antigua tradición pesquera que ha perdurado durante miles de años hasta tiempos modernos.

    También se toma con calma la interrupción frecuente de los proyectos de construcción y espera crear un centro que destaque los hallazgos arqueológicos resultantes.

    «Un museo para Huanchaco no solo representará una oportunidad económica para que los lugareños atraigan a más turistas, sino también una importante institución para educar a nuestro pueblo y para mostrarles los increíbles tesoros enterrados literalmente bajo sus casas», afirma el alcalde Ruiz.

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