75 años de la batalla de Kursk, la tumba de la blitzkrieg
La batalla de Kursk, el combate entre carros de combate más grande de la historia, supuso la última gran ofensiva alemana en profundidad de la Segunda Guerra Mundial.
Tal día como hoy hace 75 años, comenzaba la última gran ofensiva alemana de la Segunda Guerra Mundial, la batalla de Kursk, que enfrentó a las fuerzas alemanas y soviéticas en un amplio territorio en torno a la ciudad de Kursk (Rusia) entre el 5 y el 16 de julio de 1943.
La ofensiva alemana en la que se enmarcó la batalla de Kursk recibió el nombre de Operación Ciudadela y produjo uno de los mayores enfrentamientos de blindados de la historia, que tuvo lugar en las inmediaciones de Prokhorovka (Rusia).
La Operación Ciudadela fue una ofensiva alemana contra las fuerzas soviéticas en el saliente Kursk durante la Segunda Guerra Mundial en el Frente Oriental y que inició la batalla homónima.
La Operación Ciudadela
Según el plan previsto, los alemanes esperaban debilitar el potencial ofensivo soviético de la esperada ofensiva de verano de 1943 mediante el cerco de una gran cantidad de efectivos que la inteligencia alemana situaba en el saliente de Kursk.
El saliente de Kursk consistía en una lengua de tierra que penetraba 160 kilómetros en el territorio ocupado por los alemanes y que abarcaba 250 kilómetros de norte a sur.
El plan del Alto Mando de la Wehrmacht (OKW) pretendía llevar a cabo un ejemplo de manual de guerra relámpago (blitzkrieg): realizar una ambiciosa maniobra envolvente que a modo de pinzas quebraría la resistencia en los flancos norte y sur del saliente haciendo uso de puntas de lanza acorazadas.
Hitler se aferró a la idea de que una victoria en Kursk devolvería a sus tropas la moral perdida en Stalingrado a principios de año y reafirmaría el ardor combativo de los aliados rumanos, húngaros e italianos que estaban considerando retirarse de la guerra
Para los alemanes, la Operación Ciudadela representó la última ofensiva estratégica que la Wehrmacht fue capaz de dirigir en el frente oriental. Para los soviéticos, la victoria decisiva en Kursk dio al Ejército Rojo la iniciativa estratégica para el resto de la guerra y su avance no se detendría hasta llegar a Berlín.
Preparativos alemanes
La batalla de Kursk enfrentó a casi 3.000 carros alemanes contra más del doble de la cantidad de blindados soviéticos.
Hitler retrasó la ofensiva, llamada Operación Ciudadela, para esperar la llegada en masa de los nuevos carros ‘Panther’ (Panzer V), una versión más pesada y mejor armada que el anterior modelo, el Panzer IV, con orugas más anchas y el blindaje inclinado que tan buen resultado dio a los soviéticos en su T-34.
La demora alemana dio a los rusos mucho tiempo para cavar formidables defensas y concentrar sus propias unidades blindadas. Los carros de combate son unidades de carácter ofensivo, pero estos monstruos de metal se convierten fácilmente en infranqueables torretas defensivas cuando los defensores sepultan los carros dejando solo la torreta al descubierto.
Sucesivas líneas de casamatas, trincheras, alambradas, erizos y campos de minas esperaban a los carros alemanes.
Aunque los blindados alemanes eran inferiores en número, la renovada potencia de fuego del parque móvil alemán fue un duro rival para los defensores soviéticos. Los carros Tiger I (Panzer VI), y los monstruosos Panzerjäger (cazacarros) Elefant, un imponente blindado que no se considera carro de combate al no tener torreta, pero que incorporaba el potente cañón de 88 mm que hizo tan famosos a los Flak 88 (cañones antiaéros usados también como arma contracarro).
En total, las fuerzas alemanas contaban con un total de 779,000 hombres y en torno al saliente de Kursk reunieron un total de 259 carros Panther, más de 200 Tigers y 90 cazacarros Elefant.
La defensa soviética
Por su parte, las fuerzas del Ejército Rojo acantonadas en el interior del saliente de Kursk, superaban el millón y medio de efectivos. Los blindados soviéticos, muy superiores a las máquinas del eje desde el principio, no faltaron a la cita, pero se llevaron alguna sorpresa. El Ejército Rojo reunió casi 5.000 carros (incluyendo 205 tanques pesados KV-1) y 259 cañones de asalto autopropulsados (veinticinco SU-152, cincuenta y seis SU-122 y sesenta y siete SU-76). El resto eran blindados ligeros convocados en masa para absorver la potencia de fuego nazi.
A pesar de la aplastante superioridad numérica de los rusos, el versátil carro medio T-34 era incapaz de penetrar el blindaje frontal de los Panther y de los Tiger I a larga distancia. Sólo los potentes cañones de asalto SU-122 y SU-152 podían destruir a los tigres alemanes si se acercaban lo suficiente, pero el cañón de 88 mm del Tiger no tenía rival en campo abierto.
Con el inicio de la ofensiva, el polvo de la estepa formaba nubes espesas que cubrían tanques, camiones y hombres por igual. Bajo un ardiente sol, miles de tanques, cañones autopropulsados, tractores de artillería y camiones avanzaban en un flujo interminable al encuentro con el enemigo.
El imparable primer paso hacia Berlín
Después de ocho días de intensos combates, el ataque alemán se había agotado. Stalin lanzó contraofensivas que durante las siguientes seis semanas infligieron una aplastante derrota a la Wehrmacht.. Para cuando los Aliados ofrecieron una nueva distracción con la invasión de Sicilia el 10 de julio, la batalla ya se había perdido. La contraofensiva soviética de Kutuzov, fue lanzada dos días después.
La ofensiva culminó con una victoria estratégica para la Unión Soviética, a pesar de la gran cantidad de bajas sufridas. Por primera vez, una gran ofensiva alemana había sido detenida antes de lograr un avance significativo, ya que los carros germanos se detuvieron a la mitad de su objetivo.
Los alemanes, a pesar de utilizar blindajes tecnológicamente más avanzados que en años anteriores, no pudieron romper las defensas soviéticas en profundidad y fueron sorprendidos una vez más por las descomunales reservas estratégicas del Ejército Rojo.