Esta momia contiene la receta egipcia de embalsamamiento más antigua que se conoce
El bálsamo es unos 2.500 años anterior al apogeo de la momificación en la región.
La momia estaba encogida delicadamente en posición fetal. Aunque ahora descansa en un museo de Turín (Italia) asumió su pose vulnerable hace miles de años en Egipto, cociéndose en las abrasadoras arenas cerca de las orillas del Nilo.
Al principio, esta momia prehistórica, que data de hace unos 5.600 años, parecía haberse creado por casualidad, tostada en el desierto hasta volverse resistente a la descomposición. Pero nuevas pruebas sugieren que la momia de Turín no fue un accidente y, ahora, los investigadores han recopilado una receta detallada de su embalsamamiento.
La lista de ingredientes representa el bálsamo de embalsamamiento egipcio más antiguo conocido hasta la fecha, anterior en unos 2.500 años al apogeo de la momificación en la región. Pero esta receta primitiva guarda una similitud increíble con los productos de embalsamamiento posteriores empleados en rituales destinados a que nobles como el faraón Tutankamón pasaran al más allá.
«Es muy interesante observar estos vínculos», afirma Stuart Tyson Smith, arqueólogo de la Universidad de California, Santa Bárbara, que no formó parte del equipo del estudio. «Nos aporta una importante pieza del puzle con la que no contábamos hasta ahora».
«Una sensación increíble»
El estudio, publicado en Journal of Archaeological Science, llega tras décadas de trabajos meticulosos con momias prehistóricas. La coautora del estudio Jana Jones, egiptóloga de la Universidad Macquarie, consiguió las primeras pruebas de esta momificación primitiva en los años 90, cuando estudiaba antiguas envolturas de momias que databan de hace unos 6.600 años.
Jones analizó las envolturas bajo el microscopio y se quedó asombrada: la tela parecía contener los restos de una resina de embalsamamiento, un compuesto observado habitualmente en momias posteriores. «Fue una sensación increíble», afirma.
Pero las pruebas microscópicas no eran suficientes para determinar que los egipcios embalsamaban a sus muertos miles de años antes de lo que se creía. Se necesitaban análisis químicos minuciosos, algo que llevó 10 años a Jones y su equipo. «Fue la maldición de la momia», bromea. Finalmente, el equipo confirmó el hallazgo en las envolturas en 2014 y publicó los resultados en PLOS ONE.
«Fue un momento pionero», afirma Stephen Buckley, químico arqueológico y experto en momificación que dirigió los análisis químicos para el estudio de 2014 y el estudio más reciente.
Pero Jones cuenta que algunos expertos siguieron mostrando escepticismo. Los investigadores no tenían suficientes pruebas de una momia real, ya que las vendas llevaban mucho tiempo separadas de su dueño preservado. De forma que acudieron a la momia de Turín en busca de más pistas.
La aguja en el sarcófago
La momia de Turín —o «Fred», como la llaman de forma afectiva—, que lleva en el Museo Egipcio de Turín desde principios del siglo XX, ha permanecido sin entrar en contacto con conservantes modernos y los científicos todavía no la habían estudiado.
Los investigadores sometieron muestras de la momia a una batería de pruebas, esclareciendo los compuestos químicos específicos de la antigua receta de embalsamamiento. Descubrieron que el producto tenía una base de aceites vegetales mezclados con goma vegetal o azúcares, resina de conífera calentada y extractos de plantas aromáticas. Los dos últimos ingredientes son especialmente importantes, ya que mantienen a raya el crecimiento microbiano.
Los componentes de esta pasta no solo se parecen a los empleados miles de años después en Egipto, sino que también son muy similares a la composición química del bálsamo identificado por los investigadores en las envolturas de la momia prehistórica.
«Confirma sin lugar a dudas nuestra investigación anterior», afirma Jones.
Con sus habituales posiciones encogidas y los órganos aún en el interior de sus cuerpos marchitos, las momias prehistóricas distan mucho de las momias clásicas enterradas que te vienen a la cabeza al pensar en Egipto. Pero la idea básica de un bálsamo o resina de embalsamamiento siguió siendo la misma.
El bálsamo habría formado «una especie de pasta marrón pegajosa», explica Jones. Las vendas se empapaban antes de envolver al muerto o el embalsamador cubría directamente el cadáver con la pasta. A continuación, la momia se colocaba sobre arena caliente para que la combinación del sol abrasador y los conservantes del bálsamo preservaran el cuerpo.
Las momias «clásicas» posteriores solían colocarse rectas y se enterraban en tumbas alejadas de los rayos del sol. Por este motivo, Buckley afirma que los embalsamadores tenían que tomar medidas adicionales, como retirar el cerebro y otros órganos, y desecar el cuerpo con un tipo de sal llamada natrón.
La reconstrucción de la receta
El estudio también sugiere que las prácticas de embalsamamiento primitivas estaban mucho más extendidas de lo que se creía. Las envolturas analizadas en el estudio previo proceden de una zona de Egipto que está a más de 160 kilómetros al norte de donde es probable que se conservara la momia de Turín.
¿Cómo averiguaron la receta los antiguos egipcios hace tanto tiempo?
«Al principio, algunos de estos ingredientes podrían haber tenido una importancia simbólica», especula Buckley. «Pero entonces se dieron cuenta de que tenían propiedades de preservación». Ahora, el equipo estudia los lugares de experimentación primitiva con ingredientes de embalsamamiento, lo que, según Buckley, apunta a una publicación futura.
Ronn Wade, director jubilado de la división de servicios anatómicos de la Universidad de Maryland, alabó el rigor del nuevo estudio. En 1994, Wade replicó el proceso de momificación egipcio en un humano moderno con el apoyo de una beca de National Geographic.
«Ojalá hubiéramos tenido esta información cuando creamos nuestra momia», afirma. «Habría sido interesante».
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.