Hallan las primeras pruebas del consumo de cannabis en tumbas antiguas
Se identificaron restos de marihuana en artefactos de madera de 2.500 años enterrados con personas que vivieron a lo largo de la Ruta de la Seda, en China.
Las primeras pruebas directas del consumo humano de cannabis como droga se han descubierto en un cementerio de 2.500 años en Asia Central, según un estudio publicado en la revista Science Advances.
Aunque se han identificado plantas y semillas de cannabis en otros yacimientos arqueológicos de la misma región y periodo —como un «sudario» de cannabis descubierto en 2016—, no estaba claro en cada contexto si esta planta versátil se utilizaba por razones psicoactivas u otros propósitos rituales.
Un equipo de investigadores internacional analizó el interior y el contenido de 10 cuencos de madera excavados en las tumbas del cementerio de Jirzankal, un yacimiento de la meseta del Pamir en el actual extremo occidental de China. Los cuencos contenían piedrecitas que se habían expuesto a un calor intenso y los arqueólogos los identificaron como braseros para quemar incienso u otra materia vegetal.
Cuando los análisis químicos de los braseros revelaron que nueve de los diez habían contenido cannabis, los investigadores compararon la composición química de las muestras con las de las plantas de cannabis descubiertas a 1.600 kilómetros al este, en el cementerio de Jiayi, en tumbas que datan de entre los siglos VIII y VI a.C.
Descubrieron que el cannabis de Jirzankal tenía algo que no tenía el de Jiayi: restos moleculares de tetrahidrocannabinol, o THC, la sustancia química responsable de los efectos psicoactivos del cannabis. La variedad de cannabis descubierta en Jiayi no contiene THC y habría sido utilizada como fuente de fibra para ropa y cuerdas, así como semillas oleaginosas nutritivas.
El cannabis de Jirzankal posee niveles de compuestos psicoactivos superiores a los hallados en cualquier yacimiento antiguo, lo que sugiere que las personas podrían haber cultivado determinadas variedades de cannabis de forma intencionada para obtener un efecto más potente, o haber seleccionado plantas silvestres que sabían que producían dicho efecto.
El cannabis es conocido por su «plasticidad», o la capacidad de que las nuevas generaciones de plantas expresen características diferentes a las generaciones anteriores según la exposición a factores medioambientales como la luz solar, la temperatura y la altitud. Las variedades silvestres de cannabis que crecen a más altitud, por ejemplo, pueden tener un contenido superior de THC.
Aunque los investigadores no pudieron determinar el origen del cannabis utilizado en las tumbas de Jirzankal, sugieren que la elevación del cementerio, a unos 3.000 metros en la meseta del Pamir, podría haber acercado a las personas a variedades silvestres con un contenido superior de THC, o que el cementerio podría haber estado situado a esa elevación para facilitar el acceso a las variedades preferidas.
Robert Spengler, director de los laboratorios de paleoetnobotánica del Instituto Max Planck para la Ciencia de la Historia Humana y coautor del estudio, afirma que el reguero constante de personas que se desplazaban por la meseta del Pamir —un importante cruce de caminos que conectaba Asia Central y China con el sudoeste de Asia— podría haber provocado la hibridación de las variedades de cannabis local con las de otras zonas. Aunque la hibridación es otro factor que aumenta la potencia del THC las variedades psicoactivas de cannabis, tampoco se sabe si fue algo intencionado o solo un feliz accidente.
Según Spengler, este nuevo estudio demuestra que hace 2.500 años, los humanos podrían haber buscado plantas específicas por su producción química.
«Es un ejemplo maravilloso de lo estrechamente relacionados que están y han estado los humanos con el mundo biótico que los rodea, y que imponen presiones evolutivas sobre las plantas que los rodean», afirma.
El hallazgo de Jirzankal también aporta las primeras pruebas directas de que los humanos inhalaron el humo de plantas de cannabis para conseguir efectos psicoactivos. No se han descubierto pipas de fumar ni objetos similares en Asia antes del contacto con el Nuevo Mundo en la época moderna, pero la inhalación de humo de cannabis a partir de una fuente de calor se describe en el siglo V a.C. El historiador griego Heródoto, que describió en sus Historias cómo los escitas, una tribu nómada que vivió en la estepa del Caspio, se purificaban con humo de cannabis tras enterrar a sus muertos: «Del mencionado cáñamo toman, pues, la semilla los escitas, echándola encima de las piedras del fuego, donde levanta tal sahumerio y despide de sí tanto vapor que no hay estufa entre los griegos que en esto le exceda. Los escitas gritan de placer ante el baño de vapor».
Heródoto también indica que la planta de cannabis «crece en parte por sí misma y en parte tras ser sembrada», que según la experta en clásicos de la Universidad de Carolina del norte Emily Baragwanath suele interpretarse como que la planta se cultivaba, lo que aporta credibilidad a las ideas de los investigadores sobre la hibridación intencionada del cannabis.
«La gente se ha mostrado escéptica ante las etnografías de los pueblos extranjeros de Heródoto, pero los análisis arqueológicos minuciosos siguen hallando afinidades entre el mundo real y el de las Historias», afirma.
Mark Merlin, etnobotánico e historiador del cannabis en la Universidad de Hawái en Manoa, afirma que la amplia diversidad del cannabis en el mundo actual es una prueba del tiempo que las personas han estado vinculadas a la planta y aprovechado sus muchos usos. «Es un indicativo real del tiempo que llevan los humanos manipulando el cannabis», afirma.