Así se hundió y se descubrió el Titanic
Muchos investigadores han reconstruido los restos del Titanic para comprender cómo fueron las horas finales del célebre barco y sus pasajeros.
Muchos relatos históricos sobre el hundimiento del RMS Titanic describen cómo el trasatlántico de pasajeros de 269,06 metros de largo «se deslizaba bajo las olas del océano», como si la nave y sus pasajeros se hubieran sumido tranquilamente en un sueño profundo; nada más lejos de la realidad. Basándose en años de análisis meticulosos del naufragio, a partir de modelos de inundación y simulaciones vanguardistas de la industria naviera moderna, los expertos han podido hacerse una idea espantosa de las últimas horas y minutos del Titanic.
La investigación del barco continuaba a principios de este mes, cuando un equipo de expertos completó cinco inmersiones en vehículos sumergibles tripulados en el lugar en un periodo de ocho días. El equipo filmó y fotografió el pecio con instrumental de alta tecnología, imágenes que pueden utilizarse para crear modelos en 3D para futuras experiencias de realidad virtual y aumentada. Estos activos ayudarán a los investigadores a estudiar el pasado y el futuro del trasatlántico.
El Titanic está sufriendo un grave deterioro provocado por la corrosión de la sal y las bacterias que consumen metal, según anunció en un comunicado Caladan Oceanic, la empresa que supervisa la expedición. En agosto, un vehículo sumergible tripulado llegó al fondo del Atlántico norte.
La inmersión del Titanic está siendo grabada por Atlantic Productions para el documental Mission Titanic, que se estrenará a nivel internacional en National Geographic en 2020.
«El área que presentaba un mayor deterioro era en el lado de babor de los camarotes de los oficiales, donde estaban los aposentos del capitán», afirma Parks Stephenson, historiador y experto en el Titanic. El casco había empezado a derrumbarse, llevándose consigo los camarotes.
Los científicos prevén que el Titanic seguirá erosionándose.
«El futuro del pecio es seguir deteriorándose con el paso del tiempo, es un proceso natural», afirma la científica Lori Johnson.
El destino del Titanic quedó determinado en su viaje inaugural desde Southampton, Inglaterra, a Nueva York. A las 11:40 p.m. del 14 de abril de 1912, el Titanic colisionó con un iceberg en el Atlántico norte, lo que abrió partes del casco de babor a lo largo de una superficie de 91 metros y perforó los seis compartimentos estancos delanteros al agua marina. Desde este momento en adelante, el hundimiento era seguro. Sin embargo, este podría haberse acelerado cuando la tripulación abrió una compuerta a la pasarela en babor en un intento frustrado por cargar los botes salvavidas desde un nivel inferior. Como el barco había empezado a inclinarse a babor, la gravedad impidió que la tripulación cerrara la enorme compuerta y a la 1:50 a.m., la proa estaba tan sumergida que permitió la entrada de agua a raudales por la pasarela.
A las 2:18 a.m., 13 minutos después de que hubiera partido el último barco salvavidas, la proa se había llenado de agua y la popa se había elevado tanto que las hélices quedaron expuestas y generaron una tensión catastrófica en medio del barco. Entonces, el Titanic se partió en dos.
Una vez separada de la sección de popa, la proa cayó hasta el fondo del mar en un ángulo casi vertical. Cayó en el lodo con una fuerza tan grande que todavía se distinguen los patrones del material expulsado en el lecho marino.
Ante la ausencia de un extremo hidrodinámico como el de la proa, la popa cayó y giró sobre sí misma a lo largo de más de tres kilómetros hasta el fondo del mar. Los compartimentos explotaron. Las cubiertas quedaron aplastadas. Las piezas más pesadas, como los calentadores, descendieron directamente con la popa, mientras que otras piezas se desprendieron.
El naufragio
Durante décadas, varias expediciones trataron sin éxito de encontrar el Titanic, un problema agravado por la imprevisibilidad del tiempo en el Atlántico norte, la profundidad colosal a la que se encontraba el trasatlántico hundido y las versiones contradictorias de sus últimos momentos. Finalmente, 73 años después del hundimiento, el explorador residente de National Geographic Robert Ballard y el científico francés Jean-Louis Michel localizaron el lugar de descanso final del Titanic el 1 de septiembre de 1985. El Titanic yacía a unos 612 kilómetros al sudeste de Terranova, en aguas internacionales.
En los años posteriores a la expedición de Ballard, muchos visitantes han dejado su huella en el lugar: toda la zona está cubierta de basura moderna y algunos expertos sostienen que los vehículos sumergibles han dañado el buque al aterrizar sobre él o al chocar con él. Los implacables procesos orgánicos también descomponen el Titanic. Los moluscos han engullido la mayor parte de la madera de la nave y los microbios consumen el metal expuesto, formando «carámbanos» de óxido.
Según Bill Lange, investigador del Instituto Oceanográfico de Woods Hole en Massachusetts, «todos tienen una opinión propia» sobre cuánto tiempo permanecerá el Titanic más o menos intacto.
«Algunas personas creen que la proa se derrumbará en uno o dos años», afirmó Lange. «Pero otras sostienen que persistirá cientos de años».
Lo que se ha perdido
A bordo del viaje inaugural del Titanic iban más de 2000 pasajeros y miembros de la tripulación, pero solo sobrevivieron 706.
Aunque el trasatlántico tenía capacidad para 3511 pasajeros, solo tenía botes salvavidas para 1178 personas. Además, para agravar la situación, no todos los botes salvavidas cubrieron todas sus plazas durante la desesperada evacuación del buque condenado. La mayoría de las casi 1500 víctimas del Titanic fallecieron de hipotermia en la superficie del agua gélida. También habrían muerto cientos de personas dentro del barco conforme se hundía, la mayoría de ellas familias de inmigrantes que viajaban en tercera clase y que ansiaban comenzar una nueva vida en Estados Unidos.
Además de las vidas perdidas, con el Titanic se hundió algo más. Una ilusión de orden, la fe en el progreso tecnológico, el anhelo de futuro que, conforme Europa avanzaba hacia una guerra a gran escala, se vería remplazado por temores que resultan muy familiares en nuestro mundo moderno.
«El desastre de Titanic supuso la explosión de una burbuja», cuenta el director James Cameron. «En la primera década del siglo XX existía una gran sensación de abundancia. ¡Ascensores! ¡Automóviles! ¡Aviones! ¡Radio inalámbrica! Todo parecía tan asombroso, en una espiral ascendente infinita. Entonces, todo se derrumbó».
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.