¿Qué contenían los biberones prehistóricos?
El análisis de los residuos de alimentos en vasijas antiguas demuestra que algunos bebés tomaban leche de animales, quizá como medida de emergencia.
Los biberones de cerámica empezaron a aparecer en Europa hace unos 7000 años, con el paso de sociedades de cazadores y recolectores a comunidades agrícolas asentadas a principios del Neolítico. Con boquillas estrechas y formas divertidas que a veces se parecen a animales, es fácil imaginarse estas vasijas en las manos de un niño pequeño. Pero ¿qué bebían esos niños de las vasijas?
Según un nuevo estudio publicado en la revista Nature, algunas comunidades del sur de Alemania alimentaban a los bebés con leche de animales —quizá como parte del proceso de destete— hace 3000 años.
El destete de una dieta a base de leche humana no es solo un hito fundamental en los primeros años de vida de un niño; la práctica también ejerció una influencia importante en el desarrollo de las sociedades pasadas, a nivel demográfico.
Aunque es posible que en las sociedades de cazadores-recolectores la lactancia se prolongara hasta los cinco años, las investigaciones mediante análisis isotópicos han demostrado que las primeras sociedades agrícolas de la Europa del Neolítico solían terminar de destetar a sus hijos entre los dos y los tres años. Como la lactancia afecta a la fertilidad, el destete temprano permitía a las madres tener más hijos. Dicho aumento en la tasa de natalidad produjo un crecimiento demográfico considerable.
Sin embargo, hasta ahora los investigadores carecían de evidencias directas de qué bebían o comían los bebés durante el proceso de destete.
A Julie Dunne, arqueóloga biomolecular de la Universidad de Bristol y autora principal del nuevo estudio, le parecía plausible que las personas de comunidades agrícolas con acceso a animales domesticados hubieran empezado a alimentar a los bebés con leche de procedencia animal.
Para poner a prueba esta hipótesis, Dunne y sus colegas analizaron los residuos alimenticios atrapados durante siglos en el interior cerámico y poroso de tres biberones extraídos en yacimientos de Alemania. Una vasija procedía de una tumba infantil en un cementerio de finales de la Edad del Bronce cerca de Augsburgo (1200-450 a.C.) y las otras dos estaban enterradas junto a restos infantiles en un cementerio de la Edad del Hierro en Dietfurt (800-450 a.C.). Se escogieron específicamente biberones hallados en tumbas infantiles para garantizar que se analizaban vasijas asociadas a bebés.
Los resultados del análisis químico demuestran que las vasijas contenían ácidos grasos de leche de animales rumiantes, grupo que incluye a vacas, cabras y ovejas. (Según Dunne, no es posible determinar la especie concreta de la que procedía la leche.)
Dunne y sus colegas indican que dar leche de animales a los bebés habría conllevado una serie de problemas de salud y no habría sido un sustituto adecuado de la leche materna. Por ejemplo, la leche de vaca tiene muchos más glóbulos grasos que la leche humana y los bebés habrían tenido más dificultades para digerirla. La leche de animales también podría haber expuesto los sistemas inmunes vulnerables de los bebés a patógenos y enfermedades infecciosas. Las vasijas de cerámica porosas, con diminutos espacios difíciles de limpiar, también podrían haber permitido la proliferación de bacterias en su interior.
Algunos investigadores advierten que no se debe asumir que alimentar a los bebés con leche procedente de animales era una práctica generalizada en el pasado basándonos en un tamaño muestral tan pequeño, sobre todo porque estos biberones procedían de las tumbas de niños que no superaron la primera infancia.
«No creo que estas comunidades antiguas tuvieran dudas sobre el valor de la leche materna», afirma Daniel Sellen, antropólogo de la Universidad de Toronto que estudia la alimentación infantil y que no participó en el estudio. «Estas son tumbas de niños que murieron. No sabemos por qué enfermaron. Quizá tuvieran deficiencias de crecimiento o sus madres fallecieron y por eso les daban leche de animales. También es posible que lo hicieran a modo de intervención médica, como último recurso. O quizá sufrieron infecciones o desnutrición debido a la leche [de animales]».
Ellen Kendall, bioarqueóloga de la Universidad de Durham que estudia la salud y la dieta infantil, cree que la alimentación con biberón habría sido una medida de emergencia en las situaciones en las que el amamantamiento no era posible.
«Lo que vemos aquí no es la historia de éxito de esta cultura ni la norma general, sino una oportunidad de comprender la respuesta de una cultura cuando las cosas no salían según lo planeado y acababan mal», indica Kendall.
Dunne cree que los biberones aportan una imagen íntima de cómo se cuidaba a los bebés en el pasado, teniendo en cuenta que estas vasijas estaban colocadas en tumbas infantiles. «Las vasijas son muy evocadoras», explica. «Creo que muestran el amor, el cuidado y la atención que habrían prodigado a estos niños pequeños. Quizá la madre y el padre pensaron que debían llevarse la vasija al más allá».
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.