Recordamos a Katherine Johnson, la heroína de la NASA que inspiró «Figuras ocultas»
Las contribuciones de esta matemática pionera fueron esenciales para las misiones espaciales tripuladas de la NASA, entre ellas las misiones Apolo a la Luna.
Katherine Johnson, la matemática que destruyó estereotipos cuyos cálculos ayudaron a la NASA enviar astronautas al espacio, falleció el 24 de febrero a los 101 años.
«Katherine G. Johnson se negó a que la limitaran las expectativas de la sociedad respecto a su género y su raza y expandió las fronteras de la humanidad», declaró Barack Obama cuando concedió a Johnson la medalla presidencial de la libertad.
Durante décadas, Johnson, una mujer afroamericana, figuró entre las pioneras de la NASA que no recibieron reconocimiento. Su extraordinaria facilidad para la geometría analítica compuso los fundamentos de las misiones espaciales más atrevidas de la agencia espacial en los años 60, entre ellas los primeros vuelos tripulados a la Luna. Pero como otras mujeres negras que entonces trabajaron para la NASA, Johnson fue una desconocida fuera de la agencia espacial hasta 2016, cuando Margot Lee Shetterly publicó el libro Figuras ocultas: La desconocida historia de las mujeres afroamericanas que ayudaron a ganar la carrera espacial.
El libro y la posterior película nominada a los Óscar, que narran la historia de las «computadoras» de la NASA (las mujeres que literalmente planificaban y computaban las trayectorias aeronáuticas y astronáuticas), otorgaron fama mundial a Johnson cuando ya tenía más de 90 años.
«De forma silenciosa, la calidad de mi contribución empezó a superar las leyes arbitrarias de la segregación racial y los dictados que frenaban a mi género», escribió Johnson sobre sus primeros días como computadora. «Me encantaba ir a trabajar cada día».
Una eterna pasión por los números
Johnson nació en White Sulphur Springs, Virginia Occidental, el 26 de agosto de 1918. La Primera Guerra Mundial aún causaba estragos, Woodrow Wilson estaba en su segundo mandato como presidente de Estados Unidos y la carrera espacial impulsada por la Guerra Fría no empezaría hasta décadas después. Las mujeres no podían votar y la discriminación racial era legal, sistémica y rampante.
De niña, Johnson mostró aptitudes natas para el aprendizaje. A los cuatro años ya sabía deletrear y multiplicar y contaba todo lo que podía cuantificarse.
«Las matemáticas siempre me resultaron fáciles. Me encantaban los números y yo les encantaba a ellos. Me seguían a todas partes... así funcionaba mi mente», escribió en su autobiografía de 2019 Reaching for the Moon. «Me gustaba tanto aprender que solo ir al colegio no bastaba».
A los diez años, Johnson ya estaba en el instituto. A los 18, se había graduado en Matemáticas por el West Virginia State College.
Pero como mujer, y sobre todo mujer de color, la educación y la vida profesional de Johnson estuvieron plagadas de barreras. El racismo generalizado y las políticas segregacionistas limitaban sus opciones, aunque su talento era ilimitado.
«Podías ser o enfermera o profesora», contó en una entrevista a MAKERS, en la que habló de los primeros años de su carrera.
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En 1953, Johnson abandonó su trabajo de profesora y empezó a trabajar como «computadora» para el Comité Asesor Nacional para la Aeronáutica, predecesor de la NASA. Allí, su puesto se clasificaba como «subprofesional» y trabajaba en un centro segregado con un cartel que rezaba «Computadoras de color» en la puerta.
Su labor, como la de otras mujeres negras con quien trabajó, consistía en llevar a cabo complejos cálculos aeroespaciales a mano, ya que los ordenadores incipientes de aquella época aún no estaban a la altura de la tarea. Inicialmente, Johnson escudriñó datos de accidentes de avión y enseguida la trasladaron a la División de Investigación de Vuelo.
Computadoras en la carrera espacial
La carrera de Johnson se transformó en 1957, cuando la Unión Soviética lanzó el Sputnik, el primer satélite artificial, e inició una carrera espacial con Estados Unidos. A finales de los años 50, mientras la NASA pensaba cómo llevar humanos al espacio y traerlos de vuelta a casa sanos y salvos, Johnson se responsabilizó de calcular trayectorias orbitales.
Durante la década siguiente, los hombres que volaron más allá de la atmósfera dependieron de la precisión de los cálculos manuales de Johnson. En 1961, Johnson calculó la trayectoria de la cápsula Freedom 7 de Alan Shepard, la primera nave estadounidense que transportó a un humano y que voló hasta el límite del espacio antes de caer al océano Atlántico.
El año siguiente, John Glen se convirtió en el primer astronauta estadounidense en orbitar sobre la Tierra, pero solo subió a bordo de la cápsula Friendship 7 después de que Johnson verificara los cálculos automáticos de un ordenador de IBM. (La tarea le llevó un día y medio y los cálculos coincidieron.)
Más adelante, en 1969, cuando los astronautas de la Apolo 11 Neil Armstrong, Buzz Aldrin y Michael Collins pusieron rumbo a la Luna, lo hicieron usando las matemáticas de Johnson. «Computé la trayectoria que os llevaría allí», recordó Johnson en su entrevista con MAKERS.
Johnson dejó de trabajar en la NASA en 1986, habiendo contribuido a todos los programas de vuelo espacial tripulado que había puesto en marcha la agencia hasta aquel momento, del Mercury al transbordador espacial.
«La señora Johnson ayudó a nuestra nación a ampliar las fronteras del espacio al mismo tiempo que hacía grandes progresos que también abrieron las puertas a las mujeres y a las personas de color. Nunca olvidaremos su coraje y su liderazgo y los hitos que no podríamos haber alcanzado sin ella», declaró Jim Bridenstine, el administrador de la NASA, en un comunicado.
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.