Las marcas de violencia en estos restos óseos revelan la caída de un antiguo imperio nómada

El análisis de un cementerio de 2000 años de antigüedad en Siberia aporta una perspectiva singular de la inestabilidad política más allá de la Gran Muralla China.

Por Andrew Curry
Publicado 23 sept 2020, 12:39 CEST
Cráneo con herida de flecha

Los arqueólogos observaron una herida con forma de diamante —probablemente de una flecha— en el cráneo de un hombre joven enterrado en Tunnug 1, Siberia, hace unos 2000 años. Los investigadores creen que las lesiones físicas observadas en el cementerio de Tunnug 1 podrían reflejar el caos interno en la estepa tras la caída del imperio xiongnu.

Fotografía de Trevor Wallace

La caída de un antiguo imperio nómada podría haber desencadenado siglos de violencia en la estepa euroasiática; ahora, un equipo de arqueólogos cree haber descubierto un cementerio de víctimas de este periodo misterioso.

Durante los últimos cuatro años, un equipo de arqueólogos rusos y suizos ha excavado un kurgan, o cementerio, en la república rusa de Tuva, en el sur de Siberia. El kurgan, conocido como Tunnug 1, es uno de los primeros y más grandes construidos por los escitas, una cultura nómada que dominó la mayor parte de la estepa entre Europa y Asia desde aproximadamente el 1100 a.C.

Al excavar el límite meridional del cementerio, los arqueólogos se toparon con un conjunto de tumbas más recientes que databan del 100 al 400 d.C. Los investigadores no se esperaban grandes sorpresas, solo la oportunidad de analizar más de cerca las dietas, costumbres de enterramiento y esperanza de vida de estos nómadas de la estepa.

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    Cementerio de Tunnug 1

    Una imagen parcial del cementerio de Tunnug 1 en la estepa siberiana. Los arqueólogos trabajaron durante el otoño de 2019 con la esperanza de que el agua subterránea congelada facilitara las excavaciones. Al final tuvieron que bombear agua gélida de debajo de una gruesa capa de hielo para excavar el yacimiento.

    Fotografía de Trevor Wallace

    Pero cuando Marco Milella, un arqueólogo de la Universidad de Berna, Suiza, y sus colegas examinaron las docenas de esqueletos de Tunnug 1, se quedaron perplejos. «Nunca he trabajado con una población de esqueletos caracterizada por tanta violencia», cuenta Milella. «Al principio no fue del todo sorprendente, pero después encontramos uno tras otro. Muchas de estas personas fueron víctimas de interacciones violentas...  y las pruebas no solo estaban en hombres adultos, también en niños».

    En un artículo publicado hace poco en Journal of Physical Anthropology, Millela y sus colegas han utilizado más de 100 lesiones óseas para elaborar un panorama de la sociedad de la estepa impregnado de violencia. De las 87 personas enterradas en este pequeño cementerio, más de 20 tenían signos de traumatismos en los huesos, como marcas de cortes, agujeros de flecha y de puntas de espadas, y golpes aplastantes. Entre las víctimas había niños pequeños e incluso una mujer mayor, pero la mayoría eran preadolescentes y adultos.

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      Cinco puntas de flecha

      Cinco puntas de flecha de hierro halladas en la Tumba 33 del cementerio de Tunnug 1. Es probable que estuvieran dentro de una aljaba que se ha descompuesto con el paso de milenios.

      Fotografía de Trevor Wallace

      La vuelta al caos

      Esta evidencia de violencia podría explicar los acontecimientos que tuvieron lugar lejos de los pastizales de Siberia meridional. Las personas enterradas en el cementerio vivieron durante una época de cambios. Unos siglos antes, la región formaba parte de un imperio de nómadas llamados xiongnu, cuyas expediciones de saqueo por el este y el sur motivaron a los emperadores chinos para empezar a construir la Gran Muralla. Los escritores chinos de la época se quedaron maravillados —y despreciaban— a sus vecinos nómadas.

      «Tienen la costumbre de pastorear sus rebaños en tiempos de paz y ganarse la vida cazando, pero en periodos de crisis toman las armas y emprenden expediciones de pillaje y saqueo. Esta parece ser su naturaleza innata», escribió con desdén el historiador chino Sima Qian en el siglo I a.C., unos cien años antes de los primeros entierros en Tunnug 1.

      Cuando el imperio xiongnu cayó en torno al año 100 d.C., la estepa quedó sumida en el caos. En lugar de atacar al naciente imperio chino, los guerreros de la región empezaron a luchar entre sí. «Es probable que lo que vemos en esta muestra [Tunnug 1] sea el declive de la estabilidad política en la zona tras la caída del Imperio xiongnu», afirma Gino Caspari, director de excavaciones y arqueólogo de la Universidad de Berna.

      Hombre de mediana edad enterrado en Tunnug

      Un hombre de mediana edad enterrado en Tunnug 1 entre los años 100 y 300 d.C. La investigación posterior determinó que tenía marcas de cortes en las vértebras. Un recipiente de hierro y una vasija de cerámica hallados junto a él podrían haber contenido ofrendas de alimentos para el más allá.

      Fotografía de Trevor Wallace

      «Violencia reiterada e intencionada»

      Mediante la datación con carbono radioactivo, los arqueólogos demostraron que las tumbas de Tunnug 1 abarcaban siglos, partiendo del año 100 d.C. En lugar de una sola batalla o masacre, parecen representar las consecuencias de saqueos o de batallas a pequeña escala en un periodo prolongado.

      «Esto sugiere guerras internas, ojo por ojo, violencia vengativa», afirma Christopher Knuesel, arqueólogo de la Universidad de Burdeos que no participó en el estudio. Sin embargo, señala que la violencia prolífica llama la atención, sobre todo en un cementerio que se utilizó durante siglos.

      «Esto suele encontrarse en fosas comunes», añade Knuesel. «Que se haya encontrado en tumbas individuales es una combinación muy poco común».

      Es probable que la cifra real de muertes violentas fuera mucho mayor, ya que las lesiones pueden resultar mortales sin dejar marcas en los huesos. Los bioarqueólogos, que se especializan en el análisis de restos óseos antiguos, estiman que, por cada esqueleto hallado con daños visibles, otros tres han sido asesinados de formas que no han dejado señales en los huesos. «Lo que observamos en el esqueleto es una subestimación; muchas lesiones no dejan marcas en el esqueleto», afirma Milella.

      De hecho, los investigadores descubrieron puntas de flecha alojadas entre los huesos sin marcas de varios esqueletos de Tunnug 1, lo que apunta a que penetraron un tejido blando y quedaron expuestas cuando se descompuso la carne circundante.

      Los investigadores también hallaron los restos de hombres y niños con cortes en la parte delantera de la columna vertebral, cerca del cuello, pero sin las heridas en los brazos ni el tórax propias del combate cuerpo a cuerpo o de la autodefensa. La combinación sugiere que fueron degollados, bien durante una ejecución atroz, bien como parte de una ceremonia violenta. «Es probable que parte de estos rasgos estén relacionados con los asesinatos ritualizados», afirma Milella. 

      Un chamán de Tuva

      Un chamán de Tuva hace ofrendas y pide ayuda a los ancestros al comienzo de la temporada de excavaciones en Tunnug 1 en 2019. En general, los residentes de Tuva tienen una mezcla de creencias animistas y budistas.

      Fotografía de Trevor Wallace

      «Eran más que brutos»

      Puede que la violencia fuera habitual entre estos nómadas de la estepa, pero las excavaciones anteriores han demostrado que también eran compasivos. Cuando excavó en un yacimiento similar en Tuva en los años noventa, Eileen Murphy, arqueóloga de la Queen’s University de Belfast, Irlanda del Norte, también halló señales de traumatismos y violencia en muchos esqueletos. Pero apunta que los restos que destacaron pertenecían a personas que habían recibido cuidados a largo plazo.

      «Había muchas evidencias de personas con discapacidades en la infancia que habían sobrevivido hasta la adultez», cuenta Murphy, que no participó en el estudio actual. «Los pueblos de las estepas tenían una faceta afectuosa. Eran más que brutos».

      Que los grupos posteriores aún dieran sepultura a sus difuntos en un cementerio escita construido mil años antes de su época también «revela cierta continuidad», observa Milella. «El propio kurgan se utilizó para fines funerarios. Es probable que fuera un lugar especial y simbólico. Resulta fascinante si piensas en el periodo de tiempo que implica esto».

      Además, durante el periodo de tiempo de los entierros de Tunnug 1, en los primeros siglos d.C., la caída del imperio xiongnu causó repercusiones que afectaron a otros imperios de Asia y Europa. A medio mundo de distancia, los escritores romanos documentaron a tribus belicosas de Asia central en la misma época. Finalmente, la embestida de los godos, los alanos y los hunos hacia el oeste contribuiría a la caída del Imperio romano.

      Los nuevos hallazgos de violencia en Tunnug 1 podrían aportar un motivo plausible para las migraciones nómadas. «En los siglos III y IV hay movimientos de personas por todas partes», afirma Knuesel. «Quizá uno de los motivos por el que salieron de las estepas fue la inestabilidad».

      Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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