Un equipo científico recurre al ADN para explorar las raíces genéticas de los vikingos

Aunque las ideas modernas sobre los vikingos pintan un panorama muy homogéneo, su realidad era mucho más diversa.

Por Erin Blakemore
Publicado 21 sept 2020, 13:27 CEST
Vikingos

Unos recreadores llevan armaduras antes del combate durante el Festival de Eslavos y Vikingos de Wolin, Polonia. Aunque los vikingos han cautivado la imaginación popular, su historia es mucho más compleja de lo que pensábamos.

Fotografía de David Guttenfelder, Nat Geo Image Collection

En la imaginación popular, los vikingos eran guerreros escandinavos robustos de cabellos dorados que saqueaban las costas del norte de Europa en unos elegantes barcos de madera. Pero a pesar de las antiguas sagas que celebran a navegantes aventureros con linajes complejos, aún persiste el mito pernicioso de que los vikingos eran un grupo étnico o regional distintivo de personas con una estirpe genética «pura». Al igual que el icónico casco «vikingo», se trata de una idea ficticia que surgió entre los movimientos nacionalistas en la Europa de finales del siglo XIX. Con todo, hoy en día varios grupos supremacistas blancos la celebran, utilizando la supuesta superioridad de los vikingos para justificar el odio y perpetuando este estereotipo.

Ahora, un estudio del ADN publicado en la revista Nature revela la verdadera diversidad genética de las personas a las que llamamos vikingos, confirmando y enriqueciendo lo que ya sugerían las evidencias históricas y arqueológicas sobre este grupo cosmopolita y políticamente poderoso de comerciantes y exploradores.

Orígenes turbios

¿Quiénes fueron los vikingos? La respuesta nunca ha estado del todo clara. El propio término «vikingo» es controvertido; la palabra inglesa tiene sus orígenes en una palabra del nórdico antiguo, víking, que posee varios significados que incluyen los saqueos, la exploración y la piratería. Normalmente era empleada por las víctimas de los encuentros violentos y se aplicó a grupos de marineros escandinavos entre los años 750 y 1050 d.C., el periodo conocido como era vikinga.

El ADN del esqueleto de una mujer llamada Kata, descubierto en un cementerio vikingo en Varnhem, Suecia, fue secuenciado para el estudio de Nature.

Fotografía de Västergötlands Museum

Los objetos vikingos, como estas espadas descubiertas en yacimientos de la actual Noruega, ayudan a los arqueólogos a rastrear sus antiguas expediciones.

Fotografía de Museo de Historia Cultural, Universidad de Oslo, Noruega, Eirik Irgens Johnsen

Los objetos vikingos, como este casco descubierto en un yacimiento de la actual Noruega, ayudan a los arqueólogos a rastrear sus antiguas expediciones.

Fotografía de Museo de Historia Cultural, Universidad de Oslo, Noruega, Ove Holst

El estudio de Nature reúne los datos genéticos de 442 humanos cuyos restos datan del 2400 a.C. al 1600 d.C., todos ellos enterrados en zonas donde se sabe que se expandieron los vikingos. Algunos estaban ubicados en lugares a los que viajaron, como Groenlandia; otros fueron enterrados con artefactos de estilo escandinavo, como monedas, armas e incluso barcos enteros.

Reunir los cientos de muestras antiguas, procedentes de más de 80 yacimientos arqueológicos de Europa septentrional, Italia y Groenlandia, fue todo un reto logístico. A continuación, hubo que analizar la gran cantidad de información extraída de los restos humanos. «No podría haberme imaginado los retos informáticos de este conjunto de datos», afirma el genetista evolutivo Eske Willerslev, profesor de ecología y evolución en la Universidad de Copenhague y director de su Centro de Excelencia en Genética que dirigió el proyecto del genoma vikingo.

Vínculos lejanos

El análisis del ADN reveló que los vikingos eran un grupo diverso cuyos antepasados habían sido cazadores-recolectores, agricultores y poblaciones de la estepa euroasiática. La investigación también identifica tres grandes focos genéticamente diversos donde las personas se mezclaron con pueblos de otras regiones durante la era: uno en la actual Dinamarca y los otros dos en cada una de las islas de Gotland y Öland, en la actual Suecia. Se considera que estos tres lugares fueron focos comerciales en aquella época.

Con todo, pese a que los vikingos partieron de —y a veces volvieron a— Escandinavia, el análisis genético revela que no interactuaron tanto con la región general de Escandinavia como con el exterior y que se mezclaron con un gran abanico de pueblos que encontraron en sus viajes.

«Queda bastante claro a partir del análisis genético que los vikingos no eran un grupo de gente homogéneo», afirma Willerslev. «Muchos de los vikingos eran individuos mixtos» con ascendencia tanto del sur de Europa como de Escandinavia, por ejemplo, o incluso una mezcla de ascendencia sami (escandinavos indígenas) y europea.

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    Una fosa común con unos 50 vikingos decapitados en Dorset, Reino Unido. Algunos de estos restos se utilizaron para el análisis de ADN publicado recientemente en Nature.

    Fotografía de Dorset County Council, Oxford Archaeology

    «Incluso hay personas enterradas en Escocia con espadas y objetos vikingos que genéticamente no son escandinavas», añade.

    Willerslev afirma que los resultados demuestran que el fenómeno vikingo no era puramente escandinavo. «Sus orígenes se encuentran en Escandinavia, pero se extendió y se asoció con otros grupos de personas de todo el mundo».

    Sin un mismo origen étnico

    Los sujetos tampoco tienen tanto en común con la Escandinavia moderna como se podría creer. Solo entre un 15 y un 30 por ciento de los suecos modernos comparten antepasados con los individuos estudiados que vivieron en la misma región hace 1300 años, lo que sugiere que hubo más migración y mezcla de pueblos tras la era vikinga. Además, en la era vikinga los residentes de la región tampoco se amoldaban al aspecto escandinavo estereotípico: por ejemplo, de media las personas analizadas tenían un color de pelo y de ojos más oscuro que un grupo de daneses modernos seleccionado al azar.

    Los datos genéticos confirman lo que los investigadores habían sospechado durante años a partir de las pruebas históricas y arqueológicas, que pintan una imagen de los vikingos como un grupo diverso no consolidado por una nación ni un origen étnico. «Es un estudio maravilloso», afirma el arqueólogo Jesse Byock, profesor de la Universidad de California, Los Ángeles, que dirige el Proyecto Arqueológico Mosfell en Islandia y que no participó en esta investigación genética. «Aporta nueva información, pero respalda casi todo lo que sabíamos sobre la era vikinga».

    Davide Zori, profesor adjunto de historia y arqueología en la Universidad Baylor que no participó en el estudio, está de acuerdo. «Empezamos a ver a los vikingos no tanto como un grupo de hombres barbudos, fornidos y de pelo rubio que se parecían los unos a los otros», afirma. «Sabíamos esto a partir de las fuentes, en cierto modo».

    Para Miguel Vilar, exdirector de programas para la National Geographic Society, no es ninguna sorpresa que los hallazgos evoquen una imagen tan compleja del patrimonio vikingo, una que contradice las ideas del nacionalismo y la identidad cultural. «El ADN no siempre encaja a la perfección en casillas [preconcebidas]», afirma. (Vilar, que fue el científico jefe del NGS Genographic Project, no participó en el estudio.)

    Lazos familiares

    Aunque el paraguas vikingo era amplio, el estudio también reveló lazos de parentesco al nivel familiar. En una tumba de Salme, Estonia, donde enterraron a 41 hombres suecos tras una batalla junto a dos barcos y sus armas, se identificó a cuatro hermanos, colocados los unos junto a los otros. Los investigadores también descubrieron un parentesco de segundo grado entre un vikingo en un cementerio danés y otro en Oxford, Inglaterra, lo que demuestra la movilidad de los miembros de una misma familia durante aquella época.

    Los restos de cementerios vikingos, como este yacimiento con tumbas en forma de barco cerca de Aalborg, Dinamarca, aportan pruebas genéticas importantes para comprender a estos antiguos marineros.

    Fotografía de Keenpress, Nat Geo Image Collection

    Sin embargo, algo para lo que este estudio del ADN no tiene una respuesta es la incógnita de cómo comenzó el fenómeno vikingo. Si el origen étnico no unía a estas personas, ¿qué lo hacía? ¿Era la capacidad tecnológica para construir barcos y guerrear de forma eficaz en el agua, o habían entrado en juego otros factores?

    «Las personas pueden adoptar y adaptarse a los métodos de supervivencia culturales dominantes», afirma Zori. «Por el motivo que fuera, ser un vikingo era uno de los métodos principales de sobrevivir y tener éxito económica y políticamente».

    Con la nueva confirmación de que al menos 442 humanos de la era vikinga eran genéticamente diversos, los investigadores podrán expandir su búsqueda de las raíces vikingas. «Se trata de un estudio enorme, pero en realidad son solo 450 esqueletos», afirma Byock. «Es un gran paso inicial». Espera que este sea solo el principio de una mayor evaluación del historial genético de la época.

    «Probablemente sea cierto que la genética es un poco más creíble que las sagas vikingas», añade Zori, pero señala que solo el tiempo y las futuras investigaciones podrán completar el cuadro.

    Ahora podrá comenzar el duro trabajo de afrontar las repercusiones del estudio y combinar las evidencias textuales y arqueológicas con los nuevos resultados genéticos. Aún nos queda mucho por aprender sobre cómo vivieron y se movieron los catalizadores culturales que denominamos vikingos y qué ocurrió en su búsqueda de aventuras e influencia. «La migración siempre ha sido un factor en la historia humana», afirma Zori. «Hay más material ahí fuera».

    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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